La
superación de la pobreza ha sido siempre un deseo de la humanidad. Pero la
lucha no fue exitosa en toda su extensión, pues la pobreza subsiste aún en las
sociedades más prosperas. El esfuerzo históricamente fue guiado por dos tipos
de planteamientos ideológicos: el de orientación de derecha y el de orientación
de izquierda. Cada uno traza sus propios caminos apoyándose sobre supuestos
divergentes y a veces contradictorios.
Los
supuestos de tendencia "derecha" afirman que no existe posibilidad de
superar la pobreza sin que aumente previamente la riqueza generada por un sistema eficiente de gestión. El bienestar
se distribuye por efecto de "desbordamiento" de la riqueza acumulada y gracias a los
esfuerzos magnánimos de los dueños de
los medios de producción.
Los
supuestos de tendencia "izquierda"
atribuyen la existencia de la pobreza a la mala distribución de los
resultados del crecimiento económico. Si se colectivizaran los medios de
producción, eliminando la propiedad privada, la pobreza desaparecería automáticamente por efecto de
la eliminación de la plusvalía perteneciente al trabajo.
Parece
que ambos planteamientos contienen sus aspectos reales y míticos. Es un mito
piadoso, cuando suponen que los ricos, propietarios de los medios de
producción, reparten los "excedentes" a los pobres, por caridad,
simpatía, responsabilidad social u otras virtudes. Ninguna religión, cristiana,
budista o cualquiera otra, ha creado ese
hombre "virtuoso", dispuesto voluntaria y colectivamente, a repartir
los supuestos "excedentes" de
producción. Igualmente es otro mito, suponer
que la desaparición de la
propiedad privada contribuya a la aparición de un hombre nuevo, capaz de
generar mayor rendimiento del sistema productivo y redistribuirlo
equitativamente.
La
sabiduría aconseja a los que toman
decisiones, en materia de lucha contra
la pobreza estructural, a que reflexionen sobre las estrategias o políticas indispensables en la materia. En primer
lugar, está la necesidad de moldear al hombre para que
esté dotado de las "virtudes" y "capacidades" esenciales.
En segundo lugar, han de tomarse las
medidas concernientes a las decisiones públicas conducentes a tal fin. En realidad, se trata de unas nuevas
alternativas que combinan las experiencias exitosas tanto de la derecha como de
la izquierda descartando los planteamientos mitológicos.
Las
virtudes que podrían considerarse, como indispensables para superar la pobreza
estructural, son múltiples. Creemos que se debe mencionar, desde el principio,
la alta propensión a autosuperarse. Dicha actitud produciría una serie de
decisiones vitales, tales como comportarse con responsabilidad y honestidad en
el trabajo y en las relaciones con el tercero. Por definición, el hombre
virtuoso en los asuntos financieros debe tener alta inclinación a ahorrar e
invertir, y por encima de todo, un
afán incontenible en la adquisición de
conocimientos y experiencias.
Entre
las políticas públicas conducentes directamente a la superación de la pobreza
estructural se destacan:
a)
Consolidación de la confianza colectiva. Es decir, que las leyes, las reglas y
los acuerdos se cumplan con cabalidad;
b)
Multiplicar y consolidar el sistema
educativo admitiendo el dicho común de que no existen países subdesarrollados
sino solo hombres subcapacitados;
c)
Dado que el aumento de la riqueza depende exclusivamente del crecimiento
económico, es imperativo impulsar un
alto nivel de inversión para generar
mayor cantidad de bienes, servicios y
empleo productivo;
d)
Mantener la estabilidad monetaria a nivel nacional e internacional como
condición para garantizar el valor
adquisitivo del ingreso familiar;
e)
Multiplicar los estímulos a la iniciativa privada como motor principal del
progreso económico y social, donde el Estado cumpliría solamente la función
supletoria;
f)
Mitigar el subsidio al consumo para
evitar la aparición de la dependencia crónica y perversa que desanime el afán
de autosuperarse. Los programas sociales, llámense "misiones" u otras
denominaciones, son políticamente rentables y necesarias en tiempo de
dificultades, pero carecen de la efectividad para superar la pobreza estructural,
cuando no las completan con políticas de largo alcance.
En
forma de epílogo se recuerda a todos los que proponen las estrategias y
políticas para superar la pobreza estructural, que es importante discernir el
mito de
la realidad.
chichen123@gmail.com
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