"Todo poder cae a impulsos del mal que ha hecho. Cada falta que ha cometido se convierte, tarde o temprano, en un ariete que contribuye a derribarlo". Concepción Arenal (1820-1893) Escritora y socióloga española.
Desde que lo entrevisté cuando recién había
salido de Yare, supe que era un personaje nefasto y delirante, que con un poco
de poder haría un tremendo daño a Venezuela. Su mesianismo lo cegaba antes y lo
sigue manteniendo en el limbo de las tinieblas bárbaras, esas que privilegian
el pasado por encima del futuro, esas que te llevan en nombre del sagrado
derecho de las mayorías, a perjudicar a tantas minorías, que éstas terminan
haciéndose mayorías y descogotando al mesías de turno. Remember Saddam,
remember Gadafi y otro que está cocinándose en su propia salsa, el pana sirio.
"Dadles un poco de poder y los
conoceréis" decían los antiguos filósofos griegos, fundadores del
pensamiento democrático y republicano. A éste le dieron un dedo y se cogió el
país entero, creyéndose amo absoluto de sus habitantes, instituciones, leyes,
de los bienes públicos y hasta de los privados.
Jamás he apoyado nada que tenga su sello
resentido y abusador. Y no me conduelo de su enfermedad, porque veo todos los
días como personas buenas mueren de cáncer, ante la indiferencia de un gobierno
que no tiene presupuesto para mantener operativos los equipos de oncología en
los hospitales, mientras que la enfermedad presidencial dispone de médicos,
aviones, hospitales, equipos y cientos de miles de dólares para cubrir todos
sus gastos. Privilegios injustos de la revolución dizque socialista.
Pero hay preceptos generales que se vienen
cumpliendo. Uno de ellos, que los tiempos de Dios son perfectos, nada sucede
sino cuando debe. Otro, que los pueblos no se equivocan… aunque sea
tardíamente, el venezolano parece haber entendido el gigantesco brollo en que
nos ha metido. Presenciamos una campaña electoral donde está operando la
justicia. Un pueblo volcado con una euforia que los periodistas no veíamos
desde la buena época de Carlos Andrés Pérez, tras un candidato que le ofrece
algo que parecía perdido: la esperanza en un futuro mejor, en una salida hacia
el progreso para todos por igual. Henrique Capriles ha girado por Venezuela,
visitando más de 260 pueblos en 85 días de campaña, en un cara a cara
energizante, con un discurso corto y directo donde ofrece resolver las cosas
elementales para la vida de cualquier ciudadano. Agua, luz, trabajo, seguridad,
salud, infraestructura. En suma, lo que debe hacer un gobierno serio y
responsable, que para eso lo elegimos.
En contraste, vemos una campaña oficialista
con un discurso desgastado de agresividad y promesas que jamás se cumplen, con
la mentira jugando garrote e incongruencias que hacen dudar de la estabilidad
anímica y mental de quien pronuncia frases como ésta escuchada en La Guaira:
" El futuro de la humanidad depende, en buena manera, de mi triunfo el 7
de octubre y no estoy exagerando". Es el mismo candidato que ofrece en su
programa de gobierno "salvar al planeta".
Su campaña demuestra cada vez con más
evidencia visual, lo enfermo que está. Solo realiza actos hacia el final de la
tarde, cuando ha culminado sus tratamientos y terapias; aunque la temperatura
sea de 40 grados, usa siempre chaquetas manga larga y hasta bufandas (dicen que
por la fiebre), sus alocuciones son cortas o como en el caso de Catia, ni
siquiera habla. Las cancelaciones en su agenda son constantes y en sus últimas
cuatro apariciones de campaña ha llorado pidiendo a Dios que le dé más tiempo.
Para terminar de jorobar este país, será.
Lo más preocupante de esto es la carrera con
que se están maquillando obras para que el candidato presidente inaugure,
tratando desesperadamente de mostrar obras a última hora. En el ferrocarril en
San Joaquín fueron despedidos esta semana más de 200 trabajadores, con la
excusa de que no hay presupuesto para pagarles. Pero ellos dicen que los
gerentes de la obra ordenaron "parapetear" un pequeño tramo para que
haya un acto de pre inauguración. En Fuerte Tiuna, se inauguraran varios
edificios sin estar dotados de servicios ni tener habitabilidad, al igual que
sucede con las entregas de Misión Vivienda en otras partes del país. Ya el
Colegio de Ingenieros ha anunciado que se deben revisar todas estas obras
apresuradas, porque tal como están "no aguantan ni un temblorcito".
Las ofertas de misiones se multiplican en los
barrios, les dan las tarjetas para que cobren su beca "después de
octubre", porque el compromiso es que gane el comandante presidente. Ya
tienen tomados todos los autobuses de las líneas urbanas para trasladar a votar
a quienes ellos tienen en sus listas de beneficiarios. Les dicen que van a
saber por quien votaron (todavía hay quien cree este cuento de camino).
Mientras, el candidato a la reelección habla de guerra civil, volver polvo
cósmico a la oposición, acabar con "la burguesía", bla, bla, bla...
Allá los que crean en la cháchara, los que prefieran creer en promesas vacías,
los que antepongan su interés particular al futuro de sus hijos, los
sinvergüenzas que medran en el erario público.
Los venezolanos que quieren progreso ya están
cansados de historias de iguanas, de terroristas, de magnicidios, de rayos y
complots. Hasta los chavistas están hastiados de enfrentamientos, de la
discusión vacía, del belicismo, de la división.
Llegó el momento de cambiar el rumbo del
país, la experiencia ha sido terrible y la mayoría de los venezolanos exige
eficiencia para poder vivir como personas y no como animales en esta patria.
Por primera vez, las inclinaciones de las
encuestas son imparables hacia la opción de Capriles. Sube como la espuma y la
mejor demostración de su crecimiento es la desesperación, los insultos y las
promesas descocadas que se oyen en el lado oficialista. La entrevista del joven
candidato de la unidad con el Presidente de Colombia fue una imagen imborrable
de estadistas serenos, impecables, conversando amigablemente de los problemas
comunes.
Eso es lo que queremos. Un Presidente de
altura, educado, conocedor de los problemas y de sus soluciones, servidor y no
amo nuestro. Alguien que ponga a Venezuela como prioridad y que cierre el
desaguadero de una revolución que mantienen a un grupo de chulos
internacionales, que busca un liderazgo planetario a costillas del sufrimiento
del pueblo venezolano. Alguien en fin, que no nos haga exclamar "¡Qué pena
con ese señor!
Hay cientos de razones para querer salir de
este gobierno seudo revolucionario, dilapidador, embustero y demagogo. Pero la
próxima semana les daré mis 50 razones por las cuales votaré en contra de
Chávez y a favor de Capriles. Votaré Unidad, por Venezuela, por mis hermanos
venezolanos, por el progreso y la paz.
Charitorojas2010@hotmail.com
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