"Tan fraude es cambiar el resultado global como obligar a emitir un voto que favorece a B"
RADICALES Y VIEJOS
El ex candidato presidencial
democrático Henrique Capriles ha dicho en sus intervenciones post 7-O que logró
derrotar tanto a los radicales como a la vieja política. Esta discusión podría
ser inútil si no fuera porque vienen más elecciones y del acierto de la
estrategia opositora dependerá que se logren más derrotas o, en su lugar,
deseables victorias.
Interesa mucho saber quiénes son los
radicales. Deben ser los que los bien pensantes suelen desechar cuando
-satisfechos- dicen que los extremistas de "lado y lado" han sido
derrotados en función de la corriente principal que, al parecer, está "en
el centro". Si se observa bien, no parece haber nadie que defienda un
golpe de estado contra Chávez, lo cual sería una manifestación obvia de radicalismo;
tampoco hay, después de 2005, quienes llamen a la abstención, actitud que
podría tal vez ser catalogada de extrema; no hay promotores de una insurrección
popular, al menos que se sepa. Entonces, ¿quiénes son los radicales? Al
explorarse el asunto se descubre que los radicales son los que tienen un
pensamiento crítico dentro de la oposición y cometen la osadía de expresarlo
públicamente.
Al escrutar un poco más se descubre
que los radicales son quienes desde hace mucho tiempo, luego en las primarias y
en la campaña electoral insistieron en algunos temas. ¿Acaso fue un llamado a
derrocar a Chávez con un golpe militar como el del 4 de febrero? No; de ninguna
manera. Lo que los llamados radicales hicieron fue protestar en contra de las
condiciones electorales existentes y llamar a impedir el fraude electoral. Sin
embargo, ocurrió un escándalo político y semántico: no se debía hablar de
fraude porque... Sigue aquí una breve historia.
La dirección opositora denunció que el
Referéndum Revocatorio fue ganado por el gobierno en 2004 a través de un
fraude. En 2005 más del 83% de los votantes registrados se abstuvo de votar. De
allí los jefes actuales de la oposición llegaron a la conclusión de que
denunciar un fraude equivalía a llamar a la abstención, lo cual ni es lógico ni
es cierto. A partir de ese momento no se podía hablar de fraude y la palabra
fue desterrada del vocabulario opositor (hay otras palabras también
desterradas, pero éste es otro tema... ) Se asumió la prohibición a
regañadientes, hasta llegar a esta situación medio ridícula que es decir que
ventajismo, atropello, intimidación, chantaje, soborno sólo es ventajismo,
atropello, intimidación, chantaje, soborno, pero no fraude, pues éste sólo es
cambiar el resultado global de las elecciones. Así, sólo se podría hablar de
fraude en la experiencia reciente si Capriles hubiese ganado con votos y Chávez
se hubiese alzado con la victoria; lo cual es completamente falso: tan fraude
es cambiar el resultado global como cambiar el resultado de un sector del
electorado que quiere un resultado A y se ve obligado a emitir un voto que
favorece a B.
Pero convéngase que la palabra
"fraude" está demasiado cargada de historia y polémica. Hablemos de
¿estafa? ¿Usurpación? ¿Trampa? Entonces los radicales han devenido en los que
sugieren la lucha por cambiar las condiciones electorales. Ante esta posición
algunos jefes opositores afirman que esta proposición conduce a la abstención
porque de no cambiarse esas condiciones lo que quedaría -para los demandantes-
es la abstención. Falso.
Falso por dos razones. La primera es
que denunciar las condiciones electorales conduce a la lucha por cambiarlas. Si
se obtienen, muy bien; si no, se vota pero se denuncia lo que haya que
denunciar. La segunda razón es que la abstención espontánea, azarosa, no
conduce a ninguna parte; sólo una abstención organizada dentro de un plan de
elevación de las luchas, puede tener sentido; y tal acción hoy no es viable
después de la orfandad que se produjo luego de la abstención de 2005.
Esos son los radicales. Fueron
marginados de la campaña, pero han sido reivindicados ahora porque son los que
creen que hay que caminar y mascar chicle al mismo tiempo, "a Dios rogando
y con el mazo dando".
LOS DE LA VIEJA POLÍTICA.
VIEJO FUERTE DE PLATA |
Otro asuntillo predilecto de Capriles
y algunos de sus aliados fue el ataque a "la vieja política". Antes
de entrar en materia debe recordarse que esta expresión la popularizó uno de
los próceres del chavismo, ya fallecido, Guillermo García Ponce, el del Diario
VEA. "La vieja política" ha sido el nombre-código para referirse a
AD, Copei y en menor medida al MAS y otros grupos de lo que el chavismo
denomina la IV República.
Al diferenciarse de "la vieja
política", el candidato lo que hizo fue excluir a los partidos más
tradicionales y a sus representantes; sólo algunos ex dirigentes podían
participar pero discretamente para no levantar acusaciones del contrario que,
de todos modos, las hizo.
Al rechazar a los partidos
tradicionales y a sus dirigentes pueden haber obtenido los votos de sus militantes
pero no el trabajo coordinado, conjunto y entusiasta de sus jefes, a quienes se
mandó a la leprosería de la política. ¿Podría haberse obtenido la mayoría de
votos para ganarle a Chávez de haberse incorporado activamente a "los
radicales" y a los de "la vieja política"? Nadie lo sabe; pero
sólo puede decirse que la exclusión política hacia unos no fue compensada con
la apertura hacia otros. En efecto, la campaña se deslizó en forma notable
hacia el chavismo "light" al que supuestamente se atraería con la
incorporación de los ex chavistas. "El Gato" Briceño fue más
solicitado que AD, Copei y el MAS. El resultado está a la vista: el ex chavismo
no logró atraer a los chavistas pero sí tuvo éxito en apartar a buena parte de
los que enfrentan a Chávez, no desde ahora sino desde el 4 de febrero de 1992.
Sin duda hay razones para ser críticos
de los partidos, de los viejos y de los nuevos; algunos "nuevos" han
reproducido en menor tiempo y en forma más terrible los vicios de los viejos,
pero, en todo caso, una cosa es la crítica y otra el sectarismo que ha
prevalecido. No hay liderazgo sin organizaciones que lo respalden; los 6.5
millones de votantes están dispersos tras el 7-O porque las multitudes se
mueven en momentos críticos y por un tiempo acotado cuando la victoria puede
rozarse con los dedos: antes y después queda -si existe- el andamiaje
organizado, las estructuras.
NOTA FINAL.
Nadie está tirando la toalla y los ex jefes de la campaña debían ser más recatados en sus filípicas. Más bien es indispensable reclamar que cesen las prácticas que condujeron al desastre. Estas prácticas fueron arrogancia, sectarismo, nepotismo, continuismo, exclusión, y cierta ceguera histórica. Hoy es indispensable responder la pregunta clave: ¿cómo se reemplaza a un régimen que por medios pacíficos o violentos, legales o ilegales, está organizado política, militar y financieramente para impedir su relevo?
Por cierto, confiar en la enfermedad
presidencial para el logro de ese objetivo es seguir sin entender nada...
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