Dicen que cuando nos aferramos a ciertas maneras de vivir, cada vez
estamos más lejos de los cambios que se necesitan para avanzar en la vida. En
estos momentos Venezuela experimenta todo lo contrario, cierta porción de
venezolanos está aferrada a la forma de vida actual y otro grueso número de
venezolanos quiere un cambio.
Dos bandos se debaten esta posibilidad, el oficialismo quiere permanecer
en el poder proclamando que sin el socialismo a lo venezolano, no habrá igualdad
para todos; mientras que la oposición predica que los cambios mejoraran el
estándar de vida de todos, sin exclusión. Ciertamente que los días que se
avecinan no son “light”; ya se ha hablado de desenlaces trágicos que no todos
desean; no obstante, los que tienen más arrojo opinan que cueste lo que cueste
debe finalizar el largo periodo constitucional que se ha vivido para darle
entrada a una manera de gobernar distinta que todos desconocemos, pero que ante
lo peor, hasta lo menos malo es bueno.
Los que han vivido épocas constitucionales de un pasado cercano, tienen
conocimiento de que el ajuste gubernamental en nuevos periodos presidenciales,
resultan odiosos y no poco asimilables. Sin embargo, tal como se encuentra
Venezuela en la actualidad, con bajas económicas, aunque se diga lo contrario,
en lo que se refiere a costo de alimentos, situación laboral y precarias condiciones de habitabilidad, urge
necesaria una transformación para que el país se encamine por sendas de
prosperidad para todos por igual y eso seria lo ideal.
Los que están en su zona de comodidad actualmente se resisten a pasar al
otro lado de la acera, mientras que los que han vivido bajo restricciones y
sometidos a la crisis de la actual economía, deberán tomar conciencia para no
comerse al elefante de una sola vez. La voracidad para tomar el poder no
debería colocarnos en nuevos errores para dirigir los destinos del país.
Tenemos siempre como ejemplo lo que sucedió cuando el llamado “Carmonazo”, que
resultó una embestida, a manera figurativa, de una manada de fieras que se sintieron libres y no se dieron cuenta
que ellos mismos estaban tejiendo la soga que los aniquilaría.
Después de esa experiencia quedó un mal sabor y la lección debe
conducirnos a tomar las riendas de lo que pueda venir, con mucha madurez y
realmente pensar en todos y acabar de una buena vez con las parcelas políticas,
personalistas y antidemocráticas.
Entre uno de los ejemplos que nos ofrece Estados Unidos, ellos
aprendieron hace mas de 150 años, algo que en Latinoamérica pareciera que no
hemos ni queremos aprender. Y lo dijo Abraham Lincoln: “Usted no puede formar
el carácter y el valor del hombre quitándole su independencia o libertad e
iniciativa, admitiendo e incitando el odio de clases”.
Susana Morffe
www.desdelaisla.hazblog.com
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