En
la actualidad las encuestas, sin duda, son el principal mecanismo para hacer
pronósticos electorales. Pero en ningún otro país la confianza en las mismas es
tan conmovedora como en Venezuela. Que estén financiadas directamente por el
gobierno, como las del ex ministro Jesse Chacón y las de Hinterlaces, no
importa.
La
gente se pone las manos en la cabeza cuando esas encuestas chimbas registran
ventaja a favor del candidato de gobierno.
En
cambio, esa misma gente parece no asignarle mayor importancia a las encuestas
en vivo y en directo que son las visitas de Capriles a ciudades y pueblos de
nuestro vasto país: no es solo el crecido número de compatriotas presentes, es
el entusiasmo, la emoción desbordante que se asoma en sus rostros. Por cierto,
no son “oligarcas”. Es puro pueblo.
Quien
no se engaña por esas encuestas que lo favorecen es el candidato del gobierno.
Él sabe que ya no puede ganar elecciones limpias. Se afinca en ellas para darle
verosimilitud, dentro y fuera de Venezuela, a un eventual triunfo suyo si, por
falta de vigilancia o por amedrentamiento no contrarrestado de los
representantes de la oposición en los centros de votación, lograse su propósito
de alterar fraudulentamente los resultados electorales.
Pieza
importante para el montaje de la maniobra es la acusación inverosímil de que la
oposición esté preparando un “fraude”. La oposición no necesita hacer
fraude; y en el supuesto negado de que
quisiera hacerlo, no podría. El gobierno controla (4 a 1) el CNE. El Plan
República lo maneja totalmente el gobierno al igual que el sistema de
comunicaciones. Estamos, pues, en presencia de un fraude anunciado del gobierno
y su candidato, no de la oposición. Pero no podrá perpetrarlo. Los
representantes de la oposición en los centros electorales estarán “mosca” y no
lo permitirán. De todos modos, convendría alertar a la opinión internacional.
Las encuestas chimbas están siendo intensamente divulgadas fuera de Venezuela
por el gobierno.
La
desesperación es mala consejera. Tan inverosímil como el supuesto “fraude” que
está fraguando la oposición es el señalamiento de que también estaría
preparando una acción subversiva y hasta estimulando una guerra civil. En
Venezuela el único que tiene posibilidad de conspirar es el gobierno, aparte de
que durante 14 años ha estado encabezado por un experto confeso en
conspiraciones.
Pero
él insiste y los acólitos le hacen coro. ¿Qué busca con esa acusación sin
fundamento? Está por verse. En todo caso, si estuviesen decididos a “darle el palo
a la lámpara” para mantenerse a las guapas en el poder, hoy en día no habría
resignación para someterse a la voluntad de un autócrata desquiciado, actuando
al margen de la realidad del tiempo en que vivimos. Están dadas todas las
condiciones para una transición pacífica a la que el país aspira.
Hay
que imitar a Mandela, no a Mugabe.
El
07 de octubre renacerá la democracia.
Pare
de sufrir.
olepageb@gmail.com
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