sábado, 8 de septiembre de 2012

MARITZA CASTRILLÓN SILVA *, EL COSTO DE LA INDIGNIDAD, DESDE COLOMBIA

¿Cuánto le costará al país esta aventura narcisista del Presidente Santos? Imposible medir la dimensión de las consecuencias nefastas que sufrirá Colombia, hoy obnubilada con la fantasía de la paz.
Delitos de lesa humanidad embolatados en un intrincado camino amparado en el Marco Jurídico para la Paz. Se veía venir, el camino estaba allanado desde el principio. Incluso desde antes. El Presidente no da puntada sin dedal. Todo estaba muy hilado. Qué olor a traición se respiró desde su primera reunión con Chávez inmediatamente después de la posesión presidencial el 7 de agosto de 2010.
Incautos colombianos, maravillados por el magnífico escenario que nos ofrecen los medios, ponen sus ingenuas esperanzas en un proceso en el que los terroristas siguen delinquiendo, masacrando, explotando cilindros bomba y sembrando minas antipersonales. El gobierno entrega todo, las FARC, nada. El gobierno pone a disposición de la guerrilla todo un tratado jurídico para beneficiarlos, sin exigir nada a cambio. Ninguna claridad hay ni siquiera sobre los secuestrados. Nada. Se entregan todas las garantías a cambio de la victoria de los terroristas y ningún beneficio para el país.
Que mala intención muestra un gobierno, elegido por el electorado de un legado completamente diferente, cuando Venezuela es uno de los países "garantes" de semejante insulto a Colombia. Jugar con los intereses futuros del país para devolver favores políticos a un personaje siniestro como Hugo Chávez, es la indignidad más impensada. Ninguno de los demás países, Cuba y Noruega, le garantizan la más mínima confianza a Colombia.
No olvidaremos, además, que los integrantes de la mesa de negociaciones serán todos tradicionales defensores del terrorismo en Colombia.
No hay palabras para describir el descaro que nos quieren pintar como la panacea para la tan sufrida Colombia. Mucha retórica de politólogos y analistas, mucha venta barata de un futuro pacífico que no existe, ni ahora, ni después de las negociaciones. Decir cínicamente que, tenderle la mano a los terroristas significará que debemos prepararnos para ver cómo arrecian sus actos criminales, es decirle a los colombianos "haremos los paz con quienes no la quieren".
¿Están convencidos los colombianos desprevenidos que las FARC abandonarán el tremendo negocio que les representa el narcotráfico para convertirse de repente en inofensivos ciudadanos? ¿Creen realmente que tiene voluntad de paz, cuando no expresan en sus actos ninguna intención de suspender sus escaladas terroristas? ¿Creen que la paz se logra con quienes mantienen secuestrados a ciudadanos colombianos que, sospechosamente, no son mencionados por ninguna de las partes?
Y que no nos llamen guerreristas a quienes nos oponemos con contundencia y profundo dolor de patria a este esperpento que llaman PAZ, porque si la pregunta general es "¿ustedes quieren la paz?", nosotros contrapreguntamos "¿a qué costo?".
Sin justicia no habrá paz jamás. Las víctimas nunca serán reparadas, solamente verán como a sus verdugos les es entregada una absurda impunidad y empiezan a prepararse para gobernarnos. Hoy Timochenko hizo su primer discurso populista. Humillante burla. Quiero morirme antes de verlo junto a sus secuaces hablando de democracia y derechos fundamentales. Dios proteja a Colombia y a los colombianos. Amén.
*Ciudadana colombiana.
 colombiadigna@ymail.com

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