En junio del año pasado publique en la red un artículo
titulado “Chávez: ¿Boves del Siglo XXI?” (ver en
http://webalia.com/articulos-de-opinion/chavez-boves-del-siglo-xxi/gmx-niv98-con4960619.htm).
La intención de ese entonces no era comparar al Saliente con las
características destructivas del histórico personaje, aunque muchos dirían que
se lo merece, sino colocarlo en el contexto de nuestra realidad sociopolítica
de aquellos últimos años del periodo que terminó con su elevación a la primera
magistratura del país.
Deseo traer de nuevo el tema porque para el tiempo en
que escribí esa nota no se visualizaba aún quién sería el candidato que se
colocaría al frente de ese encantador de serpientes. Dada la cercanía del
proceso electoral creo indispensable recordar de nuevo a Leoncio Martinez,
mejor conocido como Leo, editor del Semanario Fantoches, publicación venezolana
de principios del Siglo XX. Traigo a Leo para recordarles a los venezolanos que
de tiempo en tiempo repetimos la historia y que cíclicamente aparecen en la
vida del país intérpretes que la cambian, ya bien sea para mal o para bien. Y
creo que este es uno de esos momentos.
En 1998 los venezolanos, y lo digo en términos
generales, seguimos a quien interpretó mas adecuadamente el momento histórico
del país. Y la mayoría votó por ese intérprete pensando que sería el comienzo
de la solución de los problemas. Venezuela se equivocó, como lo hemos visto
luego de 14 años de destrucción sostenida. Pero las masas no se equivocaron al
seguir a su mejor intérprete del momento, como bien lo escribió Leo, hace 76
años el próximo 26 de septiembre. En el editorial de Fantoches titulado “El
Significado de las Masas Populares” (verlo completo en
http://ticsddhh.blogspot.com/2011/06/el-significado-de-las-masas-populares.html),
que publicara Leo el 26 de septiembre de 1936, se describe esto para los
venezolanos de todas las generaciones posteriores:
“Alguien ha
dicho que “los pueblos son como los niños que no saben lo que quieren”, y esta
ha sido otra afirmación empleada para constatar la teoría que ahora interesa a
algunos; pero con esta afirmación ocurre algo tan descabellado como con la
anteriormente expuesta. Puede que los pueblos no sepan lo que quieren, pero sí
conocen sus necesidades, y cuando hay alguien capaz de traducir en palabras ese
sentimiento popular, alguien que redacte y relate esas necesidades, el pueblo
le acompaña decididamente, como acompañó a Boves primero y a Bolívar después.
No queremos decir con esto que el ideal de Boves es tan importante como el del Libertador,
puesto que bien sabemos que el sanguinario español era simplemente un
profesional de la guerra y del asalto, mientras que el plan de Simón Bolívar
era toda la construcción de un pueblo fuerte y libre e invencible; pero sí
queremos demostrar que la masa popular persiguió siempre el éxito de sus
reivindicaciones sentidas, ya siguiendo a un bárbaro como a un genio.”
(Subrayado nuestro).
Y continúa más adelante:
“Los pueblos no
siguen a sus agitadores sino a quienes encarnen a una aspiración unánime de la
mayoría. Los pueblos no conocen agitadores sino interpretes, por eso siguen a
quien les promete alimento cuando tienen hambre, a quien les habla de justicia
cuando se sienten oprimidos, y hasta a aquellos que les prometen venganza
cuando se sienten victimas. Siguieron a Boves porque Boves les prometió vengar
el engaño de que les hacían victima las incumplidas promesas de quienes
firmaron el Acta de 1811, porque Boves les ofreció el saqueo y la batalla en
represalia contra “el mantuano” y contra el “criollo blanco” que se había
adueñado de todo lo que se suponía debiera pasar a manos del pueblo. Pero luego
siguieron a Bolívar, porque el Libertador concretaba mucho mejor las
aspiraciones, definiéndolas con palabras de una doctrina bien formulada y ya reinante
en Europa, que se llamaba Democracia. Boves, como intérprete, no tradujo sino
la cuestión pasional, bárbara, casi animal, que se agitaba en el alma de la
masa; Bolívar, llegó más a fondo, más a la raíz del espíritu público y, en vez
de invitar para la intentona descabellada y sin horizonte, expuso programa
total y concreto, fiel intérprete de todo cuanto se deseaba.” (Subrayado
nuestro).
Decía en mi artículo de hace más de un año que esta
exposición no podía ser más premonitoria y acertada. El primer párrafo se
percibe dirigido a nuestro liderazgo político: si el pueblo consigue a alguien
capaz de traducir en palabras un sentimiento popular, el pueblo le acompañará
decididamente. Aquí cita específicamente porqué el pueblo venezolano siguió a
Boves por venganza de promesas incumplidas de una clase dirigente del pasado y
luego, al encontrar en otro interprete, el Libertador, que llego más a fondo y
expuso un programa, total y completo que culminó con éxito, como lo indica Leo,
lo siguió también pero con un resultado enteramente diferente y opuesto.
El Saliente no ha hecho otra cosa que haber encarnado
el resentimiento de las masas al exigir venganza de las promesas incumplidas de
una generación política. De allí la acertada exposición de Leo al contrastar a
Boves con Bolívar. El Saliente en 1998, interpretó el sentimiento de venganza
hacia una dirigencia política, el odio del pueblo, “la cuestión pasional,
bárbara, casi animal, que se agitaba en el alma de la masa”, y que se agitaba
en alma del venezolano en 1998 por el desafuero de expoliación del país que
sufrimos de los partidos tradicionales. Sin embargo “el vengador” tampoco
cumplió sus promesas, la generación política a la que dirigió su odio ya no
está en la escena, y otra generación de venezolanos se abre paso para el
futuro; y a pesar que el “vengador” aun grite su odio a los cuatro vientos,
agitando a las masas a una guerra civil, ya su tiempo se agotó.
Pero como dijo Leo, el pueblo no conoce agitadores
sino intérpretes. Y ya el tiempo del agitador terminó. El país ya encontró
quien interpretara el sentimiento de cambio. Solamente ver las calles por donde
pasa el candidato de la Unidad, da cuenta de la interpretación que ha hecho el
Flaco Capriles de lo que la gente desea: paz, progreso y unidad. Ya el tiempo
de la venganza de Boves terminó para abrirle paso a la paz y al raciocinio
constructivo.
Como nunca, y como dijo Leo de Bolivar, “… llegó más a
fondo, más a la raíz del espíritu público y, en vez de invitar para la
intentona descabellada y sin horizonte, expuso programa total y concreto, fiel
intérprete de todo cuanto se deseaba”. Y no es que aquí hagamos una
interpretación adulante y maniquea de la historia, ni pretender decir que El
Flaco es el “nuevo Bolivar” de Venezuela, como lo intentó acuñar el Saliente de
él mismo en todos estos años. Es que los acontecimientos han colocado al
candidato en ese punto mágico donde se vuelve a repetir la historia.
Si bien el Saliente fue el Boves interpretador del
sentimiento popular de venganza en 1998, Henrique Capriles Radonski es el nuevo
intérprete de la realidad venezolana que anhela paz y progreso después de tanta
destrucción y odio. ¡Qué extraños suelen ser los designios de la historia! Se
repite dejando en las manos de un familiar lejano de El Libertador un nuevo
sentimiento de cambio en positivo, agigantándose en la campaña como siguiente
intérprete de ese sentimiento de todos.
Concluyo con un párrafo al final del editorial que
cierra magistralmente Leo, de una vigencia especial para todos los venezolanos
de hoy, a esta hora cuando decidiremos en pocos días el destino del país:
“A nombre de
ese pueblo que sabe lo que siente y sabe lo que quiere, a nombre de esa masa
que es la misma que luchó y venció al lado del Libertador hasta lograr
implantar las doctrinas de la democracia y la igualdad social, a nombre de ese
conglomerado conciente que no ha servido de pedestal para la gloria de nadie
sino para su propia gloria, ya que el Libertador era a la vez hombre y masa,
porque dentro de él dormía el pueblo libre a que aspiraba, pedimos para
Venezuela la legitima apreciación de la democracia, de esa democracia siempre
reñida con quienes pretenden imponer sin oír, gobernar sin acatar.” (Subrayado
nuestro).
El Saliente es sin duda de los que “pretenden imponer
sin oír y gobernar sin acatar” y nuestra democracia está reñida históricamente con
eso, como bien señaló Leo. Y también dijo que Venezuela era capaz de seguir
tanto a un bárbaro como a un genio. Pues bien, ya tuvimos 14 años del primero.
Y conseguimos al segundo pisándole los talones a la gloria de la genialidad
como el intérprete cabal de esa legítima apreciación de la Democracia
venezolana…verdaderamente ¡Hay un Camino!
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
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