Bill
Haast fue un personaje norteamericano que dirigió por muchos años un
serpentario en Miami. Bill se hizo famoso porque llegó a hacerse inmune a las
aguijoneadas de culebra que empezó a recibir desde que era niño. Murió en 2011,
teniendo en su haber 179 picadas de todo tipo de víboras.
Ocurre con algunos
venenos, y la forma como ellos son administrados, que éstos terminan por
inmunizar a quien los recibe. Algo parecido pasa con los insultos venenosos con
los cuales el presidente saliente baña a diario a su contendor Henrique
Capriles. Son tantos, tan seguidos, tan vulgares y tan vacuos, que han perdido
toda efectividad política. Jalabolas, majunche, oligarca, imperialista, pare usted
de contar. Adjetivos. Ni el más mínimo asomo de un planteamiento serio sobre
las diferencias que tiene con el candidato de las fuerzas democráticas en
relación a temas de políticas públicas o visión de país, por ejemplo.
En
contraposición, las criticas de Capriles al presidente son dosificadas,
bastante bien administradas, pertinentes, referidas siempre a un tema o
problemática especifica. Si Capriles acusa a Chávez de estar regalando dinero
al exterior, lo hace en el contexto de una escuela o un hospital que se está
cayendo y para cuya reparación el gobierno no tiene fondos. Si le recrimina por
no atender el problema de la seguridad, lo hace en el marco de una noticia
sobre las decenas de homicidios que se producen en el país todas las semanas.
Ese es el poder, la contundencia que tienen los reproches que le hace Capriles
al Presidente. Eso es lo que le permite sintonizarse con la gente. Chávez
insulta; Capriles critica.
La
creciente agresividad de Chávez, puede tener varias explicaciones. Se puede
explicar como la degeneración propia de un autócrata. Alguien que se ha
acostumbrado a la idea de ejercer el poder indefinidamente; que no admite la
posibilidad de tener un contendor disputándole el mando.
Tal vez por eso
confiesa que le resulta inadmisible que tenga que enfrentarse a Capriles; que
le da pena tener que hacerlo. En verdad, lo que le da pena, lo que le
traumatiza, no es la particularidad del rival que tiene al frente; es el hecho
mismo de tener un rival.
Otra posible explicación de la exacerbada y continua
agresión es lo que está viendo en las encuestas, en las cuales, la holgada
ventaja que una vez tuviera se ha esfumado y empieza a ponerse del lado
contrario.
Una tercera posible explicación tendría que ver con los medicamentos
a los cuales estaría sometido y que pudieran alterarle equilibrios emocionales
básicos.
Claro está, pudiera también tratarse de una combinación de los tres
elementos anteriores. En cualquier caso pareciera que ya el candidato
presidente no sabe reaccionar de otra manera que no sea con agravios y ofensas,
y en su entorno no hay quien lo corrija: no pueden, no se atreven.
Ese entorno
ha internalizado la sumisión plena. El resultado final es que lo que dice
Chavez de Capriles se ha hecho irrelevante, inefectivo. El mismo lo inmunizó
contra su veneno.
gerver@liderazgoyvision.org
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