“El insulto deshonra a quien lo infiere, no a quien lo recibe” Diógenes de Sinope
El
insulto es una estrategia que revela debilidad e impotencia, a falta de poder
hacer prevalecer un punto de vista, se opta por la violencia verbal. El insulto
siempre ha sido un argumento al que se recurre para evitar el debate
civilizado. Es el resultado de una dialéctica vacía de contenido y destinada a
esconder las propias vergüenzas. Es sinónimo de involución, regresión y atrofia
mental.
Los políticos que tienen fortaleza no
utilizan el insulto en sus discursos para obtener credibilidad, éstos saben
convencer con su ingenio y su inteligencia. Sólo los políticos cobardes que
carecen de recursos argumentales sólidos han de protegerse y ampararse en el
insulto, rebajando el nivel de la política a zonas tan bajas que todo se reduce
a una parodia inservible sin aportar nada
a la sociedad.
La descalificación política es una táctica
ruin y rastrera; pero es una de las más usadas por la bajeza política que
rechaza la capacidad de crítica y retrocede en la escala de la evolución
humana, el insulto nos rebaja a la vileza radical, donde queda exhibido el
enanismo de los políticos cobardes y sus estrategias mentirosas; con el insulto
burdo y fácil se pone de relieve la escasa cultura y poco respeto personal de
quien lo infiere queriendo avasallar hasta causar temor, los insultos siempre
van acompañados de amenazas. Pocos saben insultar, sólo lo puede hacer el
ingenioso creativo, los demás confunden el insulto con la vulgaridad y la intimidación, lamentablemente la
estupidez no tiene cura.
El insulto como único argumento de campaña
electoral pone de relieve una profunda impotencia por parte de quien hace uso
de él, demuestra una carencia de argumentos para imponerse a su contrincante.
Con el insulto pierde el honor quien insulta y se anula cualquier rasgo de
intelecto. La cobardía política esconde su miedo, usando el insulto como
disfraz para tratar de convencer y no perder el poder, pero, los insultos no
ganan debate ni modifican verdades.
La intención de recurrir al insulto es bien
clara: recargar los agotados recursos dialécticos con la constante cantilena de
violencia, de crispación, de confrontación y de mentiras, frente a la paz, la
serenidad, el diálogo y la honestidad manifiesta por Henrique Capriles y
pretender recuperar credibilidad en los días que preceden a las elecciones,
algo imposible de lograr.
Setiembre se inicia con sesiones de toma de
conciencia para renovar la fe y la motivación de los ciudadanos con estrategias
motivacionales de dinámica de grupos. El objetivo es fortalecer la unidad
electoral, recuperar la democracia y plantear temas que conduzcan a una
correcta toma de postura en pro del futuro del país. El 07/10 el voto
democrático será masivo, una avalancha.
ffacchinb@gmail.com
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