domingo, 9 de septiembre de 2012

FERNANDO FACCHIN B., EL INSULTO

 “El insulto deshonra a quien lo infiere, no a quien lo recibe”  Diógenes de Sinope
El insulto es una estrategia que revela debilidad e impotencia, a falta de poder hacer prevalecer un punto de vista, se opta por la violencia verbal. El insulto siempre ha sido un argumento al que se recurre para evitar el debate civilizado. Es el resultado de una dialéctica vacía de contenido y destinada a esconder las propias vergüenzas. Es sinónimo de involución, regresión y atrofia mental.
Los políticos que tienen fortaleza no utilizan el insulto en sus discursos para obtener credibilidad, éstos saben convencer con su ingenio y su inteligencia. Sólo los políticos cobardes que carecen de recursos argumentales sólidos han de protegerse y ampararse en el insulto, rebajando el nivel de la política a zonas tan bajas que todo se reduce a una parodia inservible sin aportar nada  a la sociedad.
La descalificación política es una táctica ruin y rastrera; pero es una de las más usadas por la bajeza política que rechaza la capacidad de crítica y retrocede en la escala de la evolución humana, el insulto nos rebaja a la vileza radical, donde queda exhibido el enanismo de los políticos cobardes y sus estrategias mentirosas; con el insulto burdo y fácil se pone de relieve la escasa cultura y poco respeto personal de quien lo infiere queriendo avasallar hasta causar temor, los insultos siempre van acompañados de amenazas. Pocos saben insultar, sólo lo puede hacer el ingenioso creativo, los demás confunden el insulto con la vulgaridad  y la intimidación, lamentablemente la estupidez no tiene cura.
El insulto como único argumento de campaña electoral pone de relieve una profunda impotencia por parte de quien hace uso de él, demuestra una carencia de argumentos para imponerse a su contrincante. Con el insulto pierde el honor quien insulta y se anula cualquier rasgo de intelecto. La cobardía política esconde su miedo, usando el insulto como disfraz para tratar de convencer y no perder el poder, pero, los insultos no ganan debate ni modifican verdades.
La intención de recurrir al insulto es bien clara: recargar los agotados recursos dialécticos con la constante cantilena de violencia, de crispación, de confrontación y de mentiras, frente a la paz, la serenidad, el diálogo y la honestidad manifiesta por Henrique Capriles y pretender recuperar credibilidad en los días que preceden a las elecciones, algo imposible de lograr.
Setiembre se inicia con sesiones de toma de conciencia para renovar la fe y la motivación de los ciudadanos con estrategias motivacionales de dinámica de grupos. El objetivo es fortalecer la unidad electoral, recuperar la democracia y plantear temas que conduzcan a una correcta toma de postura en pro del futuro del país. El 07/10 el voto democrático será masivo, una avalancha.
ffacchinb@gmail.com

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