¿Si Dios con nosotros, quién
contra nosotros?
Hay que derrotar el miedo, la
mentira y el odio para que el régimen pierda su poder sobre la gente.
Se respiran aires de cambio.
Hay un florecimiento de la fe en Dios,
hay esperanza.
La polarización necesaria ante
14 años de mentira, de odio, de maldad, da sus frutos, la gente del bien tiene
gran necesidad de refugiarse en su fe, de refugiarse en Dios luego de tanta
injusticia y opresión y de tantas acciones fallidas para rescatar la libertad.
Las cadenas de oración se
vienen realizando en todo el territorio y la
Conferencia Episcopal ha
convocado a rezar una novena a la Virgen por la paz.
La fe mueve montañas, así como
las murallas de Jericó cayeron ante el pueblo de Israel y el comunismo cayó en
Polonia gracias a la fe en
Dios, en esta tierra el poder
de la oración también vencerá al mal.
En la derrota del comunismo en
Polonia El Papa Juan Pablo II fue un
factor determinante. Como
Arzobispo de Cracovia, apoyó y protegió,
entre otros, la guía espiritual
y la estrategia pastoral de resistencia del sacerdote Franciszek Blachnicki,
quien ante la supresión por los comunistas de todas las asociaciones católicas
para la juventud, inició los movimientos “Oasis” y “Luz y vida”.
El Arzobispo Wojtyla protegió y
participó activamente en estos movimientos donde se cultivó la fe de los
jóvenes polacos, para que adquirieran “un compromiso cristiano integral”, lo
cual, como él dijo, salvó a la juventud polaca. Refiriéndose a la homilía de su
Santidad en la Plaza de Varsovia en 1979, Lech Walesa dijo: “…a partir de ese día
fuimos testimonio y protagonistas juntos de la fuerza inquebrantable de la fe:
pese a 50 años de comunismo en Polonia, un pueblo entero participaba en los
encuentros del Papa, un pueblo entero comenzó a rezar y esperar”.
En nuestra patria hubo factores
que promovieron la negación de Dios y mucha gente asumió esa negación; el
régimen vigente ha trabajado
activamente para sacar a Jesús
del corazón de los niños y jóvenes legislando para sacar a Dios de las
escuelas, ha atacado sistemáticamente a la jerarquía eclesiástica, ha usado el
nombre de Jesucristo para negarlo al asimilarlo a su régimen maligno, ha sembrado
una cultura de muerte. Por todo ello debemos desagraviar a
Dios, pedir perdón, adorarlo,
reconocer a Jesucristo, no a los hombres, como nuestro Señor y Salvador y orar
masivamente para que los muros de la maldad caigan.
Nuestro amado Papa, Benedicto
XVI, participante activo de la lucha del Beato Juan Pablo II en contra de la
expansión del marxismo y de la
Teología de la Liberación, que
combatió enérgicamente, ha expresado: “Sólo si somos capaces de una vida de
oración fiel, constante y confiada, será el mismo Dios quien nos dará la
capacidad y la fuerza para vivir de modo feliz y sereno, para superar las
dificultades y testimoniarlo con valor”.
elmon35@gmail.com
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