domingo, 2 de septiembre de 2012

CARLOS MANUEL ACUÑA, EN EL LÍMITE INSTITUCIONAL (CASO ARGENTINA)

Si bien como lo conocen nuestros lectores, el problema se arrastra desde hace un tiempo, cuando concluía el día de ayer el nerviosismo cundía en la Quinta de Olivos y al cierre de este comentario se debatían los pasos a seguir con la presidente de la ex República. Cristina W. Fernández estaba acompañada de su media hermana Giselle, su hijo Máximo, que con severos altibajos afronta un proceso de abstinencia por su problema de adicción (que no lleva adelante con la severidad que merecería), y por personal de la Casa Rosada. Pocos o nadie sabía muy bien lo que estaba en danza, excepto quienes habían ordenado que se alertara en el área neurológica de la Clínica Fleni las comodidades necesarias ante la posibilidad de la internación de la Primer Magistrado. 
Cuando escribíamos estas líneas uno de los principales temas era la insistencia presidencial en mantener y hasta ampliar su conocimiento para resolver sobre los graves asuntos de Estado centralizados bajo su mando férreamente centralizado, en tanto llegaban noticias difíciles y complejas acerca de la crítica situación del país. En realidad, los médicos aconsejaban que se la aparte de los problemas, se le oculten las dificultades, que se organice el retorno de Florencia, disgustada con su madre, y que es imperativo que ingrese en un período de descanso total y un tratamiento tal vez más intenso de lo que pueda suponerse.
Para colmo, sobre las mesas de trabajo bailaban las cifras resultantes de las continuas encuestas que se realizan sobre la discutida imagen de Cristina y la posibilidad de su reelección. Los números, adversos e hirientes ya marcaban porcentajes por debajo del 20 por ciento, especialmente en lo relativo a la intención de voto. Pese a la continua propaganda oficial que no abandona el objetivo de invertir la tendencia negativa, ésta se ha convertido en un grave problema personal para Cristina, en todos los sentidos y con extensión hacia la interna del poder.
Como es obvio, ya comenzaron las evaluaciones y, como inevitablemente sucede en política, es obvio que nadie quiere quedar atado al carro de la derrota, sobre todo cuando se angostan las posibilidades socio-económicas para revertir este camino hacia un final inevitable, pese a la inoperancia de la mayoría de la llamada oposición. Concurrentemente, están los funcionarios que no se resignan a perder su cuota de poder para preservarse legalmente en el futuro inexorable y aquellos otros que exploran, sopesan y arriesgan otras perspectivas para mantenerse dentro de un escenario de participación para prolongar su seguridad y los goces que ofrece la sensualidad del cargo. Esto adquiere mayor relieve en la medida que los involucrados carecen de las condiciones de todo tipo, entre ellas la altura y el estilo indispensables para encarar la situación.
Tal vez por las medicaciones que le suministran, Cristina debe soportar un proceso de pérdida de pelo, cuestión que claramente alteraría el ánimo de toda mujer, sobre todo si la coquetería y la superficialidad del carácter le asignan la relevancia al aspecto formal como es conocido. Cristina, exasperada, quiere mantenerse activa y no se resigna a una internación que podría prolongarse y que, por lo tanto, tendría grandes derivaciones políticas. Si la internación para serenar su ánimo fuera prolongada, inevitablemente debería solicitar una licencia, excepto que el reducido grupo ideologizado que la rodea adoptara medidas para el disimulo, pero éstas no podrían prolongarse indefinidamente por más que las formas y contenidos constitucionales no son, precisamente, una característica saliente de este gobierno.
De allí, que los análisis, cargados de nerviosismo e inquietud con conclusiones todavía controladas por el secretario Legal y Técnico Carlos Zannini, demoren una definición que podría prolongarse por un tiempo, cuestión que, por añadidura, agudizaría la inestabilidad emocional y otros aspectos específicos que hacen a la salud de la Presidente; como no puede ser de otra manera, profundizaría las dificultades administrativas del país, que ya son demasiadas.
Esto último adquiere múltiples alternativas y facetas. Por un lado, los gobernadores -tal como lo adelantamos hace mucho- no podrán desligarse de este proceso que amenaza con un vacío de poder, en tanto las internas partidarias -móviles, incontroladas por momentos- carecen de liderazgos palpables, con peso suficiente como para referenciar un curso de acción realista y factible. Esto que dejamos comentado sinópticamente aún no ha sido advertido en toda su dimensión por las estructuras de acción directa que ha montado el gobierno, pero algunos dirigentes están alertados aunque todavía no puede hablarse del comienzo de un desbande o de otras actitudes inversas que temen muchos de los que están bien informados y a las que nos hemos referido reiteradamente en estas columnas.
Lógicamente, las próximas horas podrán poner de manifiesto o al menos ilustrar respecto del rumbo eventual de los acontecimientos. Con dificultad se los logra demorar, pero lo cierto es que mientras la palabra anarquía ya dejó de mencionarse en voz baja, Cristina debe ser medicada, cosa que sus asesores, asistentes o como quiera llamárseles, hasta ahora disponen para salir del paso pese a que todos temen lo que podría decir Cristina frente a un micrófono. Su última incursión verbal -una conducta que se ha transformado en un vicio incontenible- para defender la salida de los delincuentes presos que se reclutan para integrar el batallón combatiente (llamado Vatayón Militante), no fue precisamente aplaudida, como tampoco la defensa irrestricta que hizo de los excesos juveniles. Sus palabras fueron explicadas como un intento por ingresar en el mundo de los menores, a quienes se desea captar y permitir el voto, toda una señal de preocupación por las elecciones que se desean realizar en mayo del año que viene. La Casa Rosada considera que para sancionar esta ley mantendría el apoyo de quienes desde sus bancas prefieren aferrarse al poder de cualquier modo, aun a riesgo de perder su prestigio, si es que lo tienen. Esto último también forma parte de la intimidad de la crisis del sistema político, pero concretamente debemos subrayar que se acerca lo que podríamos llamar “la hora de la verdad”, aunque el desenlace aún se mantiene relativamente lejano y difícil de dilucidar.
Mientras tanto, los problemas crecen, los podemos mencionar casi al azar y por supuesto muy sucintamente por razones de espacio. Por ejemplo, el director de esta hoja, Dr. Carlos Tórtora, denunció a la flamante subinterventora de la empresa Ciccone Calcográfica, Sra. Katya Daura, por la incompatibilidad de sus funciones con la retención de la presidencia del directorio de la Casa de la Moneda, con la que se firman contratos millonarios. En pocas palabras y sin entrar en detalles, la funcionaria se contrata a sí misma o bien decide en actos comerciales que adquieren el nivel de escándalo y que necesitó de esa denuncia para que comience el proceso judicial con las consiguientes presiones y envidias de otros personajes que hacen cola para intentar sus propios negocios. Otra cuestión sorprendente es el anuncio -luego desmentido pese a que está registrado fehacientemente- del proyecto de vulnerar la propiedad privada y derechos adquiridos mediante la apertura de las normas de seguridad de los countries, barrios cerrados o clubes de campo. La propuesta, inexplicable e incoherente, haría crecer, entre otras consecuencias, la inseguridad pública, los delitos que ya son realidad pese a la vigilancia que se mantiene, la imposibilidad policial para encararlos y, lo que es igualmente grave, consiste en la vertical caída de los valores inmobiliarios de este sistema residencial, al mismo tiempo que frena inversiones similares con la caída económica y ocupacional que esto significa. Como lo dejamos dicho, ahora se niega el disparate, pero el daño ya está hecho. Más aún, por extensión afecta otras iniciativas ya bastante alicaídas, como lo demuestra -sólo en la provincia de Buenos Aires- el volumen de escrituras públicas que cayeron de un promedio de 11 mil mensuales a apenas algo más de cinco mil en lo que va del mes. Paralelamente, se habla de ampliar el cerco al dólar mediante el impedimento del uso de tarjetas de crédito en el exterior, medida que muchos pueden obviar pero que de todos modos es demostrativa de la creciente iliquidez en que se está colocando al Estado. Los operadores turísticos no están de parabienes y tampoco algunos vecinos como lo uruguayos, por razones elementales. Las reservas reales y efectivas del Banco Central no se acercan, ni por asomo, a las que se declaran y lo cierto es que si hubiese una “corrida” no se la podría atender. Las dificultades para comerciar la cosecha de trigo ya disminuyeron en un 40 por ciento la superficie sembrada y con seguridad las excesivas lluvias y el granizo caído este mes, afectaron la siembra.
Podríamos hacer un largo listado de las dificultades que afectan directamente a la producción en todos los rubros, pero detengámonos hoy con preferencia en el problema institucional de un posible alejamiento de Cristina, aunque sea transitorio. Entonces una vez más debemos plantearnos los interrogantes que más de una vez nos hicimos. ¿Puede Boudou (Amado) hacerse cargo del Poder Ejecutivo con la carga de denuncias que soporta? ¿Será el joven Axel Kicillof el conductor de la nueva etapa? ¿Lo tolerarán quienes quedarán desplazados por noveles funcionarios prácticamente desconocidos…? 

Pero a medida que se reflexiona sobre todo esto que ocurre o integra el problemático potencial del futuro complejo y cansadoramente tenso, asoman otras cuestiones colaterales que pasarán a ocupar un papel central. Entre ellas, las denuncias de todo tipo que surgirían sobre lo que vamos a llamar el cristinismo, la modificación de las fuerzas internas que aún se registran bajo el título de peronismo y pugnan entre sí para establecer alianzas o cualquier otro tipo de acuerdos, el peronismo ortodoxo, que busca retomar su propio espacio y que soporta embates similares a los que debilitaron sustantivamente al radicalismo bajo la égida de Raúl Ricardo Alfonsín, en un proceso de similares consecuencias y finalmente, la decisión inquebrantable de la izquierda minoritaria que, como siempre ha sucedido en todas las geografías y momentos, una vez que llega al poder no lo abandona así como así. Como telón de fondo, reina una inseguridad creciente, una descomposición que transita por los tres poderes del Estado y se instaló en el corazón mismo de una sociedad tan enferma, que hasta los maestros escolares tienen miedo de ejercer su tarea ante la violencia de los chicos, de sus padres o de los adolescentes que pondera y defiende Cristina, en tanto la droga comenzó a carcomer los resortes del orden y las jerarquías, el alma misma de los valores que se insiste en cambiar junto con el sentido verdadero y exacto de la historia, cuya alteración cargada de mentiras se utiliza para romper a la Justicia, base sustantiva del Estado.

tabano@carlosmanuelacuna.com.ar

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