La ciencia política acude muchas veces a términos
cuya procedencia no se corresponde con la comprensión y desarrollo de procesos
sociales o situaciones políticas. De ahí que el léxico político contiene
vocablos que suenan extraños pero que su frecuente empleo induce a
familiarizarse con su sonido. Su empleo es reiterativo. Tanto que, hay palabras
que parecieran específicas del ámbito de la política. Sin embargo, no lo son.
Pero ahí están. Incluso más fortalecidas que nunca.
Es así como los vocablos “derecha” e “izquierda”,
aún cuando puedan ser considerados anti-éticos, se emplean para destacar el
contraste de ideologías profundamente conflictivas en virtud de consideraciones
y postulados distanciados dado el modo particular de entender las realidades y
los enfoques que, desde sus razones e interpretaciones, pueden hacerse. Al
menos, así lo refirió Norberto Bobbio, estudioso politólogo italiano.
Ahora estas expresiones de “derecha” e “izquierda”,
han tomado otra senda por lo que sus explicaciones han devenido en mayores
problemas. Particularmente, por cuanto sus acepciones han caído en sitiales de
la política donde el sectarismo sacrifica no sólo el carácter semántico que las
envuelve, sino también lo perfectamente dialógico que caracteriza el sentido y
naturaleza dentro del cual ambas palabras adquieren particular connotación.
Actualmente, es común aludir a los polos que configuran una realidad política
en detrimento de las expectativas que indefectiblemente animan la incidencia de
valores morales (solidaridad, tolerancia, paz, pluralismo. libertad e igualdad)
asociados a sus concepciones.
Sin embargo, se habla de “ultra derecha” y “ultra
izquierda” con la tendenciosa intención de acentuar la brecha que existe entre
ellas en razón de argumentos, muchos de ellos, triviales. Pero que, en todo
caso, constituyen causales para despotricar contra el otro desde cada
trinchera. Desde cada reducto político-conceptual, hay quienes reivindican
tendencias ya desmontadas por la historia. Pero no por una historia
totalizadora, sin futuro, como la que de alguna forma acompaña ambas
proposiciones propias de un dogmatismo exasperado, de una visión ortogonal de
las coyunturas que la vida sociopolítica y socioeconómica determina. Es claro
que en medio de un universo tan contrapuesto como el político, por todo aquello
que en su agitada esencia adquiere relevancia, como en efecto son las
relaciones de antagonismo entre partes contrapuestas, se establezcan posiciones
que evidencien orientaciones en contrario. Pero de ahí a exagerar realidades
mediante insidiosas manipulaciones que sólo conducen a activar afrentas, insuflar
transgresiones o a deformar la institucionalidad democrática, por el hecho
egoísta de imponerse a trocha y mocha, la diferencia es inaceptable. Sobre
todo, cuando hay que dar cuenta que debajo de estos términos de “ultra derecha”
y “ultra izquierda”, no se encubren meras ideologías, Más allá de eso, se
solapan actitudes que son reflejo de programas contrapuestos cuyos retorcidos
perfiles especulan en torno a la solución artificiosa de muchos problemas.
Aunque lo peor no queda ahí. La mayor parte de los mismos terminan abandonados
o haciéndole lobby a planteamientos populistas que sólo han tenido como
propósito motivar crisis de todo género y condición con la perversa pretensión
de justificar, en el fondo, la presencia de una “ultra derecha” o de una “ultra
izquierda” como recursos políticos mediante los cuales, fanáticos partidarios,
seguirán empeñados en disfrazar propósitos en nombre de causas distintas a la
motivación originaria.
En fin, la política nada ha ganado con el juego que
se da cuando los antagonismos incitan conducirse bajo tendencias soterradas
como las de “ultra derecha” o “ultra izquierda”. Mucho menos, la democracia.
Sólo han servido para enmascarar propuestas que finalmente resultan lesivas o
peligrosas. Justamente, por la agresividad que su aplicación compromete de cara
a reformar realidades imposible de ser remozadas con actitudes impositivas.
Nada constructivo sería posible en caso de optar en medio de la paradójica
confrontación “ultra derecha” vs. “ultra izquierda”.
VENTANA DE PAPEL
HÉROE DE PACOTILLA
No siempre los héroes representan la divisa de la
justicia, el emblema de la excelencia. Los hay también negativos, oscuros,
desalmados. Algo paradójico. Pero las realidades son así. La Biblia dice que
“de todo hay en la viña del Señor”. Las revoluciones han servido para demoler
cualquier imagen que no convenga a sus intereses ideológicos. O al revés. Para
exaltar personajes cuya conducta no luce del todo compatible con valores que
consagrados sistemas políticos han exhortado como referencia para una vida
digna.
El ejemplo que a diario demuestra quien luce un
comportamiento irónico, insurrecto y desafiante de la ley aceptada
universalmente, no es propio de destacar como el héroe a seguir, admirar y elogiar.
El caso del corredor venezolano de Fórmula 1, tristemente refleja la situación
referida. Es inconcebible que pueda tenerse como héroe (revolucionario) quien
podría batir el record como el piloto más sancionado de la historia de la F1.
Recién, contabilizaba más de 20 infracciones debidas al tipo de conducción
realizado. Aparte de los cambios de componente que también acumulan sanción en
el tiempo que lleva corriendo en Fórmula Uno. Y encima de esto, el gobierno no
sólo alaba y financia su actividad y la distingue entre otras de signo
“patriota”. Sino que además, gracias a su “bravura” en pistas internacionales,
el régimen ha planteado la posibilidad de ocupar el aeropuerto de La Carlota,
en Caracas, para emularlo construyendo un autódromo de categoría internacional.
Como si tan costosa actividad fuera popular en la que el pueblo tuviese
oportunidad para sumarse a ello al mejor estilo socialista. Y esto sucede,
cuando se confunde el concepto de ídolo por el de héroe de pacotilla.
ACTO DE MASAS (DE AUTOBUSES)
Toda campaña electoral, recurre a actos que motiven
el proselitismo político. Es decir, la manera de captar o atraer votantes a la
causa que intenta incitarse. Eso es propio en política, pues se requiere que
quienes simpatizan por el proyecto ofertado a través de las distintas
presentaciones que del mismo puedan hacerse, lleguen a conocerlo de la mejor
forma posible. Precisamente, entre las actividades que se programan, están los
mítines, concentraciones y movilizaciones de calle. Asimismo, exposiciones a la
prensa y asistencia a programas en los medios.
El problema se suscita cuando la capacidad de
convocatoria merma y entonces los organizadores y promotores de las actividades
de campaña, apelan a colectivos e individuos que no pertenecen al lugar en el
cual ha de presentarse el candidato. Ese es el problema que está viviendo el
candidato a la reelección presidencial. Es decir, quien en un primer momento
impugnó cualquier intención de repetir el mandato por cuanto la Constitución
refiere la alternabilidad como condición de democracia. O sea, el propio
Chávez. Sin embargo, no conforme con haber repetido una primera vez, en 2006,
busca ahora la reelección. Sólo que el agobio del venezolano decepcionado de
promesas incumplidas y dificultades en aumento, está notándose mediante la
indiferencia. El PSUV, perdió su poder de convocatoria. Ni siquiera los
empleados público, por obligados que se vean, tampoco asisten. Ahora la
concentraciones y movilizaciones del comandante-presidente en carroza, están
mostrando un claro agotamiento. Ahora son actos de masas, pero de autobuses.
LA DESESPERACIÓN LOS ENGULLÓ
La desesperación que sufren los oficialistas, toda
vez que ven perdidas sus esperanzas electorales el 7-O, es de novela. Pero no
de cualquier novela. Sólo de aquellas que asaltan al lector a través de un
conjunto de crisis de todo orden donde los protagonistas son monstruos
asquerosos, vulgares, esclavos atormentados y víctimas indefensas, negociantes
arribistas, politiqueros mentirosos y corruptos. El desespero de altos
funcionarios, los llevó a no reconocer la frontera entre la torpeza y la
ridiculez, la jactancia y la estupidez. Tanto es la desmoralización que
padecen, que confunden acciones con pretensiones.
Es sorprendente advertir cómo han equivocado sus
decisiones a la hora de actuar de cara a los problemas que últimamente han
embestido al país. La sólida victoria de Henrique Capriles R. los desencajó al
punto que les dio por volverse inventivos para generar las falsedades con las
cuales buscan sembrarle terror al pueblo demócrata. Indudablemente, la
desesperación los engulló.
amonagas@cantv.net
@ajmonagas
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