"Formémonos una patria a toda costa y todo
lo demás será tolerable." (Simón Bolívar)
La apatía en la sociedad actualmente esta
obligando a una respuesta de país inmediata para salir de la crisis. Venezolanos rezagados e
indecisos o los indiferentes, son los que manifiestan la verdadera calamidad
social y ellos se han multiplicado hace mucho tiempo con los gobiernos de
turno, lo que desembocó en la actual administración con más de 10 años en el
mando. Las perspectivas no están claras y
la agonía supera al tiempo.
Las dos fuerzas que se confrontan en esta
campaña electoral, ocupan lo cotidiano y lo personal se antepone a lo social, a
pesar de que podemos escuchar diferentes ofertas de transformación. Todo se ha
vuelto absurdo y sin sentido. No hay espacio para la causa y efecto.
Sin embargo, analistas consideran que la
verdadera transformación debe comenzar por la actitud mental, el espíritu y la
certeza de adaptarse al cambio. Más allá de creencias religiosas, los tiempos
actuales permiten observar que somos una realidad en Latinoamérica
evolucionando hacia otra totalidad diferente. Por eso ahora no se permite que
un líder hable de poder y no hacer, el ciudadano de hoy no se deja embaucar
fácilmente como cuando los españoles llegaron a Venezuela y le cambiaban a los
indios espejos por oro. Ahora existe otra conciencia, pero tristemente esta
caminando junto a la apatía.
Esa apatía fue lo que desencadeno el
autoritarismo durante el Imperio Romano. Entonces no había un nivel de
conciencia y los romanos se dejaron someter por la tiranía, la violencia y
finalmente la desintegración social que derivo en la caída del imperio, como
consecuencia de la inflación y podredumbre del sistema gubernamental. Ese molde es lo que se esta conformando en algunos países de América Latina, incluida
Venezuela. Nos estamos amoldando a una serie de arbitrariedades y
lastimosamente esa cultura va a desencadenar en tremendos y peligrosos
episodios vividos en historias pasadas.
No luce fácil la salida hacia un sistema social
con profundas raíces integradoras, porque la cultura que impera es
insuficiente, demoledora y conformista,
además de una porción de la población acostumbrada a vivir de lo que le den. Se
reconoce que un proceso de transformación ocasiona dolor y Venezuela ya ha
sufrido esos dolores, y la pregunta es: ¿Estaremos preparados para nuevos
dolores? ¿Estaremos dispuestos a
despojarnos de todo lo que nos pertenece para alcanzar lo que deseamos?
La historia tiene mucho que enseñarnos para no
volver a cometer los mismos errores con gobiernos que hemos experimentado. La
costumbre de aceptar migajas para sobrevivir, tiene que ser una razón de peso
para someternos a una transformación, que en su totalidad pueda levantar a un venezolano con autoestima para el trabajo,
para la convivencia y para sentir con orgullo que tenemos un país donde podemos
explotar los valores que hemos perdido y solo con esfuerzo y entrega se pueden
rescatar. Yo quiero un país que se mueva hacia la prosperidad, ¿y tú?
susana.morffe@gmail.com
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