"La meta es vencer y desplazar a la clase
dominante chavista"
"Su máximo exponente es Chávez y es una
burguesía porque controla la plusvalía colectiva"."La derrota
chavista implicaría la vuelta plena del continente a la democratización".
DEMAGOGIA Y POPULISMO |
Aunque establece diferencias entre uno demagógico y
otro que no lo es, Fernando Mires considera a la política como esencialmente
populista
Fernando Mires, tono sosegado a la distancia, deja
escapar una tesis más que sugestiva: "En 14 años de gobierno se ha formado
una nueva clase de Estado. Y utilizando la misma terminología del chavismo,
pero a la inversa, se trata de derrocar a esa nueva clase dominante, (su máximo
representante es Chávez) y burguesa que controla la plusvalía colectiva del
país".
El catedrático chileno del Instituto de Ciencias
Políticas de la Universidad de Oldenburg, Alemania, sostiene que Henrique
Capriles está a la cabeza de "un movimiento reivindicativo que no va a
cualquier elección, sino al desplazamiento social de un sector que tiene ocupado
el Estado. Fenómeno que, a su juicio, implica la formación de "una clase
que no llega al Estado sino que fue producida por éste". Como se ve,
Mires, tiene la lupa puesta en Venezuela.
-Es evidente su preocupación por el caso
venezolano. ¿A qué se debe ese interés?
-Los venezolanos todavía no se han percatado, en
toda su magnitud, de lo importante que es para el resto de América Latina, el
triunfo o la derrota de Chávez.El chavismo representa una suerte de bloqueo del
proceso de democratización que se inició al finalizar la Guerra Fría. Esa
interrupción se produjo con el surgimiento de autocracias que rigen en
Nicaragua, Ecuador y en Bolivia.
-Todos países del ALBA.
-Si Chávez pierde se desarticula definitivamente el
ALBA, que existirá sólo mientras él sea presidente. Actualmente simple
prolongación venezolana, si sigue existiendo será, apenas, una colección de
países pobrísimos y nada más.
-Pero el ALBA es una creación al margen
de los grandes países latinoamericanos.
-Para los demás países latinoamericanos es
importante el inicio de la caída, declive o derrota del chavismo porque así se
consolidaría el proceso de democratización interrumpido por la emergencia de
estos gobiernos autoritarios. Entonces, no sólo me interesa Venezuela como
país, sino también el contexto latinoamericano y, me atrevería a agregar, casi
mundial, porque Chávez es una pieza de la alianza entre dictaduras y
autocracias que se da a nivel global. Desarticulado el elemento chavista,
podría producirse un avance democrático mucho más acelerado del que se observa
hoy en día.
-¿No está usted sobredimensionando la
importancia estratégica del chavismo.
-Creo que no. Si uno viaja a Bolivia o a Nicaragua
se da cuenta de que no sólo están copiando el modelo sino que, de una manera u
otra, se sienten parte de una familia en el marco de la un revolución
bolivariana continental. Creo que muchos venezolanos sólo ven el tema de Chávez
y el chavismo como un fenómeno puramente local. Y no es así.
-Es decir, los grandes países
latinoamericanos también han sido tentados por el modelo chavista.
-Gobiernos que se debaten entre una mayor
democracia y la autocracia, se inclinan, muchas veces, hacia esta última por
hacer algún tipo de concesión a los sectores autocráticos de América Latina y
pienso en el gobierno argentino.
-¿Cayó el Gobierno argentino bajo el
influjo chavista?
-Cuando Cristina Fernández habla en los términos
autoritarios que a veces utiliza, es porque se siente respaldada y no sólo a
nivel local, sino también a partir de un determinado contexto internacional. En
el fondo yo creo que Argentina está formando parte indirecta del ALBA. No
nominalmente pero sí en otros términos.
-Si eso es así y Chávez gana, ¿no habría
un efecto contagio en países liberados del dilema que usted señala?
-Chávez ya no es tan popular como antes, pero sigue
siendo una especie de símbolo de una suerte de revolución latinoamericana que
ya no tiene como realizarse.
-En su último artículo, a propósito de
Venezuela, le atribuye usted a Capriles la virtud de haber conjugado los temas
de las libertades democráticas con el de la justicia social. Eso es una
realidad en el discurso, pero ¿cree que en los hechos pueda tener éxito?
-Hay una votación fija, a favor de Capriles, en las
grandes ciudades. Chávez ha logrado grandes porcentajes de votos en los ámbitos
rural y semirural. De allí que si Capriles se ha manejado bien en esos
sectores, puede lograr la cuota necesaria para ser elegido. Pero el análisis
está sujeto a todo tipo de contingencias. Chávez tiene, todavía, un potencial
que no sólo proviene de su carisma, del populismo y de un hipercrecimiento del
aparato estatal, con empleos probablemente improductivos, sino, también, del
clientelismo y el ventajismo. Por eso yo sería el último en llamar a un triunfo
seguro. Aunque hay contingencias que pueden generar un victoria estrecha de
Capriles.
-Señala también, el error de la
oposición, en el pasado, de no haber vinculado justicia social y libertades
democráticas, habiendo puesto el acento en estas últimas . Pero, ¿no es deber
de todo candidato explicar que sin democracia no puede haber justicia social?
-Exacto, pero es difícil llevarlo al lenguaje
popular, que es el lenguaje de la política práctica. Capriles ha juntado ambos
elementos. Recuerdo que en su momento (Manuel) Rosales también lo intentó
(tarjeta Mi Negra), pero no de manera sistemática como para atraer a la
multitud de sectores excluidos de los programas chavistas. El estatismo del
régimen chavista ha llevado también a un enorme crecimiento del centralismo y
Capriles aparece, en este marco, como el candidato, de la descentralización en
un país proclive a esa idea. Esos puntos juegan a favor de Capriles.
-¿Es tan terrible la palabra
"capitalismo "a pesar de su vigencia global.
-El término "capitalismo" tiene
connotaciones que si yo fuera consejero de un candidatos sugeriría no usar.
Bajo ese término se ha logrado asimilar el concepto de "explotación".
Entonces, habría que entrar en largas explicaciones sobre los conceptos de "liberalismo",
"neoliberalismo", "capitalismo de estado". Y eso no puede
hacerlo ningún candidato. Ahora, sí pueden quienes lo acompañan, los
intelectuales, por ejemplo, desatando polémicas sobre esos puntos.
-Chávez sí aborda el tema ideológico.
-En el plano ideológico Capriles plantea los
grandes problemas pero en lenguaje sencillo: las fallas del sistema eléctrico,
la crisis de la educación, la destrucción de la infraestructura. Demostración
de cómo el chavismo abandonó a gran cantidad de sectores sociales. En cambio
Chávez está cometiendo una torpeza. Quiere ganar la clase media ("yo los
voy a ayudar"), pero nadie se siente interpretado cuando le dicen
"clase media". En cambio Capriles no habla del proletariado sino de
sus problemas y allí hay identificación. El podría hablar en términos
sociológicos, pero nadie entendería.
-¿No se trata de ofrecer lo mismo que
Chávez ofrecía, pero con la diferencia, en cuanto a justicia social, de que sí
se va a cumplir?
-Gran parte del éxito de los movimientos populistas
reside en las reivindicaciones a las cuales apelan y sentidas realmente por la
población. Chávez ha tocado problemas serios y concretos, algo que no hizo la
clase política venezolana del pasado. El tiene razón acerca de un fenómenos del
cual es producto. Sólo que no ha cumplido. Capriles, en cambio, está haciendo
lo que hizo Betancourt y que en su caso se trata de reconquistar al pueblo.
-Por lo que usted dice la demonización
del término "populismo" ha sido un error porque este es, en buena medida,
necesario, positivo y la gente lo quiere.
--Eso lo he dicho algunos seminarios, aunque si
tuviera que afirmarlo en una plataforma pública no lo señalaría exactamente
así. En la academia diría que la política es esencialmente populista y que en
época electoral debe serlo especialmente. El problema es que hay populismos
demagógicos y otros menos demagógicos.
-¿Dónde está el límite entre uno y otro?
-En las promesas. Cuando Chávez promete salvar el
planeta estamos ante un populismo demagógico porque no puede hacerlo. Pero
cuando Capriles propone construir más escuelas y una vialidad moderna, no es
demagógico porque es posible. La diferencia está entre las promesa posibles y
las imposibles, entre la fantasía y la realidad.
Fernando Mires
fernando.mires@uni-oldenburg.de
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