martes, 21 de agosto de 2012

GLORIA CUENCA , LOS NUEVOS PINOCHOS (II)

Hay muchos momentos en los que recuerdo cómo se enseñaba en mi familia ese valor de la verdad. Decir la verdad era importante
Quiero continuar con el problema de las mentiras. Hay muchos momentos en los que recuerdo cómo se enseñaba en mi familia ese valor de la verdad. Decir la verdad era importante. Al hacerlo, al confesar una travesura, una equivocación y/o un error, el ambiente cambiaba y de inmediato venía el diálogo. ¿Por qué te comportas así? ¿Qué pasó? Se desarrollaba la conversación que estimulaba la confianza y la certeza de que decir la verdad mejoraba todo. Esta gente que nos desgobierna no cree en este valor.
De allí que durante bastante tiempo, sus tenebrosos "círculos bolivarianos" perseguían a los periodistas gritando: "digan la verdad". Presumían ser los dueños de la verdad. La que ellos construían en sus medios de difusión, ahora conocidos con el nombre de "Sistema de Medios del Estado". Sufrí, en diversas oportunidades, junto a mis colegas la presencia de quienes tenían un aire extraño y nos gritaban insultos y groserías. No pudieron convencer a los ciudadanos demócratas de que la verdad era la que ellos pregonaban. Entre otras razones, por cuanto la mentira dura hasta que la verdad resplandece.
Hay un dicho que reza: "Dime de qué presumes y te diré de qué careces". Así, durante un tiempo muchos ingenuos e ingenuas se creyeron alguna parte de las mentiras que desde la infernal maquinaria propagandista cubana se traía a Venezuela. Se confundieron. Llegaron a pensar que no se trataba de copiar el modelo cubano, el castrismo-estalinismo -tan desacreditado y fracasado en el mundo- hasta que, finalmente, el mismo presidente saliente lo confirmó.
Es interesante, para los psicólogos, y para los demócratas en general, observar como los propios seguidores del proceso, por momentos, se olvidan de que, si los dejan, imponen el "barranco del comunismo a la cubana". La meta del "proceso revolucionario" conducido por Esteban es esa.
Una de las mentiras más horrorosas y preocupantes es cuando, para intentar descalificar al candidato de la Unidad, lo llama majunche, nazista y demás epítetos agresivos. La incoherencia es mortificante. En una primera etapa buscó denigrar de su origen judío, después lo llama nazi. Preocupa darse cuenta de las contradicciones que constantemente expresa. He hecho muchos años de terapia, recomiendo salir de esos procesos disociantes que conducen al caos mental. Hay buenos terapeutas en este país.

gloriac@lanacion.com.ve

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