viernes, 17 de agosto de 2012

ERNESTO MACÍAS TOVAR, EL VASO MEDIO VACÍO, EL ESPECTADOR, BOGOTÁ, CASO COLOMBIA

El actual gobierno se gastó el primer año tratando de deshonrar al anterior con escándalos mediáticos que terminaron en nada; y el segundo año se le fue en anuncios y derroche de presupuesto, mientras el país retrocedía en casi todos los aspectos.
Hoy, cuando se ha iniciado la cuenta regresiva del cuatrienio y la situación parece haberse salido de control, en el gobierno practican la política del avestruz: con la cabeza oculta en la arena, a la espera de que pase la tormenta y puedan recuperar la tranquilidad de dos años atrás. Para el gobierno solo existe su propia verdad y el espejismo de que solo falta informar sus “logros”, a pesar de haber tenido completamente a su favor el sonoro aplauso de los grandes medios de comunicación.
Y más allá de los resultados de las encuestas que muestran la fotografía de un país en llamas, no quieren aceptar que hay un deterioro alarmante de la seguridad. Es un error muy grave insistir en que las percepciones están equivocadas. Si existen es porque algo malo está pasando. Seguir negando que haya desmotivación en la Fuerza Pública por cuenta de la inseguridad jurídica y del obsesivo afán de una negociación con quienes nunca han querido la paz, le está haciendo grave daño al país.
La salud es otro asunto sustancial que el gobierno dejó a la deriva creyendo que con ruedas de prensa para mostrar fantasmas de corrupción se ocultaba el embrión de una peligrosa crisis financiera del sector. Por el contrario, confiados en que las cosas venían funcionando, en este caso no promovieron las reformas requeridas para controlar y corregir las grietas de un sistema que exige cambios y actualizaciones. Por ejemplo, mientras éste gobierno se arrulla diciendo que logró la universalizaron en aseguramiento, las cifras muestran lo contrario: en el gobierno anterior creció el número de personas en contributivo, subsidiado y especiales por encima de 2 millones por año; y en los dos primeros años del actual no llegó a un millón anual.
A su turno, la locomotora de la infraestructura estuvo parada durante dos años por ausencia de maquinista y falta de ejecución, mientras revisaban con lupa la contratación anterior y analizaban por dónde comenzar, a pesar de haber encontrado los grandes proyectos en marcha. Y, para colmo de males, los estragos del invierno de diciembre de 2010 y los de 2011, no fueron atendidos a tiempo, circunstancia que agravó la situación.
Y si por aquellos lados llueve en el sector agropecuario no escampa. En el primer año le echaron la culpa a la “maldita niña” y en el segundo al Niño. Hay un ministro parlanchín dedicado a la judicialización de la política agraria, enredado en la distribución de tierras en la cual no ha ocurrido nada distinto a la titulación de predios adjudicados en el gobierno anterior y una supuesta disposición de bienes del narcotráfico. Y paralizó los programas, les cambió de nombre para aparentar nuevas políticas. En fin, los expertos aseguran que no hay políticas de sector.
Lo cierto es que mientras desde el gobierno ven el vaso medio lleno, los ciudadanos del común lo están viendo medio vacío. Y el Presidente no muestra reacción distinta a la de pelear con sus críticos.
@emaciastovar

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