viernes, 17 de agosto de 2012

CARLOS MANUEL ACUÑA, LA REVOLUCIÓN DE CRISTINA FERNÁNDEZ O "TODA LA CARNE EN EL ASADOR..." DESDE ARGENTINA

La revolución que quiere protagonizar Cristina W. Fernández se desenvuelve en medio de grandes contradicciones. 

Por un lado, la presidente de la ex República Argentina no deja de cometer desatinos que socavan decididamente su imagen y capacidad de maniobra. Valga un ejemplo ilustrativo del descontrol con que toma sus decisiones. Hace poco -casi unas horas- el personal de la AFIP de la delegación de Bahía Blanca inició una protesta gremial en reclamo de haberes atrasados y aumentos no concretados, que paralizó totalmente las actividades en ese centro de gran recaudación. El propio titular del organismo, Ricardo Echegaray, debió intervenir personalmente y logró un acuerdo que permitió solucionar el problema y reanudar el trabajo. Todos contentos, pero el caso es que alguien le habló a Cristina al oído para comentarle que el dirigente bahiense de los recaudadores pertenecía al ala gremial que responde a Hugo Moyano. Ni corta ni perezosa, la Presidente llamó al titular de la AFIP y le ordenó por teléfono que suspendiera el entendimiento logrado y para que entendiera mejor, entre otras cosas, le dijo algo así como “no le daré ninguna oportunidad política al enemigo…”
Otro hecho reciente. Mientras los deportistas argentinos se preparaban para viajar a Londres, Sebastián Crismanich rechazó de plano las presiones del gobierno y de las mismas Madres de la Plaza de Mayo para que se prestara a una publicidad favorable. Crismanich se negó y en consecuencia el gobierno se negó a pagarle los pasajes y la estadía. Crismanich resolvió vender su automóvil, rompió la alcancía de sus ahorros y viajó un día antes del comienzo el torneo pues carecía de recursos para pagarse el hotel. Ganó la única medalla de oro de la que podamos ufanarnos pero al regreso, junto con los restantes atletas argentinos, Crismanich debió participar de la reunión con la que Cristina los recibió y muy suelta de cuerpo aseguró que su gobierno continuaría con el apoyo de dinero a los actos deportivos “como lo hizo hasta ahora”.
Podríamos repetir el lugar común que sostiene que “para muestra basta un botón”, pero el caso es que hechos similares se repiten a diario y cada vez con mayor frecuencia. Esto hace que se multipliquen las versiones sobre los anormales cambios de carácter de Cristina Fernández y que sus colaboradores teman las reacciones imprevistas y fuera de lugar de la titular del Poder Ejecutivo. Incluso hay ministros y secretarios de Estado que lo comentan entre sí y no ocultan sus temores por lo que pueda ocurrir el día de mañana. Capitanich, gobernador del Chaco, que goza de la simpatía presidencial, es un fiel testigo de lo que decimos, con el agregado de que abiertamente, delante de testigos importantes y por medios periodísticos electrónicos, la Presidente tuvo palabras impropias -por así decirlo- que pusieron a todos en aprietos y hasta los aplaudidores que siempre actúan cuando habla Cristina batieron nerviosamente sus palmas mientras sonreían nerviosos y se miraban entre sí. Como lo saben nuestros lectores, Capitanich se mordió los labios e hizo esfuerzos para superar el incidente. Esfuerzos parecidos a los que en su momento tuvo que hacer cuando se enteró de que no iba a ser el candidato a la vicepresidencia y que su reemplazante sería el guitarrista rockero.
Episodios como los relatados suceden todos los días y en relación con temas superiores que hacen a los actos de gobierno, lo que abona los rumores acerca de la profundidad de la inestabilidad emocional de Cristina. Para qué decir si recibe malas noticias o simples relatos adversos. Hay quienes explican que contribuye el grave problema de la adicción de su hijo Máximo, que ha llegado al punto de agredir a la madre de su novia y a esta misma, con el agregado de que se niega rotundamente a aceptar un tratamiento para recuperarse. Hace poco, Cristina debió utilizar antes de la madrugada el avión presidencial Tango 01 para buscarlo a Río Gallegos con el fin de internarlo en Buenos Aires en un establecimiento de prestigio, asunto que despertó severas críticas por utilizar particularmente un bien del Estado a un costo muy alto. Lo hizo personalmente y el suceso aceleró la caída de la imagen de Cristina que, como lo saben quienes nos leen, tiene un setenta por ciento de rechazo, lo cual intensificó la tarea de los encuestadores y medios de comunicación periodísticos que responden al oficialismo, para ejercer la propaganda y alcanzar un porcentaje incierto del 50 por ciento, en el que nadie cree.
Ya existen legisladores que diplomáticamente se enferman o simplemente no se presentan en ocasiones de importancia. Ayer, el Senado aprobó por cuarenta votos contra veintiocho la media sanción para expropiar la empresa Ciccone, en uno de los actos más insólitos que se recuerdan. Menem, Reutemann y otros estuvieron ausentes y no son pocos quienes le encuentran significado a las bancas que quedaron vacías. Además la sesión fue presidida por Boudou (Amado), quien está seriamente complicado en este escandaloso asunto que ofrece otra particularidad extraordinaria: se expropia un bien del que se desconoce quién es su propietario. En el kirchnerismo se tiene la esperanza de que no surjan nuevas complicaciones y que, como siempre sucede, la opinión pública se olvidará de este suceso organizado para rescatar la imagen del trovador, cuyo desprestigio, de todos modos, está en boca de todo el mundo.
Como lo explicamos en su momento, esta carga moral tiene un notable contenido político, porque le cierra al oficialismo la posibilidad de una sucesión -todavía imprevista- pero siempre posible. Comentarios como éste rondan en el mundo político y forman parte de los encuentros reservados entre dirigentes de los sectores más distintos. Por ejemplo, Hugo Moyano con Francisco de Narváez y otros que evalúan la realidad política desde distintos puntos de vista. Uno de ellos es el desprestigio en que cayeron los dirigentes y otro, la ausencia de soluciones a los múltiples problemas que crecen día a día. Por ejemplo, el agotamiento de la liquidez para continuar con los subsidios y contener cualquier estallido que potencialmente se anida en la sociedad. Para ello y con la mirada en el corto plazo, se resolvió presionar a los exportadores de cereales para que vendan los diez millones de toneladas remanentes de la última cosecha, que podrían generar unos 2.100 millones de dólares. El apuro obedece a que después del pago de los Bonos de la deuda este 3 de agosto, se esperaba que de los 2.200 millones una parte mayoritaria reingresara al mercado local, pero la Casa Rosada y el ministerio de Economía -Axel Kicillof incluido- olvidaron que el 70 por ciento de los tenedores de esos papeles eran extranjeros o argentinos con cuentas en el exterior. Todos resolvieron llevar sus capitales al exterior.
En materia de granos, se ha producido otra novedad revolucionaria: los productores deben anticipar a la AFIP las superficies destinadas a la siembra, las especies elegidas y finalmente los resultados obtenidos. Nada se aclaró acerca de cómo deberá actuarse en el caso de cambios de opinión, pérdidas por pestes, inundaciones, sequías o cualquier otro motivo según la voluntad del propietario, mediero o arrendatario. En concreto, un anticipo de lo que dijimos desde hace mucho y que en su momento no se concretó con motivo de la famosa 125: el dirigismo con que se espera doblegar a un sector que ejerce un estilo y una cultura muy propia de la Argentina e incluso una independencia política. Como será que hasta en alguna oportunidad desoyó los consejos y votó a favor del gobierno, lo que tal vez no volverá a suceder nunca jamás. En el gobierno, la doctrina colectivista está por encima de las conveniencias.
Otro hecho significativo fue la celebración del centenario de la fundación de la Federación Agraria, a la que se quiere separar de las restantes entidades que representan al campo. De todos modos, la fiesta fue un éxito al que contribuyó la pluralidad de concurrentes que abarcaron un horizonte diverso y movido. Desde Moyano, el “Momo” Venegas, Reutemann, Binner -curiosamente el gobernador Bonfatti no concurrió, pese a que anticipó su concurrencia- radicales de variado pelaje y otras líneas políticas, gremiales, personalidades representativas del campo y de la industria, aunque no lo hicieron aquellos empresarios que, como De Mendiguren, siempre son oficialistas. Se habló de todo pero el tema que primó giró en torno de la grave situación institucional, el futuro de Cristina, la rebelión fiscal de los gobernadores de Córdoba y Corrientes, de otros que se aprestan a sumarse y del papel que podría tener el presidente de la Suprema Corte, Lorenzetti, en un futuro que se muestra brumoso. La niebla contribuyó a ese estado de ánimo y no faltaron los comentarios sobre el Batallón Combatiente -o Vatayón Militante, si se quiere- la formación de elementos de choque con delincuentes o el hecho indignante de los avances de La Cámpora en los jardines de infantes, establecimientos primarios y secundarios de educación. Fueron muchos y variados los comentarios pero sobre todo se destacó una coincidencia: “ellos -el cristinismo- están poniendo toda la carne en el asador…”
tabano@carlosmanuelacuna.com.ar

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