viernes, 31 de agosto de 2012

ENRIQUE PRIETO SILVA, ¡GN….LLOREMOS…..PERO LA FUNCIÓN NO DEBE CONTINUAR!

¡Impensables e incalculables los riesgos y sus desgracias!. Nadie desconfiaba de la seguridad del Complejo Refinero Paraguaná, pauta y orgullo de nuestra ingeniería petrolera. Fue el prodigio de la Creole Petroleum Corporation, en paridad con la Shell en Punta Cardón. Emparentado en el recuerdo con la zona de tolerancia, la pesca en Guaraguao y la zona libre de Paraguaná. ¡Salve Punto Fijo! Desde 1949 inicia operaciones, hoy el 65% de la refinación de crudo en Venezuela.

Sabemos que la vida conlleva momentos de angustia, de dolor y de tristeza, pero nunca pudimos pensar en una tragedia como la ocurrida el sábado pasado.
Tuvimos la desdicha de haber presenciado el incendio en los palafitos de Lagunillas de Agua, descrita por Romulo Gallegos: “!Misericordia, Petróleo!” en su novela “Sobre la misma Tierra” en 1943. Lagunillas de Agua se había quedado resagada en el camino de la Venezuela en marcha. 
Aquella noche, del día que no queremos recordar, “se empeñó en hacer pintoresco un rincón del lago”. Fue “…espejo de su miseria, empeñado por la ruptura de un caño de petróleo que se derramó sobre el agua, se complacía en mirarse en él, entre el cabrilleo de sus luces mustias, junto al emporio de las torres ajenas”.
Nuestra infancia nos deparó vivir en el hacinamiento de esas barracas de madera y angostas pasarelas para el tránsito sobre pilotes dentro del agua, con una sola comunicación con Lagunillas de Tierra. Con el acento de toda Venezuela, <narra Gallegos> “era una Guarida de miserias, refugio de los fracasados en la gran aventura”. Esa noche, de pronto el grito: ¡Fuego! Una experiencia de triste recuerdo.
Hoy, con la miseria actual “haciendo el socialismo”, no podíamos imaginarnos la triste realidad de este sábado. Compatriotas, humildes venezolanos y extranjeros, que no pudieron percibir la ida del hálito de sus vidas, presas del fuego. Muchos cumpliendo con su servicio a la patria, otros con sus familias, en el reposo justo por la faena del día, y algunos, llamados por el placer de disfrutar en familia las vacaciones escolares. El destino los sumó, sin imaginarselo a esta cita dantesca.
La muerte en llamas se apoderó de sus víctimas con la traición de la sorpresa, pero para algunos, fue la creación de un trauma en sus vidas, con destino incierto. Solo Dios es capaz de bendecirlos con la recuperación milagrosa. Pero pareciera injusto, que el lamento sea por los horrores del desastre y no por la desidia del dejar de hacer de esta machacante y trágica “revolución socialista”, fabricante de secuelas.
Ha sido el peor momento vivido por nuestra GN. Como parte de ella insumimos la tristeza de la impotencia. Y como ferviente defensor de la democracia y de los derechos humanos, soltamos al viento sin amarras nuestra angustiosa preocupación, que ojalá insufle la mente de tantos venezolanos, entre ellos a guardias nacionales sumados a la esteril lucha por un perverso “socialismo”, que en esta prueba de Dios, deja muy mal parado al líder del ocaso, mente turbada con la frase “la función debe continuar”.
Pero, ¿Cuál función? En ese macabro teatro “chavista rojo rojito” se ha configurado el libreto de un triste guión, donde el “sembrador de tragedias, de desastres e iniquidades”, ha insumido en la mente de débiles y humildes venezolanos el tema “sembrando el socialismo”, que envuelve un engaño perverso de “hecho en socialismo” y “solo en revolución”.
Fue la creación de un personaje infame y cruel, que desde su inició en el poder, ha querido acomparsarse con las fuerzas armadas, para demostrar poder armado, haciendo de estas su brazo pretoriano. Sus lacayos le inventaron un uniforme y le crearon un grado militar omnímodo, que usa a semejanza de superman. Personalizó el manejo de PDVSA, poniendo un pelele secundario encumbrado como zonzo estimulante de palabra y arenga enclenque “roja rojita”, que abruma a la adulancia.
Todo como en un teatro con actores reales: humanos muertos o heridos desgarrados, calcinados y desaparecidos, en ciudades incomunicadas, sin luz ni agua, con viviendas destruidas, inundadas, invadidas o expropiadas. Su mejor decoración y paisajismo es abundante basura amontonada o esparcida por todas partes, cual obra del irrealismo; ríos sin drenajes, carreteras adornadas con huecos, puentes destruidos o en situación precaria; campos de tierra fértil abandonados al erial y al pastizal; empresas privadas destruidas, expropiadas y abandonadas a la vorágine; y las del Estado desmanteladas y con producto en rojo, obreros mal pagados, humillados y fichados por el partido del gobierno. Pero como si fuera poco, se cumple la premisa, “revolución pacífica pero armada”, derrotada por el poder de fuego de la delincuencia y el bandolerismo. Un poder del Estado que ha sucumbido ante la corrupción, el manlandraje y la estupidez de un gabinete, que lucha por ganar el premio de la ineptitud. Todo con el aval discursivo de “focas” y rústicos sociales, encumbrados en poderes del Estado prestos para “hacer el socialismo”, como lo enseñó Fidel.
Un teatro, donde el ciudadano tiene que armarse de un escudo cargado del sentido de la prudencia, que lo proteja con la religiosidad del amparo angelical y misericordioso, donde solo la creencia sublime en el todopoderoso del bien contra el mal, pueden servirle como “sensación de seguridad”, para defenderse de los peligros de la grosera debilidad orgánica del Estado en la protección ciudadana. Solo esta percepción consciente y sensacional le ayudan a no desmayar ante la razia hamponil, que sin querer o queriendo ayuda a la “revolución” en su plan de destruir la sociedad democrática.
Compañeros de la “Benemérita Guardia Nacional”, no es posible seguir creyendo en inequidades. Son 14 años de desatino y engaños contra una esperanza. Hace 40 años, nos tocó luchar contra el desatino que quisieron imponernos los mentores de este gobierno, aupados por Fidel Castro, Nosotros percibimos la maleficencia y los derrotamos. Entonces fue con las armas. Nunca podremos olvidar los guardias nacionales asesinados en “El Encanto”. Hoy, contra la misma corriente, no podemos permitir que nuestros muertos por la desidia de los mismos mentores solo les demos: tumba, lágrimas, flores y honores sepulcrales. Ellos merecen ser honrados con la justicia que penalice la vaguedad y la inopia que los transformó en “inocentes víctimas”.  La Fuerza debe exigir a PDVSA la verdad de la causa de los hechos; y aunque lamentable, la indemnización por los daños familiares e institucionales causados. No basta con un írrito ascenso post morten y un pote de dinero de los venezolanos, mal administrados por estos maulas. No es justo sacrificar tantas vidas, por mantener en el poder al presidente saliente. GN…La historia no absuelve a los culpables dolosos. Recordemos, que el Honor es nuestra Divisa.
enriqueprietos@hotmail.com

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