Para vivir en paz tenemos que rescatar la democracia: “Libertad regulada por la justicia que garantiza la igualdad y con ellas la paz.” Constanza Espinel
Reiteradamente
la jefatura, saliente, amenaza: sólo él garantiza la “paz”. ¿Cuál paz? Con un
saldo de más de 160.000 muertos y en aumento, millones de discriminados, miles
de desplazados y perseguidos, refugiados, presos de conciencia, infraestructura
destrozada, ruina moral, económica, política, social y cultural.
La jefatura,
en 1999 nos declaró la guerra. En su “revolución pacífica pero armada”, dividió
la población en bandos enemigos, los “patriotas y los apátridas”, “los
revolucionarios y los contrarrevolucionarios”, su consigna: “Patria, Socialismo
o Muerte”.
Ha emponzoñado
el odio y la violencia mediante un discurso masivo y sistemático de falsedades
y exacerbación del daño al otro, ha descalificado el pasado y quien no comparte
su pensamiento único ha sido convertido en cosa despreciable cuya aniquilación
ha sido premiada.
El botín de
guerra, los recursos arrebatados a los venezolanos, se ha repartido entre los
camaradas en partes desiguales, las migajas para la “masa” y el resto para la
nomenclatura.
Paz es
tranquilidad, sosiego, concordia, buen trato.
En Cubazuela
ni la jefatura está tranquilo, vive con el fantasma del magnicidio. El agobio,
el irrespeto, la injusticia, la enemistad, la turbación, las riñas y pleitos
son cotidianos. La gente perdió el control sobre su vida, la incertidumbre le
impide planificarse a corto, mediano y largo plazo, ni siquiera saben si el
caos vial le permitirá llegar a tiempo o si tendrá luz o si conseguirá azúcar,
tampoco si vivirá al terminar el día.
El miedo ha
sido posicionado, entre otros, mediante la inseguridad. La gente se ha
encerrado tras las rejas de su casa y sólo ha invertido lo indispensable, por
si lo expropian-expolian-invaden.
El
sometimiento. Los totalitarios usan diversas tácticas, el régimen comunista en
China en su inicio se alió con la escoria. ¿Explicará esto la política de
impunidad que nos ha puesto “bajo control del hampa” y que ha llegado al
extremo de consentir a los reos el uso de armas de guerra, la extorsión, otros,
en y desde las cárceles?
La disolución
de las familias, la ruptura de amistades y la fuga de los talentos, ha sido
otra consecuencia nefasta de esta guerra no convencional, de 4ta generación y
asimétrica.
¡Cuánto dolor
y destrucción! No, la paz-sometimiento de la jefatura, saliente, no la
queremos. ¡Resistencia! ante este horror que tiene a la gente muerta en vida.
El cotidiano ya es difícil con los problemas normales para que adicionalmente
quienes están obligados a garantizar la verdadera paz desde las instituciones
del Estado, pretendan someternos mediante la incertidumbre y la violencia
atroces y sistemáticas.
Quienes
valoramos la paz lucharemos y oraremos por el rescate de la democracia.
elmon35@gmail.com
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