Hace mucho tiempo y de manera reiterada dijimos en estas
columnas que una de las salidas posibles de la crisis en que el kirchnerismo
colocó a la Argentina sería a través de un acuerdo entre los principales
gobernadores, cualesquiera fuesen sus matices ideológicos, pero siempre dentro
de un marco peronista.
Hoy, habida cuenta de la imposibilidad de que el vacío
de poder sea cubierto por un vicepresidente que no existe políticamente y está
acusado de corrupción sin que se le mueva un pelo, la tercera figura en la
sucesión, Beatriz Rojkés de Alperovich, debería convocar a elecciones en el
supuesto de que le alcance la obligación de hacerlo, pero la senadora por
Tucumán tampoco está en condiciones de asumir una responsabilidad que le
excede. Incluso si cumpliera con la obligación de llamar a elecciones
presidenciales, el lapso que se abriría para la lucha política terminaría por
acelerar un estado de anarquía que ya comenzó. Dicho esto, nuestros lectores
podrán tomarle el pulso a la gravedad de la situación incontrolable en que
caería nuestra ex República, un tema al que, con palabras parecidas, nos hemos
referido más de una vez sin que se produjera desmentido alguno.
A esta altura de las circunstancias, es innecesario repasar
los contenidos de este escenario donde reina la improvisación, la incapacidad,
la inconstitucionalidad de las medidas que se adoptan, la inseguridad física y
jurídica y un futuro de descomposición social que ahondará el proceso que se
agrava por momentos. Sopesados estos componentes de la realidad que nos agobia,
se hace necesario regresar al comienzo de este informe para entender aquello
que asegura que en política no existe el vacío y que si éste se produjera,
surgirían de inmediato las medidas para lograr el equilibrio posible. No más de
una decena de hombres se ha dedicado a intentar el camino que, obligadamente,
deberá concluir con el alejamiento legal de Cristina W. Fernández, legalidad
que prevé la posibilidad de caer en una situación contestataria y violenta,
según sean los intentos finales de la todavía Presidente para mantenerse en un
poder que se le escapa de las manos.
Lamentablemente, todavía no se llama a las cosas por su
nombre y se mantienen las incógnitas que desvelan a las cabezas más serenas del
justicialismo y que obviamente no desean que su agrupamiento se descomponga con
las mismas honduras que afectan a otros grupos partidarios. Antes de avanzar,
repetiremos que “la historia se repite” y que, con algunas variantes -muchas de
ellas de importancia-, ocurrirán los hechos en términos parecidos a lo que
vivió el país en las décadas de los años sesenta y setenta. En síntesis, que
las izquierdas serán enfrentadas por el movimiento obrero con Hugo Moyano a la
cabeza, la ortodoxia doctrinaria y una amplitud de criterio que abarcará a
otras corrientes, lo que producirá alianzas que todavía ni siquiera se han
perfilado. Por caso, el papel protagónico que una vez más le tocará al campo.
El gobierno sospecha los pasos que han comenzado a darse y
coincidentemente está decidido, de acuerdo con el ánimo que impulsa el alterado
comportamiento de Cristina W. Fernández de Kirchner, a acentuar un proceso de
propaganda, convencido de que es la vía apta para revertir la marcha hacia el
derrumbe. Así, se multiplican los discursos presidenciales a través de la
cadena comunicacional que siempre se reserva para los grandes anuncios y
acontecimientos pero que ahora se desgasta hasta llegar al hartazgo de la
población. Como si esto no ocurriera a simple vista -y antes de entrar de lleno
en la información de los hechos-, el ministro de Educación, Alberto Sileoni,
firmó un convenio con la Agencia Nacional de Noticias Télam S.A., con el objeto
de llegar directamente a un público joven de alrededor de tres millones de
estudiantes que representan a otros tantos hogares, a quienes se les regalaron
computadoras de mala calidad pero que funcionan. Quienes las poseen podrán
recibir una carga psicológica, ideológica, doctrinaria y partidaria
especialmente elaborada y para tener una idea de lo que comenzará a desarrollarse
de un momento a otro, la conducción de esta tarea está organizada por el
titular de Télam, Martín García, quien no dudó en comparar a Néstor Kirchner
con el Libertador general D. José de San Martín y con nuestro señor Jesucristo,
como ha sido público y criticado. De todos modos, huelgan los comentarios, pues
no caben las palabras para definir tamaño dislate.
De todos modos, sería interesante -interesante y necesario-
que se escuche la voz de la Iglesia, de las Academia de Historia y de otros
sectores que, como expresión de la decadencia, todavía no se han pronunciado
como es debido. Nos referimos a esto tan directa y sencillamente pues no
podemos caer en la sospecha de que rige el miedo que todo lo domina, así que
corresponde esperar que se levanten las voces que requiere la recuperación del
país.
Como si esto fuera poco -poco e insuficiente para definir un
estado de cosas que requiere de un cierto esfuerzo para hacerlo-, debemos
reiterar que está oficialmente confirmado que el director del Servicio
Penitenciario, Sr. Hortel, conduce un programa de orientación política a
reclusos que salen en libertad para aplaudir los discursos presidenciales y
hacer número en las concentraciones oficiales que concentran a más
“aplaudidores” y concurrentes pagos para hacer número y cobrar por su
entusiasmo.
Hace un tiempo dimos a conocer estas insólitas novedades
acompañadas por coloridas fotografías que, pese a todo, al comienzo no tuvieron
la repercusión que merecían, hasta que fueron ampliadas con más y más noticias
que alarman a la población, a las Fuerzas de Seguridad y Policiales y a
determinados políticos que presentaron en los ámbitos legislativos los
correspondientes pedidos de informes que no fueron respondidos. En otra parte
de este trabajo consignamos más elementos de juicio que en un país normal ya
habrían producido las consiguientes reacciones, por cierto ausentes en la
Argentina de la decadencia.
Vayamos ahora a los gobernadores que esperan el momento justo
para pronunciarse, aunque desconocemos todavía cómo serán los pasos que
significarán el intento de recuperar al peronismo tradicional, establecer
acuerdos y superar el caos en que estamos sumidos. Desde hace varias semanas y
en coincidencia con lo que parecen actos de desorden en la conducta de Cristina,
se pusieron en marcha conversaciones cuyo contenido ya se había tanteado en
distintas reuniones iniciadas a fines del año pasado o comienzos de éste.
Apenas avanzados los ataques de la Casa Rosada contra el gobernador de Buenos
Aires, ingresó en la atmósfera política un aire conflictivo y tenso que llevó a
un intercambio de ideas, sobre todo cuando la imagen de Daniel Scioli subía
mientras bajaba la de Cristina Fernández. Fue cuando avanzaron los ataques
destituyentes contra el jefe político de la principal provincia Argentina,
quien resolvió no modificar en un ápice la táctica de no enfrentar al poder
central. Esto exasperó a Cristina, a Carlos Zannini -el secretario que
realmente traza los grandes lineamientos del gobierno pese a que la viuda suele
actuar a veces sin su consejo- y a la “mesa chica” del kirchnerismo, que
enfrentaba problemas colaterales. Por ejemplo, la violencia del comportamiento
de Máximo para con su pareja y quien vendría a ser su suegra, lo que hace poco
derivó en su internación en una clínica muy importante a donde llegó después
del famoso viaje en el Tango 01.
Scioli, también atado a las encuestas, pudo apreciar que la
persecución a la que era sometido le daba ventajas sobre Cristina,
circunstancia que lo llevó a intercambiar ideas y los primeros acuerdos -en
realidad fueron difíciles y con altibajos- con Mauricio Macri. Así, los dos
distritos electorales más importantes iniciaban un acuerdo potencial que, con
la reserva del caso, prometía y promete modificar el horizonte político del
país. Simultáneamente y ya en época más cercana, se sumó a estas inquietudes el
gobernador de Córdoba, el “Gallego” de la Sota, quien avanzó varios pasos en su
firme desacuerdo con el poder central, que no le giraba (igual que a Scioli)
los fondos de la coparticipación que le corresponden. El centralismo fiscal
siempre ha sido motivo de grandes cambios políticos, revoluciones y
enfrentamientos.
En el ínterin, la imagen de Cristina y los problemas del país
se complicaban más y más, lo que amplió el círculo de preocupados
interlocutores con la presencia del gobernador socialista y principales
dirigentes justicialistas de Santa Fe. El socialista Binner y su actual
reemplazante no fueron ajenos a estos contactos, que produjeron consultas
adicionales con la Corte Suprema de Justicia, donde comenzó a analizarse el
comportamiento contra determinados jueces que resultaron antipáticos al más
cerrado poder del kirchnerismo. Como lo veremos en su momento, esto último
amenaza con convertirse en un escándalo internacional pero facilitó los
análisis realizados con la máxima autoridad judicial del país y así el Dr.
Lorenzetti recibió varias consultas que fueron simultáneas con su opinión
contraria a la reforma constitucional pensada para facilitar la reelección para
un nuevo período de Cristina Fernández. Sus palabras fueron publicadas y
despertaron una tormenta silenciosa pero intensa.
En vez de buscar acuerdos y desplegar una flexibilidad
política, el gobierno endureció su posición en todos los sentidos, aumentó el
malestar entre quienes eran enfrentados, “ninguneados” o dejados a un lado en
el ejercicio de sus funciones, hasta que llegó la desprolija incautación de YPF
y el surgimiento al estrellato del joven viceministro de Economía Axel
Kicillof, quien rápidamente supo granjearse enemistades y diferencias
ideológicas entre las que se destacaron su simultánea admiración por Keynes y
Carlos Marx. Al mismo tiempo y pese al ensalzamiento de la figura de Néstor
Kirchner -ÉL, en la jerga presidencial- mencionado como el verdadero gestor de
la independencia Argentina, se debilitó progresivamente a varias figuras
representativas del kirchnerismo de los primeros tiempos y entre ellas, la del
mismo ministro de Planificación De Vido, pese a ser el dueño de los mayores
secretos de este insólito gobierno. La decepción crecía y aumenta en las
propias filas.
El panorama comenzó a acentuar la incertidumbre dentro del
mismo oficialismo, donde algunos ministros no ocultaron ni ocultan su
preocupación por las actitudes contradictorias de Cristina, sus salidas
extemporáneas, las curiosas frases que llenan sus discursos, lo vacuo de sus
afirmaciones o negativas y la obviedad del montaje de los aplausos,
interjecciones y salidas que caracterizan a sus discursos que nada serio
aportan. Esto último es más que un simple detalle, habida cuenta de la gravedad
de la situación mundial y el desorden interno que vive la Argentina. Mucho más
podría agregarse sin olvidarnos de los papelones de Timerman, la carencia de
entidad de funcionarios, secretarios y ministros, la ya mencionada renuncia en
masa de los embajadores de carrera, la indefensión del país, el retiro de la
Gendarmería de las fronteras y el crecimiento del narcotráfico y otros asuntos
que llenarían páginas enteras, como ser la expresa molestia de los gobernadores
de las provincias petroleras, marginados de las decisiones sobre YPF y su
futuro. Podríamos agregar los pequeños y grandes negocios de los jóvenes de La
Cámpora, que ingresan a la administración y desplazan a viejos y probos funcionarios
o el crecimiento desordenado del gasto público, que inexorablemente concluirá
con la suspensión de los subsidios a quienes, acostumbrados, los reciben como
un derecho que reemplaza a la obligación moral del trabajo.
tabano@carlosmanuelacuna.com.ar
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