martes, 14 de agosto de 2012

BEATRIZ DE MAJO, COLOMBIA NO SE DEJA

Mientras el Gobierno sostiene cortas las riendas del país y hace cuánto está a su alcance para mantenerse dentro sus metas de crecimiento de mediano plazo, las inversiones de los colombianos fuera del país no paran de crecer
El país más estable del continente en medio de las turbulencias de los mercados internacionales ha sido Colombia. Ha conseguido mantener tasas de crecimiento de más de 4,5% cuando la desaceleración de grandes y pequeños países ha sido la regla. Esto ha sido obra de una atención minuciosa prestada por el Estado a sus variables macroeconómicas. Mejor que eso, el mantenimiento del vigor de la expansión colombiana es el producto de una anticipación estratégica de sus agentes económicos al rumbo que llevan las cosas en la escala global.
Colombia no es inmune pero sí es previsiva. La caída de los precios internacionales de los commodities ha sido un escollo difícil de sortear, más aun cuando el propio país, en su camino hacia convertirse en un país petrolero de alguna significación, ha visto recortado su ingreso petrolero de manera significativa. Este rubro aporta hoy 1 punto del crecimiento del PIB y no sólo los precios del crudo se han debilitado, la producción del país ha caído sensiblemente del lado de Ecopetrol y del lado de las operadoras privadas.
Así pues, cuando los colombianos en este momento se enfrentan, además, a una crisis sostenida en las economías de sus principales socios comerciales y de inversión, de nuevo el Gobierno dispara las alarmas y se preparar para adecuar su propio rumbo a las exigencias del estancamiento planetario. Es que las expectativas de crecimiento de su economía acaban de ser revisadas y modificadas hacia la baja por Barclays Bank.
Pero Colombia ya está haciendo lo propio, tanto en el sector público como en el privado. Las tasas de interés acaban de ser revisadas a la baja por el Banco Central y los analistas aseguran que no pasará mucho tiempo antes de que se repitan los recortes como una forma esencial de estimular la inversión y el gasto. Ya también los ministerios que se ocupan de la planificación de lo económico han anunciado una aceleración de la inversión gubernamental y del gasto público para el segundo semestre y a la inflación la mantienen en cintura de manera de que el control de los precios también sirva de motor al gasto y al dinamismo económico en su conjunto.
El elemento más difícil de manejar hasta ahora es el frenazo que la inversión privada extranjera está resintiendo debido una falta de confianza generalizada.
El capital es cobarde, esa es una realidad incontestable y Colombia sigue generando reticencias.
Pero la audacia empresarial colombiana no parece transitar ese tipo de sentimientos. Mientras el Gobierno sostiene cortas las riendas del país y hace cuánto está a su alcance para mantenerse dentro sus metas de crecimiento de mediano plazo, las inversiones de los colombianos fuera del país no paran de crecer.
Colombia no está blindada. Pero lucha con mucha fuerza contra la corriente.
beatriz@demajo.net.ve

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