No, no es un patriota: lo que lo mueve es la ambición de poder y no el
amor a la patria, que es también insuficiente. Si se atiende escrupulosamente
al concepto, necesitaríamos excluir al fanatismo, enemigo feroz de la procura
del bien. No existe patriotismo donde la justicia se encuentra comprometida. La
conciencia nacional jamás puede estar representada dignamente por obcecaciones
narcisistas, ni por delirios superficiales. Los adoradores ofuscados del culto
patriótico no buscan otra cosa que la dominación y el sometimiento: la humanidad
ha encarado grandes desgracias en nombre de muchas patrias manoseadas por
patrioteros ataviados de patriotas.
Un patriota genuino es adversario de la intolerancia y la división: un
patriotero, en cambio, estimula la violencia al amparo de tartajeos folclóricos
destinados a conseguir la subordinación reverencial de los más ingenuos... Son
ellos, los más débiles, el objetivo de estas tumoraciones que debilitan el
raciocinio hasta abrir paso a la sumisión absoluta, germen de todas las formas
de esclavitud. El secuestro de la racionalidad vale para cualquier extravío,
comenzando por la sacralización de la mentira y de quien la ejerce
desvergonzadamente y sin complejos.
Todo esto explica los excesos del evangelio bolivariano de nuestros
días, cuyo último episodio es ese rostro del Libertador violentado para
sobreponerle el semblante del que se cree un nuevo prócer independentista...
Pero Chávez no sólo reescribe la historia para convertir a Bolívar en un cuadro
referencial de la izquierda a la que dice encarnar: lo hace además para
encumbrarse jactanciosamente a sí mismo, atropellando la iconografía en el
intento de hacerla parte de las diferencias raciales que se afana en
fertilizar... Al comandante de la revolución no le basta tasajear el
pensamiento del Libertador para sembrar una falsa discordia ideológica: sin
medir consecuencias, ahora parcela a los venezolanos por su color y fisonomía.
Como la bandera de ocho estrellas, como el caballo buscando la
siniestra, ese Bolívar de Chávez dibuja la Venezuela dividida y polarizada de
la que "el proceso" se nutre: cada cual tiene su bandera, su escudo y
su Bolívar, del mismo modo como cada cual se asume en el contexto de la
"nueva independencia". Esto es, sin más, el relato oficialista que nos
presenta la actualización de las viejas fragmentaciones del país, donde ahora
tiene lugar una renovada lucha entre "patriotas" y descarriados, en
paralelo a otra en la que se enfrentan también los venezolanos herederos del
tono cromático de sus antepasados... Esa es la Venezuela "hecha en
socialismo": una nación donde la Patria vuelve a ser pretexto... una
nación descaminada donde manda la frivolidad del patrioterismo.
argelia.rios@gmail.com
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