La votación opositora dibuja una línea ascendente y la del oficialismo se asemeja a trazos quebrados
Sí, Capriles
puede ganar: su victoria no es improbable y ni el propio oficialismo la
descarta. La nomenclatura roja sabe que, pese a lo que dicen las encuestas,
sería una ingenuidad admitir que la oposición obtendrá su misma votación de
2006, tal como ellas lo anuncian. La revolución es consciente de que, desde el
año 2007, los desempeños electorales de cada uno de los polos han venido
experimentando cambios sensibles, imposibles de menospreciar.
Alertas ante
la decoloración del discurso presidencial, los arquitectos de la campaña de
Chávez admiten la insuficiencia de los números y la necesidad de
complementarlos con variables cualitativas. Por eso no se conforman con los
porcentajes, a los que prefieren agregar datos duros de la realidad: uno de
ellos, el crecimiento sostenido de la oposición, reflejada con fidelidad en la
seguidilla de elecciones ocurridas a partir de la fallida reforma
constitucional.
Mientras la
votación opositora dibuja una estable línea ascendente, la del oficialismo se
asemeja a los trazos quebrados de un electrocardiograma, en el cual se plasman
pronunciadas y riesgosas variaciones que dan cuenta de la intermitencia e
impredecibilidad del voto bolivariano. Jornada tras jornada, el campo
democrático ha exhibido progresos indiscutibles, todos contrastantes con la
volatilidad y estancamiento del chavismo, cuya mejor votación -los 7.3 millones
de 2006- no ha podido ser reeditada, ni mucho menos superada.
Los 6.3
millones de votos alcanzados por Chávez en la enmienda de 2009 merecen una nota
adicional: en esa oportunidad, la oposición conquistó 5.2 millones de votos
duros -300 mil más que en la jornada anterior-, cuya espontaneidad sorprendió
hasta a la dirigencia democrática, que se inhibió de hacer campaña por el NO, a
causa de su discreto respaldo a la reelección indefinida de gobernadores y
alcaldes.
Las mediciones
de 2008 y 2010 reconfirmaron el cercano y consistente acecho de la oposición:
en la primera, la diferencia fue de apenas 600 mil votos a favor del
"proceso", que dos años después resultó derrotado por casi 200 mil
votos, en las parlamentarias... El corolario es claro: la errática votación
revolucionaria difiere del acompasado ascenso de la opositora y contraría del
todo la eventualidad de una involución como la que literalmente anuncian las
encuestas. Mucho menos cuando ellas mismas, a diferencia del pasado,
transparentan a una oposición muy bien valorada y a un Capriles cuya campaña
posee también altos dígitos de aceptación. El detalle explica el primer éxito
político atribuible a Capriles: el de resellar en la opinión pública la
expectativa de una victoria, ya no sólo posible, sino probable. Es eso lo que
ve la nomenclatura.
argelia.rios@gmail.com
@Argeliarios
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