lunes, 30 de julio de 2012

OSWALDO ÁLVAREZ PAZ, RESPETO Y LA CONFIANZA, DESDE EL PUENTE

No puede esperar respeto quien no respeta a los demás. Especialmente cuando se tiene la responsabilidad de ejercer la presidencia. Es el caso venezolano. No recuerdo en la historia nacional una etapa tan trágica en materia de respeto a los ciudadanos. Aquí se desconoce el ordenamiento jurídico, desde la Constitución hasta leyes, reglamentos y decretos dictados por el propio régimen. La inseguridad jurídica, además de la referida a las personas y a los bienes, abre un espacio enorme a la incertidumbre que atormenta a la mayoría de la población. 

El Presidente falta el respeto a todo el mundo. A ricos y a pobres, a los representantes de las iglesias y del mundo económico y social, a jóvenes y viejos. Desprecia las instituciones y menosprecia el real sentido de su existencia. Maltrata a propios y extraños, incluidos algunos de sus más cercanos colaboradores. 

Por supuesto, en catorce años nadie se engaña con relación al visible fracaso de una gestión para el olvido. Una de las consecuencias mayores es que el pueblo le perdió el respeto a quien lo ha irrespetado tanto. No hay forma de recuperarlo. Además luce agotado física y mentalmente cuando el dinero dejó de ser suficiente para generar expectativas favorables.
Un alto militar activo, con destacada posición en las alturas, comentaba que buena parte del problema es que el presidente no confía en nadie, “ni en su propia sombra”, pues sabe que ya muy pocos confían en él. Están decididos a no depender más de la suerte de quien posiblemente sea derrotado en la elección que se avecina. Una suerte de extraña conspiración de silencio se desarrolla en el oficialismo. 
Se trata de un sálvese quien pueda que preocupa sobre manera al núcleo duro del chavismo, cada día más reducido. En el mundo de las fuerzas armadas todos son sospechosos. Unos de ser adversarios del régimen porque creen en la necesidad de un cambio y otros, sospechosos de ser sapos al servicio de unos cuantos jefes. 
La vida en ese ambiente de recelos y desconfianza, es insostenible. Sobre todo tratándose de gente que viven y trabajan juntos con lazos de amistad personales y familiares de mucho tiempo. No hay respeto ni confianza en Chávez. Se acabó.
oalvarezpaz@gmail.com  

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