A riesgo de que algunos dejen de leerme al punto, debo decir que
Chávez es gracioso. Que sí amigos, Hugo es chistoso y simpaticón.
Si no fuera el presidente que es, sería el pana perfecto para
animar una velada.
Cuentista y cuentero –que no son lo mismo- se inclina por la
comedia y más veces que menos, explota aquello de usar a su audiencia para
hacer un chiste. Como aquel inolvidable “lapsus brutis” que le endilgó a
J.V.Rangel.
El otro día por ejemplo, cuando Chávez interpelaba a la bancada
opositora por sus caras serias en la AN empezó a bromear sobre y a costa de
ellos. El diputado Marquina contenía la risa mascando a velocidad ultrasónica
su chicle, Juan Carlos Caldera reía a todo dar. Pero María Corina- ah mujer
pa’arrecha- , le aguó el guarapo. No hubo frase, referencia, mirada, gesto ni
provocación de Hugo que moviera un pelo de sus gruesas y bien cuidadas cejas.
En twiter comenté que Chávez hubiera cambiado las risas de toda
la AN, de todo el país incluso, por quebrar, aunque fuera una fracción de
segundo, la indiferente impavidez de María Corina ante sus gracias. Su
frustración al no lograrlo fue colosal y sobre todo, visible.
Y ese día comenzó a forjarse este artículo.
Chávez necesita hacer reír y lo mata la indiferencia antes que
la crítica. Para él esas risas que provoca, son su aire, su vida messssma
porque le hacen sentirse reconocido, valga decir, aprobado.
Sabrá Dios-porque a mí la verdad no me importa - qué
frustraciones espolean ese hambre insaciable y glotona de sentirse aceptado.
Aceptación que, ¡Ay pobre de Hugo y pobre de nosotros por ello!
no le bastó de la mayoría abrumadora que lo eligió aquel lejano ’98. Su
tragedia es que la quería de todos. No supo aceptar las excepciones. Y eso ha
marcado el paso -y sobre todo los traspiés- de su presidencia: no saber
afrontar que no todos lo querían.
Por no aceptarlo, en lugar de bien-gobernar para demostrar que
la mayoría que lo eligió estaba en lo correcto, se ensañó con los que éramos
minoría. Perdió la oportunidad de hacer el gobierno formidable que hubiera
podido hacer y con el que, de paso, no sólo podría habernos conquistado, más
que eso, nos habría desmentido. Pero optó por las embestidas y ellas dieron
como resultado un producto contrario al que buscaba. No lo digo yo por
opositora, a viva voz lo dicen los números: en 2006 obtuvo 7.300.000 votos, en
2009 6.300.000 , en 2010 5.300.000 votos. Dicho en cifras, se dedicó a perder
sistemáticamente esa mayoría que una vez lo acompañó y –oh fatal fatalidad-
demostró con ello que los que nos opusimos a él desde el principio estábamos en
lo correcto.
Cavilaba sobre esta necesidad patológica de Chávez de querer que
lo quieran a toda costa, cuando la pantallita azul empezó a transmitir imágenes
de Henrique Capriles desde una calle cualquiera de las tantas que viene
recorriendo, desbordadas todas ellas de gente que quiere verlo, tocarlo y
escucharlo. Incluidos los que una vez tocaron y escucharon a Chávez. El mismo
Chávez que hoy anda en carroza para evitar ese contacto.
El contraste se hizo palpable y fosforescente: en esas imágenes
de multitudes acompañado a Capriles había mucho, pero que mucho más que risas y
alboroto. En esas imágenes había Alegría. De la genuina. Desbordante.
Contagiosa ella.
Borboteaba desde la pantalla la que exudaba Capriles y la había
en cada uno de los que habían ido a verlo y escucharlo. Más hambrientos de
alegría que de risas. No fue flor de un día: lo vemos repitiéndose y creciendo
en cada evento.
Una frase se me ancló como una certeza absoluta: Chávez hace
reír. Capriles genera Alegría
Como suelo hacer cuando tropiezo con esta línea de pensamiento,
decidí buscar las diferencias entre “risa” y “alegría”. Navegué desde las
páginas científicas hasta las esotéricas. Menuda diferencia…menudo abismo...En
pocas frases, he aquí algo de lo que encontré.
“La risa es una respuesta a un estímulo. Una reacción.
La Alegría en cambio, es una emoción.
La risa explota en la garganta y acaba en los labios.
La Alegría nace y se queda guindada en el alma.
La risa depende de las contracciones del diafragma con
contracciones involuntarias de los músculos faciales y resonancia de la faringe
y el velo del paladar.
La Alegría es un estado interior luminoso que genera bienestar,
altos niveles de energía y una poderosa disposición a la acción constructiva.
Quien es feliz, puede reír o puede no hacerlo.
Quien sólo ríe, no necesariamente es feliz…”
Apliqué lo leído a las imágenes de la AN y a las del desfile del
5 de Julio. Pude precisar el don de Hugo para hacer reir, sumado a su poder de
encadenar audiencias que, estemos claros, no es lo mismo que cautivar
audiencias. Comparando las imágenes de los dos candidatos y sus actividades
públicas, indudablemente Chávez hace reír. Pero él y los suyos han perdido la Alegría.
El fundamental ingrediente ganador que desborda, inunda y se contagia en las
calles atestadas de seguidores de Capriles, aún cuando les ponen barricadas.
Sobre todo cuando se las ponen…
Porque para consternación de los que intentaron robárnosla, como
dice aquel refrán “La alegría es aquello que no ocupa lugar alguno y sin
embargo lo llena todo a su alrededor”.
Si…como dijo un pana twitero, esto no es una campaña, es una
causa.
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