sábado, 28 de julio de 2012

JORGE CAJÍAS, EXPROPIADO EL ROSTRO DE BOLÍVAR

A lo largo de nuestra vida republicana no ha habido un Presidente de Venezuela, elegido democráticamente o no, que no haya empleado a Simón Bolívar para cometer cualquier atropello o arbitrariedad. Es clásico que se use su imagen y detrás de esto venga el abuso del gobernante de turno. Estos catorce años no han sido una excepción, en donde se ha exacerbado este crónico atropello hacia el Libertador.

Bolívar es la palabra más manoseada por Chávez, convertida en nefasta obsesión por el primer mandatario que ha bautizado incluso planes con la denominación de "Bolívar", que terminaron siendo no solo grandes fracasos sino además contundentes y explosivas fuentes para la corrupción y enriquecimiento ilícito, mancillando con ello obviamente la memoria del Padre de la Patria.

La manía en que se ha convertido para Chávez el uso del pensamiento y obra de Bolívar se basa en un profundo vacío en el arsenal de las ideas, que lo ha acompañado desde el 4 de febrero de 1992, en su proyecto de convertir a Venezuela en país sumiso a paradigmas superados y derribados.

Chávez en su constante propaganda sobre Bolívar, lo ha hecho ver como un genio inigualable, una especie de extraterrestre insuperable, y solamente él, a punta de hazañas cuartelarías, es el que más se le parece. Incluso ha denunciando ante el mundo que Bolívar fue asesinado -¡pequeña bagatela!- y que nació en Birongo y no fue el 24 sino el 25 de julio.

Como agravante de la sinrazón presidencial por Bolívar, ahora ha surgido, consecuencia de la profanación ideada y ejecutada desde los olimpos gobernantes, el nuevo rostro de Bolívar, el cual se lanza al mundo con el objeto de barrer la otrora figura del blanco mantuano que ha perdurado por más de cien años en el imaginario colectivo, y sustituirlo ahora por un rostro que en forma obvia representa el mestizaje de la época, pero no al Bolívar descendiente de españoles.

La permuta del rostro de Bolívar en sendo acto presidencial, en cadena nacional, recuerda a Cabrujas cuando invoca la escena de Bolet Peraza sobre "La Pasión de Cristo", en el Teatro Maderero, donde Jesús pide agua y dos centuriones empapan esponjas con hiel y vinagre, y se las acercan a la boca del crucificado, cuando de repente empiezan a oírse grandes carcajadas en la sala porque la gente suponía que las esponjas estaban repletas de heces fecales. Dice Cabrujas que mientras mayor era el sufrimiento de Cristo, más vigorosas eran las risotadas de los espectadores. Hasta que un niño gritó: ¡Es que ese no es Cristo! ¡Ese es el hijo de Estelita con el chichero de la esquina!

La falta de majestuosidad en la revelación del nuevo rostro de Bolívar se expresa cuando luego que Chávez mencionara estudios científicos y genéticos de los restos del Libertador, a un país paralizado por primera vez ante una cadena presidencial por semejante noticia, muestra nada menos y nada más que la cara del hijo de "Estelita con el chichero de la esquina", perdiendo Bolívar en manos de Chávez, su tradicional glamour de héroe centenario y convirtiéndolo en alguien que se parece más al tumulto y montonera histórica que vivimos, donde ser expropiado es una rutina más. El rostro de Bolívar no ha sido la excepción. Por ahora.

@jcajias

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