sábado, 21 de julio de 2012

JAIME REQUENA, PRIMEROS CONSERVANDO

         De acuerdo al Índice Global de Innovación 2012 de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual, Venezuela ocupa el primer lugar ­de la cola para arriba­ entre todos los países de América Latina; muy por debajo de otras naciones de menor desarrollo económico de la región como Nicaragua, Bolivia y Honduras. A nivel del planeta, de un total de 141 países, andamos en la posición 118, superando sólo a algunas de las naciones africanas y asiáticas más pobres del globo con un desempeño menor que el que estamos mostrando.
    Desde ese puesto en el escalafón de la capacidad de desempeño tecnológico, Hugo Rafael Chávez Frías propone el 7 de octubre darle el empujón definitivo a su tarea mesiánica de salvar a la humanidad con base en los frutos del trabajo intelectual de revolucionarios tecnólogos bolivarianos, devotos de propulsar sensaciones antes de generar resultados tangibles.
    Y allí está el meollo del asunto. En la medida que conservar es el mejor antónimo de "innovar", nuestro sistema de ciencia y tecnología no parece ser el más indicado para producir desarrollos tecnológicos que mejoren la calidad de vida de nadie ­ni de nosotros ni de otros. Nuestro pobrísimo desempeño hoy en día en los dominios de la creación de conocimiento o la innovación es la inevitable consecuencia de políticas erradas en ciencia, tecnología y educación superior de los últimos 14 años. No es el fruto de políticas imperiales en contra nuestra ni el de acciones malintencionadas de entes comerciales foráneos o de aparatos de inteligencia adversos. Es el resultado de la extrema bruteza, revanchismo, sectarismo y exclusión de unos ignorantes que decidieron gobernarnos bajo los preceptos de un posmodernismo cocinado en el más puro parrioquialismo salpicado de un clientelismo político aderezado con realazos a granel. Ello en vez del método científico, la formación y los conocimientos, los méritos profesionales o la asignación de recursos mediante evaluación de pares.
    En 14 años el país ha perdido buena parte de su capital humano para ciencia, tecnología e innovación. Los principales laboratorios de universidades e institutos de investigación se encuentran obsoletos y fuera de uso mientras que las unidades de innovación y desarrollo tecnológico de las empresas de Estado y de los más importantes conglomerados industriales del sector privado, se encuentran reducidos a nada. Basta preguntar qué hay de la producción de patentes en el país para comprobar lo acertado del juicio de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual.
    Afortunadamente, el 7 de octubre el país tiene la oportunidad de detener esa debacle intelectual que ha sido la destrucción de nuestro estamento creador de conocimiento mediante la elección de Henrique Capriles Radonski. Los que hacemos ciencia y tecnología aquí vislumbramos un camino para regresar a la senda de cultivar el intelecto.

conciencia.talcual@gmail.com
@jaimerequena

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