miércoles, 18 de julio de 2012

FERNANDO OCHOA ANTICH, DESESTABILIZACIÓN O FRAUDE CONTINUADO

Hugo Chávez, en su primera rueda de prensa como candidato, y  Henrique Capriles en su respuesta plantearon el gran dilema de la campaña electoral: “la oposición, aliada con los Estados Unidos, intenta subvertir el orden constitucional el  día de las  elecciones”; “el fraude continuado del régimen ilegitima cualquier resultado favorable al candidato oficialista”. 

En esa misma rueda de prensa, Hugo Chávez rechazó firmar el acuerdo político planteado por Henrique Capriles, mantuvo que sólo reconocería el resultado electoral que anunciase el Consejo Nacional Electoral, aceptó que la oposición se había fortalecido electoralmente con el inicio de la campaña y se mofó del candidato opositor al rechazar la posibilidad de un debate público. Estos primeros escarceos señalan los riesgos  de violencia que puede vivir Venezuela durante las elecciones.

Analizar y discutir los distintos puntos de vista de esta polémica, buscando determinar la verdad de los distintos argumentos es de gran trascendencia. Los fundamentos de la acusación de Hugo Chávez son realmente baladíes. Ella se basa en dos razonamientos: el primero: la oposición provocará un proceso de desestabilización nacional, en cualquier circunstancia, para no reconocer el resultado electoral anunciado por el CNE. El segundo, la oposición es apoyada, en este intento desestabilizador, por los Estados Unidos.  Ciertamente, la oposición ha señalado que no será suficiente el conteo de los votos por el CNE, si éste no es transparente. Los Estados Unidos han señalado públicamente, por distintos voceros del Departamento de Estado, que aspiran un proceso electoral equitativo. Eso no es conspirar.
Profundicemos en el tema. Veamos la primera acusación: “la oposición no reconocerá el resultado electoral el 7 de Octubre y convocará a grandes manifestaciones de protesta buscando desestabilizar a Venezuela”. Esta actuación sólo podría justificarse éticamente si realmente existen suficientes elementos para considerar que hubo un fraude durante el proceso electoral. La oposición democrática ha resumido su posición en una frase lapidaria: “el régimen, en complicidad con el CNE, realiza un fraude continuado”. 
¿Tiene algún fundamento esta acusación? Realmente, creo que sí. Veamos. El problema comienza por la propia constitución del CNE. Tres de sus miembros fueron militantes activos del PUSV, la presidenta es una funcionaria electoral, pero ideológicamente vinculada al chavismo y el quinto miembro ha demostrado cercanía con la oposición.
Esa composición limita totalmente la imparcialidad del CNE para ser garante de un proceso electoral. No hay duda de esta realidad. Para colmo, no existe ninguna posibilidad de revisar las decisiones de este órgano administrativo. El Tribunal Supremo de Justicia está constituido casi en su totalidad por magistrados comprometidos con el régimen chavista. Una decisión contraria al oficialismo es impensable. Además de este complejo panorama, Hugo Chávez ha logrado, a través del tiempo, una total hegemonía comunicacional. A excepción de Globovisión, un canal de señal abierta sólo en dos ciudades: Caracas y Valencia, el resto del espectro comunicacional está controlado por el régimen a través de emisoras del propio Estado o por medios de comunicación privados, totalmente mediatizados por las amenazas de CONATEL.
            Para colmo, esta Comisión aplica con manifiesta intención de favorecer al oficialismo la Ley sobre Responsabilidad Social de Radio y Televisión. En base a esa ley y a su reglamento se obliga a todos los medios, públicos y privados, a ceder un número muy significativo de espacios gratuitos para que el gobierno los utilice, no en la promoción del interés colectivo, sino como parte de su campaña electoral. No satisfecho con esta exagerada promoción de la candidatura oficialista, Hugo Chávez encadena casi diariamente a todos los medios de comunicación para tratar de fortalecer aún más  su imagen. El dinero público se utiliza, sin ningún control, para financiar su campaña electoral. No satisfecho con todas estas ventajas, se han creado un conjunto de medidas electrónicas  para tratar de crear en la conciencia colectiva dudas en el secreto del voto.
La primera acusación de Hugo Chávez, la oposición prepara un proceso de desestabilización, pierde total credibilidad ante su negativa de firmar el acuerdo propuesto por Henrique Capriles. Su contenido es de gran trascendencia. Resumamos algunos de sus puntos: “Los candidatos se comprometen a aceptar los resultados que sean producto de un proceso electoral transparente que recoja la voluntad de los electores; el candidato presidente se compromete a no usar cadenas de radio y televisión para promoverse; no se utilizarán fondos públicos en la campaña electoral, ni se hará propaganda encubierta”… La segunda acusación, el apoyo del “Imperio norteamericano” a un proceso de desestabilización nacional, la rechazó el presidente Obama en unas terminantes declaraciones. En conclusión, Hugo Chávez está desesperado.

fochoaantich@gmail.com

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