sábado, 9 de junio de 2012

NELSON MAICA C., SALVE ESTADO, POLÍTICA

Libro: “El otro sendero”, por Hernando de Soto. El Perú, hace algún tiempo, inicio una gran tarea: integrar y formalizar a los informales. Casi 100.000 comerciantes informales (buhoneros para nosotros) de Lima dominaban la distribución minorista de artículos de consumo populares, sujetaban el 93% del servicio de transporte urbano, desarrollaron sus propios derechos e instituciones (normatividad extralegal, derecho que suplanta a otro que no funcionaba).
El país, sus rentas públicas perdían una buena cantidad por impuestos y servicios. Allí estaba una evidencia de la tradición comercial, el derecho a la propiedad privada y ningún rastro de feudalismo.
Al Estado no le quedaba otra salida: otorgar títulos de propiedad para generar más riqueza.
¿Por qué el tema? Sencillo: solo la participación de las personas hace posible una reforma institucional con posibilidades de permanencia en el tiempo. Si se busca o se quiere progreso, desarrollo económico capitalista sostenido, hay que contactar y estimular a las personas, solo así caminaremos por “el otro sendero”, el “sendero del progreso”.

¿Cuál es la clave? Estimular el progreso, el desarrollo, alcanzar el capitalismo, permitiendo que millones de personas pobres, pero emprendedoras, empresarias, comerciantes informales, se incorporen, se integren y formalicen, sin burocratismo y tanto papeleo, con un nuevo y ágil sistema legal, a la normalidad formal. Integrar la actividad informal, legalizarla. Eliminar los monopolios, sobre todo, el del Estado. Democratizar el crédito y alejarlo de la política y de la burocracia.
Algo semejante nos parece haberle oído a la ciudadana María Corina Machado cuando exponía sus puntos de vista en la precampaña para la candidatura de la oposición, MUD.
¿Cuándo se produce la informalidad? Cuando la población busca fines moralmente legítimos a través de medios legales no permitidos, es decir, a través de la ilegalidad. En otras palabras, son prácticas ilegales que se hacen necesarias para realizar contratos o intercambios legítimos. (Legítimos, se entiende, en una sociedad libre. Respetar y darle seguridad a la propiedad privada)
Surgen, entonces, usos y costumbres alternativos al derecho oficial que tienen un sorprendente parecido con las normas que los liberales clásicos han sostenido, son las normas justas de una sociedad natural.
Lo que Hernando de Soto ha descrito, por consiguiente, es la situación de una sociedad mercantilista absolutamente sobrepasada por los hechos.
La situación actual de Venezuela tiene mucho que ver con eso, a pesar de la oferta gubernamental comunista socialista y de 13 años en el ejercicio del gobierno con todos los recursos del mundo.
Ahora bien, esta especie de laissez-faire que se produce en el sector informal, paralelo, como se le quiera denominar, no es lo mejor de este mundo:
1.         Porque el costo de operar en un sistema sobre regulado es enorme: los costos de transacción son muy altos y la incertidumbre es permanente. De manera que el sistema, por el hecho de operar en la ilegalidad, tiene un costo.
2.         Porque las sociedades que han logrado constituirse al margen del derecho formal, sobre todo en zonas poblacionales, tienden a generar un Estado guardián, es decir, surge una autoridad coercitiva que se encarga de hacer cumplir los contratos y de castigar a los que los violan.
3.         Por consiguiente, no se produce una situación en la cual el Estado desaparece.
¿Y la seguridad? Para todos. ¿Publica? ¿Privada? La verdad que asomarse al tema de la seguridad publica venezolana, la que esta obligado el Estado a proporcionarnos a todos, conmociona. Un Estado forajido, fuera de ley, fuera de la constitución vigente, cuál seguridad puede ofrecer a los ciudadanos. Dejemos esta parte para otra oportunidad.
Con relativa frecuencia se dice que la existencia de policía privada -cada vez más extendida en el mundo- de alguna manera mostraría que el Estado no es necesario. El argumento debería ir más lejos, porque la existencia de la policía privada o de la seguridad privada eficiente no demuestra que el Estado es innecesario o sustituible. La seguridad privada, en el fondo, lo que hace es permitir el pago de ciertos servicios de protección que constituyen un añadido, un agregado, sobre la base de que el Estado existe.
Es algo similar a lo que ocurre cuando el régimen venezolano garantiza seguridad social, jubilación, pero las personas hacen aportes. O lo que ocurre en salud: el régimen garantiza la salud, pero las personas deben hacer gastos superiores a sus recursos.
El régimen venezolano garantiza el orden social, protección, que en la practica, hoy, no es tal y tiene que ser complementado por vías privadas; pero de esa manera no surge un Estado privado. ¿Por qué? Porque lo que caracteriza al Estado es la pretensión, la aspiración a ser el único órgano que tiene el poder coercitivo en forma legítima en la sociedad. Toda otra estructura de mando debe someterse a él.
Pero no es inherente a la existencia del Estado el que todas y cada una de las funciones coercitivas estén dirigidas en forma centralizada. Es perfectamente posible que haya ámbitos de autonomía relativa, siempre y cuando estén subordinados, en última instancia, a la estructura general.
Entonces, por mucha policía privada que haya, no desaparece el Estado sino en la medida en que cada una de esas policías privadas pase a ser, en un territorio determinado, la última palabra en materia coercitiva, y bajo ningún concepto admita que otro ejerza la fuerza en esa zona. Los casos de seguridad privada, al menos los mas publicitados, están muy lejos de significar esto. Son, en el fondo, transacciones al interior de un Estado que retiene su aspiración de detentar el poder exclusivo. Esta aspiración es una meta ideal. El Estado nunca tiene, en la realidad, el monopolio de la violencia, tampoco nunca renuncia a esa aspiración. Es, entonces, una de esas ideas que dan sentido al Estado, que constituyen una meta nunca obtenible pero nunca posible de abandonar.
En el fondo, lo que subyace en esa aspiración es la aspiración a ser regido por normas universales de derecho. Y la humanidad nunca lo ha conseguido y, a la vez, nunca ha dejado de aspirar a ello. Esa es un poco la paradoja que está envuelta en el concepto de Estado.
¿Y, el dinero? Unos dicen que el dinero, en cierto modo, es una "idea reguladora". Es decir, hay algo en el dinero que es ideal, que no es una realidad empírica. El principal medio de intercambio (o, si se prefiere, el bien más intercambiable), nunca llega a ser tan excluyente.
En ese sentido, la idea de una moneda única seria una idea reguladora, es decir, una meta que ni se abandona ni se logra. Por eso la aparición de monedas alternativas parece inevitable, tanto como es inevitable la tendencia a ir vinculándolas con una principal o dominante.
No tengo, por ahora, la certeza de por qué se produce esto, ni sé si es necesario, pero supongo que algo tiene que ver con la existencia de un Gobierno capaz de establecer impuestos y de determinar en qué moneda quiere que se le paguen esos impuestos. Supongo que ahí hay una decisión que tiene que tomar “la población” y que influye fuertemente en este tema.
Obviamente, el Gobierno, hoy, no es libre de fijar a su antojo cualquier moneda o cualquier medio de pago, pero también es cierto que el Gobierno tiene una fuerte capacidad para influir en este mercado.
¿Hasta qué punto es factible imaginar dineros competitivos como una fórmula estable dada la existencia del Estado, dada su capacidad de exigir el pago de impuestos en una moneda determinada, y hasta qué punto existe siempre, en alguna medida, una situación de dineros alternativos o competitivos como una realidad empírica, aunque siempre como una realidad en vías de ser superada, como una realidad transitoria?
Tips:
•           Victimas del comunismo socialismo en el mundo: Vietnam del norte, 1945-1987, 1.600.000 victimas, régimen comunista.
•           Tamaña irresponsabilidad de todos: permitir, aceptar, inscribir un candidato gravemente enfermo. ¡Locura colectiva! Entonces, de nada vale una queja, una denuncia, una protesta, un grito de libertad. ¡Tamaña barbaridad! ¡Pero si a los bárbaros los dejamos atrás o eso creíamos!
•           Bochinche: con los recibos de servicios, tales como CANTV y LUZ, no llegan a los domicilios con regularidad y puntualidad, para empezar; en muchos casos alterados.
•           ¿Puede la Universidad, por lo menos, abrir una averiguación sobre la utilización del titulo otorgado? ¿En cuales casos? ¿Hay antecedentes?
•           ¿Estamos en tiempos similares, salvo distancia, preliminares al totalitarismo nazi, comunismo-socialismo, fascismo? ¡Detengamos tal regresión!
Lema histórico de Venezuela: “Dios y Federación”. Orquídea.- Delta Amacuro: Mangle Rojo.
 “Una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja”, proverbio italiano.
nelsonmaica@gmail.com

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