sábado, 16 de junio de 2012

GODOFREDO RIVERA, MEXICO: EL TUFO SOCIALISTA Y PEJISTA DE “YO SOY 132”

Con López en la presidencia, algo sí es seguro: el regreso del viejo PRI otros 70 años más. Por eso no soy ni seré 132.
La semana pasada algunos lectores se molestaron con quien esto escribe, en razón de que afirmé que el movimiento “yo soy 132” es pejista y con un fuerte tufo socialista. Algunos expresaron ser miembros de dicho movimiento y no ser pejistas; otros más afirmaron incluso ser liberales de la Escuela Austriaca. 

A los socialistas pejistas, perdón, no les respondo pues ya antes he debatido con ellos y he comprobado en estos años que es una vil pérdida de tiempo. Sólo insultos y descalificaciones se espera de los fans de López. Intolerantes, igual que su ídolo de pies de barro. Por supuesto, agradezco a los bien intencionados correos (la mayoría). A quienes no insultan y simplemente difieren de la opinión de este analista, les muestro el mayor de mis respetos, eso es parte de una sociedad abierta y democrática y quien esto escribe, definitivo, no es el dueño absoluto de la verdad (sólo el Mesiánico tabasqueño se siente el dueño absoluto de la verdad). Así que aquí no se censura a nadie, incluyendo a los pejistas cuyo rencor y odio, definitivo, les hace más daño a ellos.

Yo no soy nadie para dudar si algún participante de este movimiento no es seguidor del peje. Incluso me da gusto saber que algunos de este movimiento sigan esta página (Asuntos Capitales) y se empapen de la cultura de la libertad. De veras, lo celebro. Así que mi posición no es ofender a nadie que se diga liberal y participe en yo soy 132.

No obstante lo anterior, perdón, pero sean más cuidadosos, en particular si se dicen liberales, en ser seguidores de un movimiento claramente chilango y pejista (la mayor agitación del movimiento se ha dado en el DF; en provincia la participación es marginal, y tal vez deje de serlo conforme más pejistas se adhieran a “a yo soy 132”).

Y tal como lo afirmé, hay profesores “progre” detrás de dicho movimiento. Son socialistas, en particular de la UNAM y la Ibero (algunos dan clase en ambas universidades) y marginalmente de otras universidades privadas que condenan al “maldito capitalismo materialista”; los “profes progre”, que pululan en el DF, han anunciado ya su afiliación a “yo soy 132” (cualquiera puede verlo en internet o visitar la página de yo soy 132).

El movimiento no puede menos que simpatizar con López. En sus mítines se oyen consignas como, “muera el neoliberalismo” (¿de veras saben qué es eso?); “apoyo total al SNTE” (¿conocen de verdad a este gremio chupeteador del presupuesto público y obstáculo para la modernización educativa?); “por una educación pública y gratuita” (¿sabrán que esa es precisamente la causa de la mala educación en México?); “hay que apoyar más al campo” (cómo se ve que no saben nada de los subsidios anuales multimillonarios a “los campesinos”); “más becas para todos” (quitarle a unos para darle a otros); “por una pensión universal” (¿a qué costo?, cómo se olvida la quiebra europea); “hay que democratizar a los medios de comunicación” (¿a los medios pejistas también?, porque entonces se puede pensar que ser pejista es ser democrático y no, lo contrario; perdón eso es vil fascismo chavista); “repudio total al TLC” (es propio de los socialistas rechazar el libre comercio y ser proteccionistas, pues creen en la vieja y falaz teoría latinoamericana de la dependencia); “no a la entrega de Pemex a los extranjeros” (o no saben escuchar bien, pero ningún candidato propone eso); “apoyo total a “Occupy Wall Street” (esto sí no me sorprende, la solidaridad con un movimiento también de inspiración socialista); “extrañamos a Mario Aburto” (qué aberración mostrar estima por un asesino); “por un alza de emergencia a los salarios” (aunque cause espiral inflacionaria, cómo se olvida la historia); “hay que detener el alza a las gasolinas” (¿conocerán por qué sube este precio?); vaya, hasta universitarios de universidades privadas gritan “goya”, “goya”…

El movimiento “yo soy 132” no es un movimiento espontáneo (tal vez sólo lo fue al inicio), no se trata del “despertar de la juventud” y menos es “la primavera árabe”, esa que surgió para derribar a dictadores árabes. El movimiento es ya plenamente pejista y le querrá ayudar a López a reventar las próximas elecciones. Es un movimiento con tufo socialista, y que se identifica con los gobiernos de inspiración marxista de Nicaragua, Bolivia, Venezuela, Ecuador y Argentina.

Y les recuerdo algo del peje. No, no me referiré a las múltiples sandeces que dice cuando trata temas de economía. Me refiero a que es un charlatán e intolerante; el sólo hecho de querer hacer creer a los mexicanos que un medio de comunicación puede imponer a un presidente es querernos ver la cara de idiotas; ya no se acuerda que él mismo tuvo el apoyo de las dos principales televisoras en 2006 (incluyendo el apoyo tácito del poderoso Carlos Slim), ya no se acuerda que tenía a todos los reflectores de los medios todos los días a las 6 de la mañana (igual que Echeverría, dando discursos desde la madrugada), ya no se acuerda cómo varios de los periodistas del programa “Tercer Grado” lo apoyaban abiertamente (ahora les dice vendidos y los repudia), ya no se acuerda.

Y finalmente, su intolerancia se refleja desde el 2006, al no querer reconocer su derrota en los comicios. Jamás logró probar lo del fraude, y perdón, pero para cualquiera de los que hemos participado como ciudadanos en una casilla electoral sabemos que los intentos de fraude son minoritarios (suelen anularse por la autoridad), que los filtros son múltiples, que políticos y ciudadanos se vigilan mutuamente, que, a diferencia del pasado, ya no votan los muertos, ya no vota una sola persona más de una vez, ya no se rellenan urnas, hay observadores voluntarios y el padrón es enteramente confiable. López lo sabe y no le queda otra salida fascista que rechazar a todas las instituciones electorales.

En Tabasco quiso el poder por todos los medios y jamás lo logró en las urnas, así que se puso a tomar distintas instalaciones petroleras (su consigna era que se hunda Pemex, que se hundan los mexicanos, yo quiero todo el poder); en el DF aunque jamás probó el tiempo de residencia que se exige para ser candidato, se puso a patalear, y el entonces presidente Ernesto Zedillo cedió a sus chantajes y López pudo competir (tenía miedo de que hiciera el vandalismo de Tabasco). En 2006, perdió por pocos votos, pero perdió, y tampoco aceptó la derrota, apostó a la anulación e hizo cerrar la avenida Reforma, con la consecuente pérdida de empleos de miles de capitalinos.

Ahora, su nueva estrategia, anunciar desde ya que el fraude está nuevamente listo. Reventar desde ya las elecciones, ese es su nuevo negro rostro, como buen porro le apuesta a la ingobernabilidad, si de conseguir el poder se trata; a López le tiene sin cuidado si en ello se lleva a los mexicanos entre las patas. ¿Si va a haber fraude para qué demonios participa en el proceso electoral? Que se ponga mejor a denunciarlo, pero con pruebas en la mano, no con “papelitos” de dudosa procedencia.

Y por favor, nadie puede medir a la opinión pública. Pensarlo es lo más antiliberal del mundo. Las encuestas sólo son una foto de una pequeña muestra de la realidad y su éxito depende de qué tan bien estén diseñadas. Si un periódico (el Reforma que le daba el triunfo en Michoacán a la hermana del Presidente Calderón hasta por dos dígitos y, oh, sorpresa, perdió las elecciones) arma una encuesta con los capitalinos, obvio, gana el peje-o sale muy cerca de Peña Nieto (ese fue el ejercicio reciente que hizo Reforma entre sus suscriptores en la Ciudad de México), pues el DF es tierra principalmente amarilla; si la arma en el Estado de México, obvio, gana el PRI, pues es tierra “mayoritariamente” tricolor-(hasta ahora, mañana pueden cambiar las preferencias de la gente -no olvidar que buena parte de la gente no vota- y eso nadie lo sabe, menos una encuestadora), así que las encuestadoras tampoco imponen presidente. Hablan mucho del éxito de las encuestadoras en “predecir” el resultado de algunas recientes elecciones. Sí, pero se omite cuántas veces se han equivocado en el pasado, cuántas veces, incluso, hasta hacer el ridículo de que a quien ponían tercero resultaba el ganador de la contienda. Las encuestas pueden ser útiles cuando están bien hechas, pero no “predicen”, no miden a la opinión pública (nadie puede hacerlo) y menos imponen presidente. Así que otro más de los falaces señalamientos de López.

A los del 132, chequen este link que expone quién es realmente López Obrador (la mayoría de los jóvenes del 132 eran muy chiquitos cuando gobernó López el DF).

Con López en la presidencia, algo sí es seguro: el regreso del viejo PRI otros 70 años más. Por eso no soy ni seré 132.


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