lunes, 18 de junio de 2012

GLORIA CUENCA, ALGUNAS VERDADES

A ocho días de la gran demostración de la inscripción de Henrique Capriles en el CNE, creo pertinente expresar algunas cuestiones, que para nosotros, los de la alternativa democrática, resultan verdades. En primer lugar, está la convocatoria y el entusiasmo que despierta Henrique. Creo que no hay dudas después de la manifestación del domingo, y los actos de Maturín y Cumaná.

Regiones que primero fueron adecas y después chavistas, que "el flaquito", como han dado en llamarlo muchos de sus seguidores y seguidoras, ha levantado un apoyo que muchos de nosotros no creímos posible. En segundo lugar, creo que está el problema del lenguaje del candidato oficialista. Siempre estuve, y sigo estando de acuerdo, con la forma como el candidato Capriles ha enfrentado a su contendor. Lo he escrito en varias oportunidades, una campaña política en nuestro país debe ser una lección de pedagogía política.

La descalificación, hay que recordar, ocurre cuando quien emite un agravio se descalifica a su vez. Llamar "majunche", lo que alguno de esos investigadores de la lengua, que por cierto nos sobran, averiguó, es voz indígena y despectiva, es decir, descalificadora, significa "indio ignorante". 

En 1998, cuando escuché los primeros discursos y arengas del hoy Presidente me horroricé. Sin embargo, mi preocupación fue mayor cuando observé y supe de un importante sector universitario, de la clase media y hasta empresarios, apoyando y disfrutando de esa retórica y acompañando al entonces candidato.

Siempre he visto con preocupación la subvaloración del venezolano. En aquellos momentos sufrí gran angustia. Yo, que fui comunista durante la llamada Cuarta República, que acompañé a mi padre Humberto Cuenca en tres terribles detenciones y a Adolfo Herrera, mi esposo, durante cuatro de las 7 veces que lo hicieron preso, jamás habría votado por alguien que se expresara así de mi país y de nuestra gente, aun cuando fueran los adversarios políticos. Nunca oí decir a aquellos dirigentes este tipo de barbaridades. 

El lenguaje nunca se ha moderado, ni siquiera en situaciones terribles, como las que dice vivir, se ha empeorado. Da vergüenza y pena ajena. Pudiera intentar cambiar su lenguaje, quizá no lo logre, pero valdría la pena que sus asesores se lo recomendaran. El lenguaje es parte importante del estilo. El lenguaje es el mundo. No lo olviden.

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