jueves, 14 de junio de 2012

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, PIDO LA PALABRA, ¡LÁNGUIDOS Y OJEROSOS!

¡LÁNGUIDOS Y OJEROSOS!

Así van a quedar quienes creen tener a sus pies un país sometido: lánguidos y ojerosos. Resulta insólito aceptar que luego de haber vivido importantes experiencias que, incluso, costaron la vida de muchos y el esfuerzo de otros tantos, el país se encuentre en un estado de postergación propio del más crudo abandono en términos del desarrollo económico y social en el cual debería estar incurso.

Hoy, Venezuela se exhibe entre las naciones con mayor atraso en el concierto de países con comportamientos profundamente democráticos y administraciones debidamente transparentes. Tan crítico es el balance de la actual gestión de gobierno, que sólo puede compararse con países cuyos niveles de desarrollo reflejan una crasa desatención ante necesidades de inmediata consideración. Tanto que para algunos analistas, Venezuela se ha “africanizado”. Apelativo éste que suele emplearse para ilustrar las deplorables y precarias condiciones políticas, sociales, judiciales y económicas de muchos países latinoamericanos.

La dramática y peligrosa paradoja es que, entrada la segunda década del siglo XXI, se cierne sobre Venezuela la amenaza de un socialismo sin fundamento constitucional bajo cuyo contenido este gobierno militarista pretende imponer perversos y anacrónicos mecanismos de discriminación política. Pero también, de un cometido gubernamental mediante el cual se intenta el descalabro del sector privado para lo cual estos conspicuos gobernantes han venido sirviéndose de medidas inconstitucionales dirigidas a expoliar propiedades y desfalcar empresas productivas en aras instituir la persecución, el desprecio y el odio por quien no presuma la oscura condición de “socialista o revolucionario bolivariano”.

La anarquía se ha fundido con la anomia para que desde tan explosiva combinación, poder destrozar la institucionalidad democrática. Las principales ciudades del país se convirtieron en inmensos basureros, terribles estacionamientos, horribles cárceles, sangrientos escenarios de guerra y horrorosos urbanismos. Pero sobre todo, han llegado a ser inmensas rancherías cuyos espacios sociales y políticos se hallan dominados por antivalores donde la convivencia se redujo a su mínima expresión. En ellas, el insulto, el empujón, el engaño y el menosprecio en cualquier plano de la vida, pasaron a ser caracterizaciones propias del momento político actual.

Lánguidos y ojerosos, así quedarán quienes en el momento político presente están creyéndose inmutables, intocables e indefectibles sólo por el hecho de mostrarse partidarios del proyecto político del gobierno. O peor aún, borregos de una ideología política cuyos postulados nacieron envejecidos. Estos vasallos del régimen, actúan tan equivocados como si su permanencia en el poder fuera interminable. O desconocen que la política es susceptible de las variaciones que en su entorno ocurren de manera incesante, lo que obliga a reformular planteamientos, reconvertir procesos y rehabilitar estructuras.

Pareciera que bajo la mirada de los celebérrimos funcionarios de gobierno, nada mejor se justifica que las decisiones que sus sectarios criterios animan. Esto ha llevado a que la vida del venezolano esté dándose como en un pueblo del Salvaje Oeste donde el ambiente prevaleciente sigue la exclusiva norma del “sálvese quien pueda”. Pero como dice el sabio refrán: “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”, está acercándose el momento de “pasar el rubicón”. O sea, de tomar una decisión importante, afrontando los riesgos necesarios. Ya el agobio hizo mella en el venezolano. Ya se rebasaron los límites del estoicismo. En lo sucesivo, el forjamiento de la democracia irrumpirá con determinaciones precisas. Así habrá de emprenderse un nuevo camino que dejará atrás el caos que ha intentado establecerse desde la cúpula populista-militarista. Y entonces estos inconmovibles funcionarios, quedarán desconcertados ante la vorágine de los nuevos tiempos. Quedarán lánguidos y ojerosos.

VENTANA DE PAPEL

EJERCER CIUDADANÍA

Desde las primeras elecciones democráticas en Venezuela, promovidas por Acción Democrática, donde votaron por vez primera los mayores de dieciocho años, las mujeres y los analfabetas, resultando  electo el escritor Rómulo Gallegos, el voto es considerado universal, directo y secreto. Sin embargo, el actual régimen descubrió mecanismos perversos como el de la Votación Asistida, que al igual que el de los Votantes Turistas, constituyen un arma brutal para chantajear y maltratar a los venezolanos. No sería nada extraño que ahora, y con el auxilio de foráneos contratados para tan retorcidos propósitos, estén diseñándose nuevas formas de degradar el acto de votación al margen de lo que la ley sentencia cuando explica que “el voto es secreto, libre y su ejercicio se garantizará frente a cualquier coacción o soborno”. De todos modos, es necesario prevenir a la ciudadanía demócrata frente a lo que pudiera estar ocurriendo. A decir de quienes manejan el tema, nada de esto deberá suceder de estar preparado para “picarle adelante” a quienes busquen desviar la pulcritud del proceso eleccionario. Y la forma expedita de lograrlo, es mediante la presencia de testigos de mesa y de agentes políticos soberanos en el momento de los escrutinios. Sólo así, podrán garantizarse unas votaciones libres de coacción y soborno. Sólo así podrá asegurase el ejercicio de una ciudadanía con honradez.

CUIDADO CON DORMIRSE

El temor que vive el gobierno central, es sobrecogedor. Es la razón para que, incitado por la intromisión del G-2 cubano, intente un programa de “acondicionamiento psicológico” para neutralizar posibles reacciones por parte de quienes democráticamente estén atreviéndose a desafiarlo. El interés debe estar dirigido a conocer y entender los instrumentos de guerra psicológica que están pretendiéndose. Por consiguiente, deben seguirse las siguientes recomendaciones a fin de reaccionar en contra del susodicho ataque psicológico. Al respecto, se tiene que: 1. El comunismo necesita imperiosamente neutralizar o silenciar a las mayorías. 2. La revolución ha montado una calculada guerra psicológica, y procura disimularla con un señuelo de “Guerra convencional abierta-represiva”. 3. El régimen intenta provocar en la resistencia opositora, el conocido proceso en línea Psy-War: confusión-decepción-frustración-adaptación. 4. El régimen aplica un ataque psicológico de “Destrucción de la Mentalidad Despierta”. 5. Manipulación de leyes: De esta forma se procura crear la sensación de decepción-frustración en el adversario disminuyéndole cualitativamente la cohesión de sus bases. 6. Ocultar la reacción neurálgica: El régimen sabe que pisa arenas movedizas y busca ocultarlo. Para ello acelera el intento de desmoralización de quienes han reaccionado. 7. Crear una guerra de sensaciones para que los opositores experimenten la sensación de que no hay nada que hacer. 8. En la medida en que la resistencia opositora permita que el ataque psicológico la afecte, la revolución se mantendrá “ganando”. 9. Las personas en la resistencia tienen que seguir luchando, cada uno desde su entorno, con perseverancia, sin miedo y con inteligencia. Así que, cuidado con dormirse.

¿CÓMO DEFINIR A VENEZUELA?

Aunque no es nada fácil definir un país, menos lo es de ser el caso Venezuela. No sólo por lo que  es, sino por lo que ha sido y lo que podría ser. Aún así y en medio de la brevedad de este espacio,  debe reconocerse que pese a cualquier esfuerzo en esa dirección, “no se tiene claro lo que somos ni lo que vamos siendo”. Así lo expresó el escritor Alberto Barrera Tyska. No obstante, pudiera agregarse que este es un país para el cual muchos valores se han extraviado. Un tanto, por la confusión que a su interioridad se ha animado en el contexto de una cultura que ha venido desperdigándose. Otro tanto, por la tergiversación de una cultura incitada por el rentismo visto como factor dominante no sólo a nivel de la economía, sino también en el plano de las emociones que al final son las que incitan el comportamiento de toda persona. No falta quien asegura que Venezuela es un país inmensamente rico, cosa que es una gran paradoja. Por tanto, se vive con la fantasía de que la riqueza existe y no hay que producirla. Sin embargo, es la razón para comprender buena parte del problema que se vive toda vez que muchas situaciones han conducido al fracaso del país de cara al desarrollo. Entonces, ¿cómo definir al país? Según la visual que cada quien pueda trazarse. Sólo que las libertades deberán encauzar aquella definición que se elabore desde una visión profundamente democrática.

@ajmonagas
antoniomonagas@gmail.com

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