lunes, 7 de mayo de 2012

ZENAIR BRITO CABALLERO, VENEZUELA, DESGOBIERNO, INIQUIDAD E INJUSTICIA

Si en la conciencia de los ciudadanos venezolanos la defensa de lo público fuera un valor suficientemente claro y arraigado, nuestra sociedad funcionaría mejor: habría menos corrupción; menos deslegitimación del Estado; tendríamos mayor equidad y en consecuencia menos pobreza.

A lo largo y ancho de nuestra historia poco nos hemos preocupado por construir un proceso ascendente de civilidad. Eso sí, hemos sido acuciosos en alimentar un torbellino de luchas entre diferentes tipos de intereses que, bien sea apoyados en las armas, en el poder, en la violencia, en la riqueza, han pasado por encima del "bien común" para concentrarse en proyectos particularistas
Que los niños y las niñas se mueran de desnutrición en muchas regiones del país, ¡poco ha importado!; que los bachilleres no puedan ingresar a la universidad a pesar de las llamadas misiones, ¡vaya y venga!; que no haya empresa ni empleo, ¡ese no es ningún problema!; que las empresas privadas se nacionalicen, ¡quién dijo que eso cuenta! "Lo que nada nos cuesta volvámoslo fiesta", dice el refrán popular barquisimetano, a manera de caricatura de la forma como se maneja lo público.
En una ponencia que llevé para un seminario posdoctoral y que titulé “Desafíos del Interés Público”, refiriéndome a la crisis oficial, decía que: "Hemos construido una modernidad sin civilización en el sentido estricto de la palabra. No hemos logrado crear una red de relaciones sociales que diferencie claramente lo público de lo privado... (...)... afrontamos una crisis de la civilidad porque tales valores y sistema de respeto mutuo, de convivencia ciudadana que asumen diversas formas están en quiebra.
El interés general, los valores sociales colectivos no son reconocidos ni interiorizados por las personas, lo cual expresa el desacato a las normas generales como una recuperación "de la guerra de todos contra todos...". Hemos sido obtusos y lerdos en el aprendizaje de la cultura política, la cultura ciudadana y la asimilación de la ética pública. Se supone que, en primer lugar, es el Estado el llamado a velar por la defensa y la preservación del interés público, tarea que le compete al resto de la sociedad.
Pero, como lo he afirmado en otros artículos de opinión, "En Venezuela la desinstitucionalidad del Estado ha llevado a su paulatina sustitución por parte de grupos o intereses poderosos en el arbitrio de relaciones políticas, económicas, culturales y sociales, relegándose el imperio del bien común a favor de propósitos individualistas y grupales que no reflejan el interés colectivo".
 ¿Si no es el Estado entonces quién? Les toca a todos los ciudadanos  venezolanos con criterio y con valor. No queda otro camino, no debiera ser así, pues la institucionalidad no puede ser abandonada, delegada ni sustituida, lo cual no excluye ni desmerita las conductas ciudadanas ejemplares.
Sólo que esto no lo ven así los afectados por el fallo de la justicia, empezando por los rojos rojitos. Pero, no se preocupen los revolucionarios, que por ahora, como una vez dijo el comandante, "nadie les quitará el pan de la boca ni tampoco ningún niño morirá de hambre por su culpa". La gente en Venezuela muere por el desgobierno, la inequidad y  la injusticia.

britozenair@gmail.com

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