lunes, 7 de mayo de 2012

PAULINA GAMUS, EL MISTERIO DE LAS ENCUESTAS.

Lunes 30 de abril 6.30 pm, escasez de gasolina en Caracas, tengo medio tanque pero decido meterme en una cola que cruza la calle de mi casa y se remonta a dos cuadras más, para acceder a la gasolinera de la esquina que está despachando el preciado líquido (¿agua? jajaja, yo les aviso).

Me distraigo con el Twitter en el B.B y con la “Cola Feliz” en la radio, cuya felicidad sería mayor si Nelson Boccaranda, el oncólogo estrella del país,  dijera sin temor algo de lo que revelan sus Runrunes. Por fin me llega el turno y el bombero es un hombre de mediana edad y de muy buen humor que se mueve como un pulpo para atender a tres automóviles al mismo tiempo.

Lo oigo cuando le dice al conductor de al lado “¿Usted no vio que decían que Chávez estaba muerto? Jajaja, mi comandante Chávez hasta el 2021”. 

Lleno el tanque y regreso a mi casa para ver la repetición encadenada del acto de firma de la Ley Orgánica del Trabajo. Chávez está solemne, no hace chistes; menciona a varios de los que suenan como posibles sucesores como para que cada uno se crea el elegido. Invoca por supuesto al padre de la patria que no tuvo la suerte de su reencarnación –Chávez- de firmar una ley como esa porque lo traicionaron los de La Cosiata, la MUD de entonces. Al final saca de su bolsillo un crucifijo, lo besa, se le quiebra la voz, solloza y se encomienda al Cristo que lo salvó en abril de 2002. Así concluye un capítulo especial de la telenovela más larga de la historia nacional llamada “Solamente Chávez”.

Concluye el acto y en el noticiero que sigue alguien de PDVSA dice que el problema -por supuesto temporal- de la escasez de gasolina es porque el diesel se necesita para cubrir las fallas eléctricas. Luego Jacqueline Farías declara que las fallas eléctricas se deben a que el gobierno ha construido muchas viviendas y ha aumentado la demanda de electricidad. Ninguno explica por qué no hay harina de maíz en ninguna parte, salvo la que venden los buhoneros por el doble del  precio regulado.

Algún burócrata recitará el Librito Rojo de Chávez en el que hay respuestas para todo: es que ahora, gracias a la revolución, el pueblo come mucho. Cambio el canal cuando aparecen las madres y esposas de los presos de La Planta, no puedo soportar esas escenas. Más tarde decido tragar grueso y sintonizar Venezolana de Televisión, el canal de todos los venezolanos pero chavistas; a la andanada de programas que hacen apología del régimen y a las cuñas que aseguran que con Chávez hemos alcanzado el paraíso terrenal, se suman mensajes con unos temas musicales pegajosos y cursis que invocan el regreso (sano, por supuesto) del comandante y muestran a un Chávez con las manos juntas en actitud de oración y como envuelto en una nube de santidad. Otro capítulo de la telenovela “Solamente Chávez”.

Entonces me viene a la mente que todas las encuestas, unas menos y otras más, dan a Chávez como vencedor en las elecciones del 7 de octubre próximo. Esas encuestas desatan las iras de los opositores  ¡están vendidos!  Pero las iras no se quedan allí, algún culpable tiene que haber para que Chávez siga tan popular después de trece años de desastres, destrucción, atropellos, burlas, violencia, corrupción, latrocinio descarado, escándalos de toda índole incluyendo los que revelan que es el socialismo del siglo XXI es una narcorrevolución. Claro la culpa la tiene el mensaje comeflor del candidato Capriles y la incompetencia de la MUD que no dice ni hace nada, ni sale a la calle. La autoflagelación siempre.

El mayor error de nosotros los opositores ha sido decir: yo no veo VTV porque me enferma, yo no oigo ni veo a Chávez porque me da dolor de estómago, yo no oigo las radios chavistas porque me provoca caerle a patadas a la radio. Resulta que las televisoras chavistas solo en Caracas son seis o siete, las radios entre las legales arrebatadas a sus antiguos propietarios y las ilegales, son imposibles de enumerar. Todas machacan los mismos mensajes hora tras hora y día tras día. Como contrapartida, las radios y televisoras no cuadradas con el régimen se autocensuran para no correr el mismo destino de las ya clausuradas y expropiadas.

Globovisión es el único canal que se las ha jugado valientemente, pero ni tiene cobertura nacional ni puede dedicar todos sus espacios a promover las virtudes del candidato de la oposición. Además está obligada a encadenarse y a transmitir las cuñas oficialistas disfrazadas de mensajes institucionales.

Pero nada, ni siquiera ese dominio abusivo de los medios de comunicación podría explicar la popularidad de Chávez en una Venezuela que el mismo ha destruido y ha humillado al transformarla en una hermanastra de la Cuba fidelista, si no entendiéramos que ha transformado su gestión de gobierno en una telenovela en la que él -Chávez- es el héroe acosado por enemigos que quieren destruirlo: el Imperio, la CIA, el Mosad, los golpistas, la burguesía, los escuálidos, los majunches.

Está tan ocupado en defenderse de los malvados que no puede atender problemas menores como la matazón diaria, la escasez de alimentos, los cortes de luz, la falta de agua, la desgracia de los sin techo, la desaparición de las carreteras  o el drama carcelario. Ninguno de esos problemas es de su responsabilidad sino de quienes lo rodean y no cumplen. Y ninguna de esas tragedias cotidianas aparece reseñada en los  medios oficialistas. Al acoso infame de sus enemigos se suma ahora el mayor de todos, el cáncer. Y entonces opera el factor lástima que inspiran todas las heroínas y héroes de las telenovelas y eleva a niveles de fanatismo el amor que les dispensan sus seguidores. Y como en las telenovelas, los fans esperan el milagro que al final siempre salva a sus héroes.  Ahí radica el misterio de las encuestas.   

gamus.paulina@gmail.com

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