Lunes
30 de abril 6.30 pm, escasez de gasolina en Caracas, tengo medio tanque pero
decido meterme en una cola que cruza la calle de mi casa y se remonta a dos
cuadras más, para acceder a la gasolinera de la esquina que está despachando el
preciado líquido (¿agua? jajaja, yo les aviso).
Me
distraigo con el Twitter en el B.B y con la “Cola Feliz” en la radio, cuya
felicidad sería mayor si Nelson Boccaranda, el oncólogo estrella del país, dijera sin temor algo de lo que revelan sus
Runrunes. Por fin me llega el turno y el bombero es un hombre de mediana edad y
de muy buen humor que se mueve como un pulpo para atender a tres automóviles al
mismo tiempo.
Lo
oigo cuando le dice al conductor de al lado “¿Usted no vio que decían que
Chávez estaba muerto? Jajaja, mi comandante Chávez hasta el 2021”.
Lleno el
tanque y regreso a mi casa para ver la repetición encadenada del acto de firma
de la Ley Orgánica del Trabajo. Chávez está solemne, no hace chistes; menciona
a varios de los que suenan como posibles sucesores como para que cada uno se
crea el elegido. Invoca por supuesto al padre de la patria que no tuvo la
suerte de su reencarnación –Chávez- de firmar una ley como esa porque lo
traicionaron los de La Cosiata, la MUD de entonces. Al final saca de su
bolsillo un crucifijo, lo besa, se le quiebra la voz, solloza y se encomienda al
Cristo que lo salvó en abril de 2002. Así concluye un capítulo especial de la
telenovela más larga de la historia nacional llamada “Solamente Chávez”.
Concluye
el acto y en el noticiero que sigue alguien de PDVSA dice que el problema -por
supuesto temporal- de la escasez de gasolina es porque el diesel se necesita
para cubrir las fallas eléctricas. Luego Jacqueline Farías declara que las
fallas eléctricas se deben a que el gobierno ha construido muchas viviendas y
ha aumentado la demanda de electricidad. Ninguno explica por qué no hay harina
de maíz en ninguna parte, salvo la que venden los buhoneros por el doble
del precio regulado.
Algún
burócrata recitará el Librito Rojo de Chávez en el que hay respuestas para
todo: es que ahora, gracias a la revolución, el pueblo come mucho. Cambio el
canal cuando aparecen las madres y esposas de los presos de La Planta, no puedo
soportar esas escenas. Más tarde decido tragar grueso y sintonizar Venezolana
de Televisión, el canal de todos los venezolanos pero chavistas; a la andanada
de programas que hacen apología del régimen y a las cuñas que aseguran que con
Chávez hemos alcanzado el paraíso terrenal, se suman mensajes con unos temas
musicales pegajosos y cursis que invocan el regreso (sano, por supuesto) del
comandante y muestran a un Chávez con las manos juntas en actitud de oración y
como envuelto en una nube de santidad. Otro capítulo de la telenovela
“Solamente Chávez”.
Entonces
me viene a la mente que todas las encuestas, unas menos y otras más, dan a
Chávez como vencedor en las elecciones del 7 de octubre próximo. Esas encuestas
desatan las iras de los opositores
¡están vendidos! Pero las iras no
se quedan allí, algún culpable tiene que haber para que Chávez siga tan popular
después de trece años de desastres, destrucción, atropellos, burlas, violencia,
corrupción, latrocinio descarado, escándalos de toda índole incluyendo los que
revelan que es el socialismo del siglo XXI es una narcorrevolución. Claro la
culpa la tiene el mensaje comeflor del candidato Capriles y la incompetencia de
la MUD que no dice ni hace nada, ni sale a la calle. La autoflagelación
siempre.
El
mayor error de nosotros los opositores ha sido decir: yo no veo VTV porque me
enferma, yo no oigo ni veo a Chávez porque me da dolor de estómago, yo no oigo
las radios chavistas porque me provoca caerle a patadas a la radio. Resulta que
las televisoras chavistas solo en Caracas son seis o siete, las radios entre
las legales arrebatadas a sus antiguos propietarios y las ilegales, son
imposibles de enumerar. Todas machacan los mismos mensajes hora tras hora y día
tras día. Como contrapartida, las radios y televisoras no cuadradas con el
régimen se autocensuran para no correr el mismo destino de las ya clausuradas y
expropiadas.
Globovisión
es el único canal que se las ha jugado valientemente, pero ni tiene cobertura
nacional ni puede dedicar todos sus espacios a promover las virtudes del
candidato de la oposición. Además está obligada a encadenarse y a transmitir
las cuñas oficialistas disfrazadas de mensajes institucionales.
Pero
nada, ni siquiera ese dominio abusivo de los medios de comunicación podría
explicar la popularidad de Chávez en una Venezuela que el mismo ha destruido y
ha humillado al transformarla en una hermanastra de la Cuba fidelista, si no
entendiéramos que ha transformado su gestión de gobierno en una telenovela en
la que él -Chávez- es el héroe acosado por enemigos que quieren destruirlo: el
Imperio, la CIA, el Mosad, los golpistas, la burguesía, los escuálidos, los
majunches.
Está
tan ocupado en defenderse de los malvados que no puede atender problemas
menores como la matazón diaria, la escasez de alimentos, los cortes de luz, la
falta de agua, la desgracia de los sin techo, la desaparición de las carreteras o el drama carcelario. Ninguno de esos
problemas es de su responsabilidad sino de quienes lo rodean y no cumplen. Y
ninguna de esas tragedias cotidianas aparece reseñada en los medios oficialistas. Al acoso infame de sus
enemigos se suma ahora el mayor de todos, el cáncer. Y entonces opera el factor
lástima que inspiran todas las heroínas y héroes de las telenovelas y eleva a
niveles de fanatismo el amor que les dispensan sus seguidores. Y como en las
telenovelas, los fans esperan el milagro que al final siempre salva a sus
héroes. Ahí radica el misterio de las
encuestas.
gamus.paulina@gmail.com
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