Después de negarse a reconocer la necesidad de la
sustitución en razón de su delicado cuadro de salud, Chávez habría decidido
despejar el camino que facilite las posibilidades de prolongarle el poder en
las elecciones del 7 de octubre. Para ello, el Consejo de Estado resulta una
salida oportuna
La activación del Consejo de Estado anunciado por Hugo
Chávez antes de partir de nuevo a La Habana, no es una decisión caprichosa.
Como tampoco lo es el hecho que haya enfatizado la presencia en él de José
Vicente Rangel. De alguna manera, éste sería el camino escogido por el
mandatario para el inicio de una transición desde el mundo del chavismo. Está
claro que cada vez son menores las posibilidades de que Chávez asuma la
candidatura en términos que aseguren su reelección.
MUCHOS QUEDARON CON LOS CRESPOS HECHOS |
Después de negarse a reconocer la necesidad de la sustitución en razón
de su delicado cuadro de salud, Chávez habría decidido despejar el camino que
facilite las posibilidades de prolongarle el poder en las elecciones del 7 de
octubre. Para ello, el Consejo de Estado resulta una salida oportuna. De otra
manera, era lógico que la Vicepresidencia se convirtiera en un tema altamente
polémico. La escogencia de un nuevo Vicepresidente habría representado la
designación de un eventual sustituto en la candidatura. El nombramiento de
Nicolás Maduro, Diosdado Cabello o Adán Chávez hubiera significado la
liquidación de las aspiraciones de Elías Jaua y ofrecería una señal hacia donde
apuntaban los pasos del mandatario, amén de reconocer su incapacidad para
mantener la candidatura.
El
Consejo de Estado, si bien es un organismo consultivo y no ejecutivo y cuya
designación obedeció al estudio de la factibilidad para la separación de
Venezuela de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos de la OEA,
habrá de cumplir una función decisiva en el manejo de temas políticos urgentes
sin que ello interfiera con la estructura formal del gobierno. El peso y las
destrezas políticas de Rangel lo convierten en este caso en un factor de
negociación para conducir una transición en el chavismo. No es menos importante
el hecho de que el equipo asesor esté integrado por funcionarios que si bien no
menos radicales mantienen una visión civilista del proceso y con vínculos con
los factores democráticos.
La
victoria de Henrique Capriles Radonski, decretaría inevitablemente un período
para la recomposición de las instituciones y para el abordaje de temas
complejos como el rescate del aparato productivo, el futuro de PDVSA y las
Fuerzas Armadas y el replanteamiento de la obscena alianza estratégica con
Cuba. Ello no podría lograrse solamente con el triunfo electoral, que si bien
garantiza la Presidencia de la República, no asegura el ejercicio pleno de los
poderes, hoy en manos de la hegemonía chavista. ¿Es posible que en algún
momento coincidan las transiciones del chavismo y de las fuerzas democráticas?
El otro escenario significaría el uso de la violencia, en la cual tiene una
clara ventaja el régimen. El Consejo de Estado no es un simple pote de humo.
manuelfsierra@yahoo.com
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