jueves, 31 de mayo de 2012

MACKY ARENAS, ¡ES LA MORAL, ESTÚPIDO!

Alejarse de las raíces espirituales es siempre fatal para los pueblos. Es lo primero que los totalitarismos intentan, pues lo tienen muy claro. La degradación termina en sometimiento.

Recuerdo aquella frase "es la economía, estúpido!" con que se pretendió que un presidente norteamericano comprendiera dónde estaba el problema en ese momento. Hoy, presenciando algunos acontecimientos y escuchando explicaciones que van y vienen, no se nos ocurre otra cosa que acentuar: "es la moral, estúpido!".

Con frecuencia nos preguntamos por qué muchas veces nos sentimos actores de una opereta cuyo guión bien podría ser la letra del tango "Cambalache". Y es que atravesamos una tremenda crisis. Nos cuesta concluir que, detrás de esa desfachatez con que se quiebra un país en nombre de los pobres, detrás de los inescrupulosos que lucran por el favor de un gobierno corrupto, detrás de los gobiernos que sientan sus representantes en foros internacionales para pontificar sobre derechos humanos y voltean para otro lado cuando en un país se les viola impunemente, existe un vacío que difícilmente se puede llenar con respuestas políticas o económicas. El problema es más que estructural, es moral.

Sin lugar a dudas tiene su raíz en la Educación porque la única manera de cambiar las actitudes, las prioridades, los objetivos es formar en valores y principios. Cuando Venezuela nacía a la independencia nuestros libertadores resolvieron declarar una república católica y privilegiar la enseñanza cristiana porque producía ciudadanía. Aquello no fue una ocurrencia demagoga del momento, sino que respondía a una convicción basada en la tradición.

Alejarse de las raíces espirituales es siempre fatal para los pueblos. Es lo primero que los totalitarismos intentan, pues lo tienen muy claro. La degradación termina en sometimiento. Hoy, no todos los totalitarismos llegan y se consolidan por la calle del medio, avanzando a pecho descubierto; muchos reptan en medio de la confusión y los vicios que consumen a las sociedades y logran imponerse casi sin hacer ruido.

Miremos hacia Europa, un continente que sufre hoy las consecuencias, todavía sin aquilatar en toda su dramática dimensión, del alejamiento -y aún el desconocimiento- de lo que desde siempre fue su fundamento, la Fe. Lo viene advirtiendo el Papa Benedicto XVI, cuando llama la atención sobre la situación de secularismo que caracteriza hoy a las antiguas sociedades de tradición cristiana, de forma que el patrimonio espiritual y moral que constituye las raíces de Occidente "no se compromete en su profundo valor...Dios se ha convertido para muchos en el gran Desconocido y Jesús es simplemente un personaje del pasado".

Nosotros también podemos pasar "de tierra fecunda a desierto inhóspito", sin darnos cuenta. Si Dios queda excluido del corazón de las personas y marginado de la conciencia pública, la moral será una pieza oratoria. Mientras estemos a tiempo, recuperemos nuestra identidad.-

mackyar@gmail.com

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