Los
venezolanos mayoritariamente somos personas de fe, en ella encontramos la fortaleza
para derrotar el mal que rige en lo que fue Venezuela.
Hay
razones para estar angustiados por nuestro destino, no podemos flaquear ni asumir jamás que es imposible salir del
régimen.
La
gente de lo que fue Venezuela quiere vivir en paz, en un clima de libertad, de
justicia, de igualdad y de esperanza en un futuro mejor; de respeto a la
dignidad de la persona humana manifestado en la misericordia, la caridad, la
solidaridad, en fin, en el amor al prójimo, negado por un régimen maligno que
sistemáticamente siembra mentira, odio, resentimiento, división, caos,
oscuridad, violencia y muerte.
Es
tiempo de resistencia, perseverancia, fortaleza, humildad y polarización
–entendida contra el mal-. Prohibido acostumbrarse a vivir en el relativismo,
la opresión, el conformismo y la corrupción.
Tenemos
que rezar en familia por la liberación de nuestra gente y para desagraviar a
Dios por la múltiple manifestación del mal.
Recibí
una oración, que podría resumir las aspiraciones de los creyentes y no creyentes,
la cual deseo compartir.
“Poderosa,
Radiante, Milagrosa y Victoriosa Madre eternamente Virgen María, te invocamos
fervorosamente en este instante, aquí y ahora en este momento para que hagas el
favor más noble, el prodigio de prodigios y realices el más grande de tus
milagros. Hacer a Venezuela libre.
Toma
en tus manos todo su territorio, su gobierno, sus militares, su gente y
libéralos de toda fuerza siniestra y destructiva, y no permitas que corra
sangre venezolana por nuestras calles.
Amada
madre mía, detén el mal y disuélvelo, e instaura aquí el Reino de Dios, de la
luz y su justicia. En nombre de Dios, convoco las Fuerzas milagrosas de las
miles de advocaciones de la Virgen María que existen en cada uno de los países
del mundo entero, para que con su poder se introduzcan dentro del territorio
venezolano y expulsen de aquí toda división, criminalidad, estancamiento, caos,
delincuencia y a cambio traigan paz, unidad, justicia, armonía, respeto a la
vida, orden, libertad y prosperidad. Hacer de cada uno de nosotros un apóstol
del bien, un servidor responsable y comprometido con la patria para que esta
sea la última vez que las fuerzas del mal, la injusticia, la miseria y el
atraso quieran invadir nuestra amada tierra.
Amada
madre mía, envuelve a toda Venezuela, a mi familia, a mis vecinos, y a mi
ciudad con la protección de la pureza y el concepto inmaculado de tu radiante
presencia y envía un manto de rosas blancas al corazón de cada venezolano para
que solamente sientan amor, porque tú eres quien va a poner fin a esta crisis
que por Ley Divina no nos pertenece”.
La
oración para ser escuchada por Dios requiere un motivo de bien, fe y
perseverancia que refleje esa fe. Confiemos en Dios y Él proveerá.
elmon35@gmail.com
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