Los seguidores del presidente confían en la
libertad del voto lepenista y, sobre todo, en el debate de mañana por la noche
en televisión
Sarkozy saluda a su seguidores en la plaza del
Trocadero de París. / PHILIPPE WOJAZER (AFP)
Si los mítines son ejercicios de drama teatral
para convencer a los ya convencidos, Nicolas Sarkozy ganó este martes el pulso
en las calles de París a Marine Le Pen. Arrastró bastante más fieles el
presidente candidato al Trocadero, con la torre Eiffel al fondo, que la líder
del Frente Nacional ante la también emblemática y grandiosa Ópera Garnier. Los
sarkozystas salieron robustecidos de su festival, convencidos de que aún tienen
posibilidades, pese a los sondeos, y que la suerte se jugará realmente en el
debate televisado de este miércoles.
No les enfrió el ánimo la decisión de Le Pen a dar libertad de voto a los suyos, que ante la misma fachada de la ópera se traducía en absoluta dispersión (blanco, abstención, votos por Sarkozy y votos por Hollande). “Al menos no ha pedido que se vote contra Sarkozy”, decía en el Trocadero un seguidor presidencial, que prefería ver la botella medio llena. “Podía haber sido más violenta”.
No les enfrió el ánimo la decisión de Le Pen a dar libertad de voto a los suyos, que ante la misma fachada de la ópera se traducía en absoluta dispersión (blanco, abstención, votos por Sarkozy y votos por Hollande). “Al menos no ha pedido que se vote contra Sarkozy”, decía en el Trocadero un seguidor presidencial, que prefería ver la botella medio llena. “Podía haber sido más violenta”.
Banderas tricolores, aplausos y consignas
coreadas hubo en cantidad en los dos mítines del centro y la derecha en París,
y más variedad social en el redil lepenista que en el de Sarkozy, en el que
dominaba el público acomodado.
Entre los fieles de Le Pen, una futura candidata para las legislativas de la recién bautizada Unión Azul Marine. “Ahora dudo de votar a Sarkozy, porque cuanto más voto en blanco haya más peso tendremos para la legislativas”, cavilaba Raphaëlle, absolutamente novel en política. En las elecciones de 2002 ella estaba en España y sus amigos se hacían cruces de que votara “por los fascistas y racistas” del Frente Nacional. “Dos de ellos vinieron luego a Francia y al llegar al aeropuerto y ver gente de tantos colores creyeron que se habían equivocado de país. En Saint Etienne, donde vivo, hay más extranjeros que franceses. Así no se les puede adaptar”.
Entre los fieles de Le Pen, una futura candidata para las legislativas de la recién bautizada Unión Azul Marine. “Ahora dudo de votar a Sarkozy, porque cuanto más voto en blanco haya más peso tendremos para la legislativas”, cavilaba Raphaëlle, absolutamente novel en política. En las elecciones de 2002 ella estaba en España y sus amigos se hacían cruces de que votara “por los fascistas y racistas” del Frente Nacional. “Dos de ellos vinieron luego a Francia y al llegar al aeropuerto y ver gente de tantos colores creyeron que se habían equivocado de país. En Saint Etienne, donde vivo, hay más extranjeros que franceses. Así no se les puede adaptar”.
Dos matrimonios amigos, al final de una vida
laboral recorrida en posiciones de alta formación universitaria, votantes de
Marine Le Pen el pasado 22 de abril se desperdigaban ante la cita de este
domingo: dos votarán a Sarkozy, uno a Hollande y otra se abtendrá. El votante
socialista lo hará porque Hollande es un “hombre de consenso, frente al
desequilibrado que es Sarkozy”. Pero este economista es pesimista sobre el
futuro. “Aquí la situación va ser peor que en España. Allí hubo una burbuja
inmobiliaria. La economía privada se puede arreglar. El problema de Francia es
que tenemos un Estado hipertrofiado. Aquí el problema es político”
Los seguidores de Sarkozy siguen su discurso
en la plaza del Trocadero. / Philippe Wojazer (Reuters)
Los sarkozystas del Trocadero sacaban fuerza
del número. “Que seamos tantos es buena señal”, comentaban cuatro amigas ya
maduritas. Se deshacían en elogios a Sarkozy mientras en el entorno de Hollande
sólo ven insuficiencias. “Francia necesita un presidente director general, y
Sarkozy lo es. Los socialistas son sólo políticos, no gestores”.
Igual que entre los lepenistas, entre los
sarkozystas también aparece España como ejemplo que pone los pelos de punta.
“Si Hollande gana será una catástrofe económica, como en España”, concuerdan
las amigas, idea en la que abunda un grupo de jóvenes bretones llegados a París
para la ocasión: “Tenemos amigos en España y no queremos sufrir su suerte, como
con Zapatero”.
Los bretones aventuran que Sarkozy ganará con
el 50,3% y creen que a ello ayudará la libertad de voto que ha dado Le Pen a
sus electores, pero más confían en el debate de televisión. “Va a ser clave”,
piensan. “Sarkozy se va a comer a Hollande asado al horno con patatas”.
Tres generaciones de la familia Moutel se
encuentran de forma imprevista en el mitin y salen reconfortadas de “esta
magnífica manifestación”. “Sarkozy no es perfecto, pero está en mejor situación
que Hollande para hacer frente al futuro, por experiencia y por cómo ha
gestionado la crisis”, dice el hombre de la generación mediana. No sabe qué
lectura hacer de la libertad de voto de los lepenistas, pero el abuelo cree que
“Sarkozy tiene una reserva de votos, la gente que no dice que va votar por él
porque está mal visto hacerlo después de todos los ataques que ha sufrido”.
http://internacional.elpais.com/autor/ricardo_martinez_de_rituerto/a/
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