La
revolución encara un importante dilema existencial. Si bien necesita del rostro
de Chávez para plantarse como un proyecto nacional que trascienda de su líder,
también está forzada a diluir el marcado cariz personalista que la ha
caracterizado por años. Los objetivos son contradictorios, aunque nada
imposibles de alcanzar: es paradójico que las prolongadas ausencias del
presidente Chávez estén sirviendo a ambos propósitos, pues su desaparición de
la escena pública contribuye a mantener en él toda la atención y a desarraigar
la idea de que sólo el comandante garantiza la preservación del
"proceso".
Conforme
transcurre el tiempo que el mandatario nacional dedica a su tratamiento, el
país ha venido habituándose a vivir sin su presencia física, lo que ayuda a la
transición que hoy experimenta el mundo bolivariano, concentrado en viabilizar
el reemplazo de su guía espiritual y en asegurarse la continuidad de su
supremacía en el mapa político venezolano... Así es como el liderazgo
colectivo, sobre el que pregonaron tantos chavistas inconformes, se está
abriendo paso, poco a poco, al mismo ritmo en que avanza lo que parece la
última etapa del ciclo vital del Jefe del Estado.
Pese
a que la ausencia de Chávez todavía genera grandes interrogantes sobre el largo
plazo de la revolución, las incógnitas en torno a su futuro inmediato se han
ido despejando. El hecho queda comprobado con el posicionamiento de un grupo de
figuras emergentes, cuya aceptación en el auditorio del "proceso"
comienza a disolver las dudas acerca de la vigencia de la revolución, más allá
de la vida de su líder. Los progresos obtenidos por la nomenclatura roja
contrastan, sin embargo, con los ridículos cálculos realizados por factores
opositores relacionados con la vieja política, que estimulan sin rubor una
derrota de Capriles, animados con la esperanza de su retorno
"triunfal" a la sala de controles de la oposición.
Negados
a aceptar el relevo generacional sentenciado el 12-F, los dinosaurios creen que
una salida de Chávez, posterior al 7-O, derivaría en una nueva medición
electoral, en la cual se harían representar por un abanderado que sí represente
sus intereses de sobrevivencia.
Autoexcluidos de la actual campaña electoral,
con el fin de mostrarle al país el fracaso de los relevistas, estos incorregibles
de siempre desprecian los riesgos que comporta su irresponsabilidad: el más
importante de ellos, una apresurada enmienda constitucional para darle al
vicepresidente el derecho de completar el próximo período, independientemente
del momento en que ocurra la salida del comandante... Es esta la traición que
se maquina en las covachas de la llamada "unidad democrática".
Argelia.rios@gmail.com
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@Argeliarios
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