Catastrófico
es hablar de libertades en democracias
defectuosas. Se disfrutan algunas, claro está, pero muchas resultan
restringidas. Venezuela con su privilegiada ubicación geopolítica, este jardín
de envidiables bellezas naturales, adornado por esplendorosos paisajes, flora y
fauna exuberantes, reconocido por la inteligencia y creatividad de sus
pobladores, atrae sí, pero también aterra a los ojos del mundo.
No
es producto de imaginaciones fantásticas, ni efecto comercial de publicidades
refinadas. Venezuela es una patria maravillosa en cuyos componentes esenciales
vibran la vida, las formas, las aromas, los sonidos y el color. Pero, paradoja
fatal, acoge una sociedad empobrecida, dividida, acorralada, arrinconada,
atemorizada, acobardada y sufrida por las acciones de un gobierno que dice
llamarse revolucionario, socialista-comunista.
Centenares
de familias venezolanas y extrajeras, millares de parientes, vecinos, amigos, y
todos los venezolanos de bien, anhelamos vivir en paz en un país democrático de
plenas libertades ciudadanas, no como viven otros seres humanos, como otros
ciudadanos del mundo que, aprisionados en túneles, aislados en cavernas,
amarrados con las sogas del horror y la desesperanza, permanecen en los
dominios del silencio soportando indefensos la infame esclavitud que les
imponen los gobiernos por el solo hecho de ser disidentes.
Basta
ya compatriotas, basta de maltratos, humillaciones y descalificaciones a la
oposición y a su candidato presidencial. “Nunca más”, se ha dicho en muchas
oportunidades en los medios de comunicación, en marchas, en huelgas de hambre,
en protestas permanentes en ciudades y pueblos desde hace 13 años que gobierna
el socialismo-comunismo en Venezuela, sin que logremos conmover los corazones
ensordecidos del gobierno, del terrorismo, de la delincuencia organizada, o de
los monaguillos de la anarquía.
Unidos
como debe ser, abigarrados en el abrazo de la ilusión, radiantes en la fe y
convocados por la Muerte y Resurrección de Cristo, dejemos que nuestras mentes
y nuestras almas, motivadas por esta recién finalizada celebración universal de
la Semana Santa se fundan en oración sincera, en plegaria profunda, en
meditación fructífera, para que el eco liberador de nuestras súplicas retumbe
en la conciencia insana de esos pocos mercaderes de la libertad, perversos
abanderados del dolor.
Roguemos
para que se rompan en ellos las ataduras del mal, y les llegue oportunidad de
entender que lo necesario es ponerse a paz con las infinitas maravillas de la
creación divina.
En
los abiertos espacios de Dios, en la deliciosa infinitud del universo, ante la
Providencia Creadora que nada niega y todo lo prodiga, resulta contrario al
derecho natural y al derecho positivo que los hombres conculquen las libertades
de los hombres.
Que
no impere la debilidad en nuestros espíritus, que no anide el silencio en
nuestros labios, que no muera la solidaridad en nuestros corazones, que no
mengue la fortaleza en nuestros cuerpos, que no falten ideas en nuestras
mentes, para seguir clamando y reclamando que se le devuelva la libertad a los presos políticos:
a la jueza Afiuni, a los comisarios Forero, Vivas y Simonovis, al General
Baduel, y cientos de exilados políticos que permanecen en otros países, la libertad
plena de expresión y opinión, y una democracia participativa con educación y
progreso.
britozenair@gmail.com
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