lunes, 16 de abril de 2012

MILAGROS SOCORRO / POCA COSA /

En 2002, cuando la marcha de las fuerzas opositoras fue recibida a tiros para impedir su llegada Miraflores, Francisco Arias Cárdenas culpó al presidente Chávez por las muertes cosechadas ese día por los pistoleros emplazados en el lugar por donde pasaría la multitud.
“Hay que responsabilizar, como ejecutor, a Rodríguez Chacín (entonces ministro de Interior); y como autor intelectual y jefe de esa banda de delincuentes al propio Chávez, al propio Presidente de la República”, dijo Arias Cárdenas frente a las cámaras de Radio Caracas. Y enfatizó que estaba absolutamente seguro de que la acción de los francotiradores había sido “ordenada por la mente enferma de Chávez”. A renglón seguido instó a la audiencia a quitarse “la venda de los ojos” y ver que “estamos ante un asesino con (sic) toda la extensión de la palabra. Una persona enferma, un paranoico, enfermo de poder, que cree estar poseído de una tarea histórica, destruyendo y matando venezolanos”. Y dirigió un llamado a los “compañeros de armas” en el sentido de que no siguieran “defendiendo esta ignominia: un presidente asesino, manchado con la sangre de los venezolanos”.
Una década después, Arias Cárdenas, diputado por el Partido Socialista Unido de Venezuela, dice que esas declaraciones fueron “producto de la manipulación de los medios”. Como no especifica si alude a medios estupefacientes o psicotrópicos, se ha concluido que el tachirense se refiere a los medios de comunicación. Esto significa que, para formarse una opinión, Arias Cárdenas atiende más a la prensa y a los canales audiovisuales que a su propia perspectiva, cimentada en prolongado trato y comunicación con el individuo a quien señala de criminal, con quien estuvo en el Ejército, con quien es corresponsable de conspiración y golpe de Estado, y con quien compartió celda, un espacio cuya proclividad al conocimiento de las almas suele subrayarse.
La verdad es que es Arias Cárdenas quien ha intentado manipular a los medios de manera sistemática. Soy testigo de esto (y me encantaría repetirlo en el tribunal de ética del PSUV). En el año 2000, cuando el ex seminarista se presentó a las elecciones como contrincante de Chávez, estuve un par de días en Margarita con el objetivo de tomar notas para una extensa crónica sobre su campaña electoral y para hacerle una entrevista que se extendió por varias sesiones. En esa ocasión, Arias Cárdenas me dijo (tengo la grabación) que la insania mental de Chávez no había estallado después de llegar a la Presidencia y enfermarse de poder, sino que ya desde hacía mucho tiempo se manifestaba en episodios como el de la silla vacía que en las reuniones debía dejarse, a instancias del barinés, para que en cualquier momento viniera Bolívar a ocuparla. Tal era la insistencia de Arias Cárdenas en la enfermedad mental de Chávez, que su esposa iba en caravana dirigiéndose a las masas agolpadas en las calles de Porlamar para hacerles el gesto de quien dibuja con el dedo un espiral frente a la oreja (alusivo a la demencia) y corear frente a un micrófono que el loco debía irse a Cuba a tratar sus manías.
La campaña de Arias contra Chávez se sustentaba en dos pilares: que Chávez estaba mal de la cabeza y que era un cobarde, una gallina. Desde luego, Arias siempre se ha sentido muy superior a Chávez desde el punto de vista intelectual, de manera que la estupidez del de Sabaneta también era combustible de sus burlas. Fue después de la matanza de abril de 2002 cuando lo acusó de asesino y de encabezar una banda de malandros, señalamientos que ahora trata de minimizar diciendo que se trató de “manifestaciones fuertes, impertinentes, groseras”.
El punto en este incidente, cuando se le ha recordado sus graves imprecaciones de 2002, es que trate de zafarse de eso delante de Aristóbulo Istúriz y que éste se quede callado. Pocas acusaciones hay más graves que la de tener las manos manchadas con la sangre de quienes se debería servir. Y, sin embargo, ni Istúriz ni ningún otro jerarca del régimen hacen el más mínimo amago de protesta al ver a Arias deslindándose de sus propias palabras. No lo hicieron cuando Arias fue nombrado embajador en la ONU (en 2006) o candidato por el PSUV para gobernador del Zulia. Tampoco hubo atisbos de crítica en los medios controlados por el Gobierno.
Pero el país sí sabe lo que es Arias Cárdenas.
msocorro@el-nacional.com

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