Haber
exprimido esta situación para sacarle jugos políticos y electorales me parece
degradante
No voy a tildar de patético el asunto de la misa familiar transmitida por Tv en la que hubo abundancia de lágrimas. Creo sí que fue un tema en el que la decente privacidad estuvo ausente. Quien haya decidido convertir esa Eucaristía en un show, no tiene ni la menor idea por lo que están pasando el paciente y su familia.
Bien apunta Elides Rojas que tarde o temprano la verdad será revelada. La mentira tiene patas cortas. Yo creo que el hombre está peor de lo que dicen, que fue mal tratado, que los médicos venezolanos hubieran hecho mucho mejor trabajo y que todo ha sido manejado a las patadas. Haber exprimido esta situación para sacarle jugos políticos y electorales me parece degradante y despreciable. De ello son exclusivamente responsables los pesos pesados de la revolución. Son ellos quienes han abordado todo este drama con la carencia de escrúpulos de los sinvergüenzas de oficio. Son responsables de todo lo que ocurre y ocurra.
Hace varios años, mi único hermano enfermó de cáncer. Murió en la flor de la vida, a los 38 años, sin que pudiéramos evitarlo. Aún hoy, tanto tiempo después, cuando me cuentan que alguien tiene esa enfermedad, sea quien sea, se me eriza la piel.
El amor sufre la mayor de las pruebas cuando uno pasa por la terrible experiencia de un ser querido gravemente enfermo. Se desata en uno la más gigantesca rebeldía. Habla con médicos, lee cuanta información existe, se declara en pie de lucha. Pero llega el momento de darle cara a la realidad. Entonces uno entiende que nadie sufre tanto como el paciente, que hay que dejar de lado el dolor propio para pasar a compartir con el enfermo su angustia, su miedo y su tránsito por tratamientos horrendos y los más agudos dolores físicos. De todo eso no se puede hacer un espectáculo.
No sé cuán grave está el Presidente. En el guión de este reality show han incluido un secretísimo y morboso estilo comunicacional, basado en el concepto de "el mensaje es el masaje". No tengo ni idea de cuán creíbles son las informaciones que se filtran y según las cuales la enfermedad hace estragos y está tomando terreno. Solo sé que con mi hermano fuimos a Margarita una Semana Santa. Paseamos por la isla, visitamos amigos, reímos, comimos rico. Él tenía una energía inagotable. A las pocas semanas estaba muerto.
Basta de shows.
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