lunes, 2 de abril de 2012

SIMON GARCIA / LA GUERRA DE LAS ENCUESTAS / UN DESAFIO PERSONAL.

            Las condiciones que rodearon la campaña del 2006, limitada por fracasos y debilidades de la oposición, son bien distintas a las de 2012. Ahora  se viene de una victoria en las elecciones parlamentarias, existe una representación en la Asamblea Nacional, hay una fuerte disposición unitaria en términos partidistas y sociales,  se produjo una selección democrática del candidato con una participación que ninguna fuerza política ha logrado antes.
            En agosto de 2006 Datanalisis le otorgaba al candidato continuista una ventaja de 41 puntos. Ahora habla de una brecha de 13 puntos.  En aquella fecha todas las encuestas daban como claro ganador a Chávez, ahora hay una encuestadora que registra un empate técnico mientras otras favorecen al fan cubano.
            Esa discrepancia ha dado lugar a una guerra de cifras, en la que las encuestan se manejan no como un avíon que toma fotos del momento, sino como uno que lanza bombas para desmoralizar al adversario.
            No hay que descalificar a las encuestadoras, a menos que se le vea notoriamenta la química, sino buscar lo que contengan de útil. Y tener muy presente que ni el competidor es débil ni el mandado está hecho. Es lo que hacen los que llegan a merecer la victoria.
Más real, ¿menos credibilidad?
            No hay ni un solo acto gubernamental que no esté pensado en función de ganar votos. Desde besar viejitas, dar partes médicos o este maletinazo por seis meses, que pretende crear la sensación de que vivimos bien y que van a cumplir lo que olvidaron durante trece años.
            Para abrir ese chorro de plata el Presidente endeuda el país frenéticamente vendiendo un volúmen de la producción futura y endeudándose por veinte o treinta años, porque los ingresos petroleros actuales no le alcanzan para intentar evitar una derrota electoral en Octubre. Es un mecanismo perverso, pero que ilusionará a alguna gente.
            El problema es que las superofertas no son creibles porque la vida real las desmiente. El país que muestran las cuñas oficiales está muy lejos de la tragedia que significa  la delincuencia, la de abajo y la de arriba. A los homicidios diarios se une la más alta inflación del mundo. El aparato productivo es destruido sistemáticamente porque se debe acabar con la propiedad privada. El desempleo se disfraza y se maquilla. La educación y la salud viven escalofriantes situaciones. Los servicios de luz, agua o la infraestructura se están cayendo ante nuestros ojos. Se acuña el miedo porque se está tratando de terminar de establecer una sociedad del silencio.
Un asunto de todos.
            Frenar esa involución destructiva de Venezuela es un asunto de todos. La labor de los partidos resulta insustituible para localizar y llevar a votar a un 35% de electores inclinados hacia la oposición, pero que no asistieron a las primarias por motivos comprensibles. Es un electorado resistente al proyecto oficialista, pero cuya participación no hay que dejar de incentivar.
            Pero el punto clave de la campaña de Capriles consiste en lograr el voto de los ciudadanos que tienen baja simpatía por el candidato continuista, pero que aún no tienen suficientes alicientes para darle su voto. Hasta allí, sólo se puede llegar si la campaña de Capriles se masifica y convierte en asunto personal de cada uno.  ¿Podrán lograrlo independientes y militantes de los partidos que luchan por un cambio?
La esperanza como fuerza.
            Henrique Capriles está poniendo en acción una nueva política. Está mezclando las fronteras que dividieron al país. Se empeña en reunir el mapa completo y desechar la visión maniquea según la cual de un lado estan los buenos y del otro, todos los desgraciados.

           Los venezolanos nos liberaremos del temor y ganaremos nuestra batalla por el progreso. Capriles se convertirá, raund tras raund, en la personfificación de esa esperanza viable y concreta. Su victoria será ganancia de todos. Pero hay que ayudar a abrir el camino, por que el cambio hacia un país mejor es también un desafío personal.
                     
simongar48@gmail.com                                                        
@garciasim

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