martes, 24 de abril de 2012

OVIDIO PÉREZ MORALES, NORTE CONSTITUCIONAL

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela aprobada mediante referendo el 15 de diciembre de 1999  y proclamada por la Asamblea Nacional Constituyente el 20 del mismo mes, señala el norte de la conducta oficial y del ejercicio ciudadano en todo tiempo del país, pero de modo especial en momentos de incertidumbre, de crisis y de situaciones del género.
Cuando estaba todavía fresca la fecha de su entrada en vigencia se la llegó a calificar como la mejor del mundo. Posteriormente en circunstancias de seria confrontación,  cuando personas o grupos de  la oposición apelaron a ella, desde campos contrarios se pretendió descalificarlos con fútiles argumentos como el siguiente: no tienen derecho a invocar la Constitución quienes, cuando se la estaba discutiendo, no estaban de acuerdo con ella, ya en su conjunto, ya en algunas de sus partes. Más adelante cuando se propuso su Reforma, la mayoría de los ciudadanos votó negativamente (aunque luego, por “caminos verdes”, quienes más debían acatar, actuaron en sentido opuesto al soberano). Discusiones han seguido acerca de la fidelidad o no de unos cuantos comportamientos gubernamentales a lo establecido por la Carta Magna.
Por encima y más allá de todos estos hechos y de cualesquiera otros, una cosa queda muy clara y obligante. Desde el momento en que la Constitución fue aprobada por el soberano  y se cumplieron todos los requisitos para su entrada en vigencia, esa Carta Magna es la que fundamentalmente regula y ha de regular la conducta de los órganos del Estado y la convivencia cívica de la República.
En estos momentos el panorama político de la nación está cruzado por densos nubarrones. Muy serias incógnitas se plantean con respecto al inmediato futuro de la conducción presidencial y a la participación del Jefe de Estado en la contienda electoral de octubre, en razón de su salud.
Situaciones como ésta suelen generar el más amplio abanico de suposiciones y llevar a un abultado inventario de hipótesis. Desde lo trágico y truculento hasta lo dramático digerible y razonable. se despliega una variada gama de posibles y de probables.
Pero (al usar esta conjunción recuerdo a mi profesor de Derecho Luis Villalba Villalba, quien acostumbrada decir: “un pero, tan importante como todos los peros) en la actual coyuntura nacional los venezolanos no estamos ante callejones sin salida, ni en medio de una confusión sin referencia segura, ni ante interrogantes sin respuesta válida. Contamos con un norte bien preciso, que ha de guiar los pasos de la ciudadanía y, particularmente, de quienes ejercen algún tipo de liderazgo y, más especialmente todavía, de quienes tienen responsabilidades de Estado.
Ese norte es primaria y básicamente la Constitución de la República. Ese norte se complementa, oportunamente, con el evento cívico fijado por la autoridad correspondiente para el próximo 7 de octubre y también, y también, felizmente, con el anhelo ciudadano mayoritariamente compartido: el mantenimiento y la consolidación de la paz. Tenemos así un norte conformado por una  tríada de gran fuerza legal y también ético-espiritual. Echemos a continuación un ligero vistazo sobre estos tres elementos.
La Constitución determina lo que es necesario hacer (ver artículos 233-235) en el caso de faltas absolutas o temporales y de ausencias del Presidente de la República. A la Constitución hay que atenerse sin pensar en otros caminos. Por lo demás, la experiencia nacional y de fuera, es muy rica en admoniciones al respecto.
La fecha fijada para la elección presidencial constituye igualmente un punto de apoyo. Es otra señal consistente de la vía a recorrer. Es al pueblo venezolano al que  le toca decidir, con gran responsabilidad y plena libertad, por dónde debe andar este país en su futuro. Y sólo el voto es la vía para que alguien pueda erigirse en legítimo  representante de la ciudadanía y en Jefe del Estado.
El tercer elemento es el anhelo mayoritario de vivir, trabajar, proyectar, soñar en paz. Sin violencias ni imposiciones de individuos o grupos. En el respeto de la pluralidad y en la búsqueda de encuentros. Bastante ha sufrido ya el país con la inseguridad, abundante sangre se ha derramado como consecuencia de asesinatos, secuestros, enfrentamientos. El corazón del venezolano percibe que el progreso nacional hay que buscarlo mediante el entendimiento, el diálogo, el aporte de todos, en la verdad, la libertad y la justicia.
A la Fuerza Armada de la República le corresponde jugar, con nobleza, entereza  y espíritu de servicio, el papel que le corresponde en la defensa del orden constitucional, de la convivencia democrática, de la paz ciudadana;  ella tiene constitucionalmente el monopolio de las armas para asegurar el bien común de la nación. Ella se debe, enteramente, no a una persona, a un grupo, a un partido o al Gobierno, sino a Venezuela. El pueblo tiene que confiar en ella, y ella está obligada a merecer esa confianza. No dudamos que así será
No nos encontramos los venezolanos sin norte. Hemos, por tanto, de nutrir nuestra confianza y proceder con esperanza.
Este es un momento privilegiado para poner por obra el lema benedictino de “ora et labora”. 
Pidamos a Dios bendiga nuestro trabajo en construir una Venezuela pacífica, solidaria, libre, fraterna.
coroconcert@hotmail.com

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