La remuneración por el
trabajo realizado tiene varios componentes. Uno de ellos es la cantidad de
dinero en efectivo que se recibe por un periodo dado. El más comentado de los
temas y al que se le suele dar la mayor relevancia. Sin embargo, otros temas
conexos como los niveles de equipamientos (e insumos) para el propio trabajo.
el ambiente donde éste se desenvuelve y las condiciones de seguridad social
para el futuro resultan, a la larga, componentes tan importantes como el
salario mismo.
No constituye sorpresa cuando
se dice que en la Venezuela del año 2012 las condiciones laborales han
retrocedido a los niveles del pasado bien lejano. Puede que en unidades muchos
estén recibiendo más monedas e, inclusive, más gentes las reciban pero, en general,
la seguridad social en todas sus facetas hace tiempo que la mandaron de
rumba. Si no lo cree, acérquese a la Asamblea Nacional y pregunte por ella.
Sobre lo de la infraestructura, no vale la pena ni hablar. Basta con recordar
que desde hace treinta años las universidades esperan por una bendita ley
especial de equipamiento de su planta física.
El tema se trae a colación
visto el reciente anuncio del `aumento’ salarial para los hombres y mujeres de
ciencia dependientes del Estado. En realidad no se trata de un `aumento’ sino
de una pobre y mala compensación por la inflación galopante y la falta de
ajuste a sus salarios durante el último quinquenio. Para quienes se encontraban
en los escalones más bajos del rango o escalafón se dieron ajustes significativos
que casi llegaron a compensar la inflación acumulada. Para los de las altas
jerarquías, la compensación se la tragó íntegramente el aumento de la alícuota
por pagar del impuesto sobre la renta. Aunque hay quienes sostienen que se hizo
bien con los que están empezando la carrera, hay quienes pensamos que se
cometieron un par de injusticias mayúsculas.
Por una parte, lo dado es pan
para hoy, hambre para mañana. Y es que la gente de la ciencia se caracteriza
por hacer carrera de vida. Su devenir no se puede reducir a una coyuntura.
Tiene que ser parte de un proceso en donde el comienzo, como estudiante
graduado o postdoctorante, es sólo un paso más de un largo trecho en que los
conocimientos y la experiencia se acumulan para otorgar, hacia el final de la
vida, el mérito de ser Titular. Cada paso de esa carrera es un eslabón al que
hay que compensarlo con justicia salarial si se quiere tener un sistema
integrado y funcional y evitar la perdida de talento.
Por la otra parte, los hombres
y mujeres que hacen la ciencia en este país no están concentrados en los
centros e institutos de investigación dependientes del Estado. De hecho, ellos
son apena una minoría; el 15% del gran total. La gran mayoría de ellos se
encuentran dentro de los recintos universitarios y ellos no recibieron
compensación alguna. Es más, siguen sometidos a salarios de miseria y hambre
simplemente por defender su autonomía funcional. El haberlos excluidos es la
mayor injusticia de ese desafortunado decreto dictado desde la sede del poder
cubiche.
@jaimerequena
conciencia.talcual@gmail.com
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