miércoles, 11 de abril de 2012

JAIME REQUENA / SALARIOS

        La remuneración por el trabajo realizado tiene varios componentes. Uno de ellos es la cantidad de dinero en efectivo que se recibe por un periodo dado. El más comentado de los temas y al que se le suele dar la mayor relevancia. Sin embargo, otros temas conexos como los niveles de equipamientos (e insumos) para el propio trabajo. el ambiente donde éste se desenvuelve y las condiciones de seguridad social para el futuro resultan, a la larga, componentes tan importantes como el salario mismo.
    
No constituye sorpresa cuando se dice que en la Venezuela del año 2012 las condiciones laborales han retrocedido a los niveles del pasado bien lejano. Puede que en unidades muchos estén recibiendo más monedas e, inclusive, más gentes las reciban pero, en general, la seguridad social ­en todas sus facetas­ hace tiempo que la mandaron de rumba. Si no lo cree, acérquese a la Asamblea Nacional y pregunte por ella. Sobre lo de la infraestructura, no vale la pena ni hablar. Basta con recordar que desde hace treinta años las universidades esperan por una bendita ley especial de equipamiento de su planta física.
    El tema se trae a colación visto el reciente anuncio del `aumento’ salarial para los hombres y mujeres de ciencia dependientes del Estado. En realidad no se trata de un `aumento’ sino de una pobre y mala compensación por la inflación galopante y la falta de ajuste a sus salarios durante el último quinquenio. Para quienes se encontraban en los escalones más bajos del rango o escalafón se dieron ajustes significativos que casi llegaron a compensar la inflación acumulada. Para los de las altas jerarquías, la compensación se la tragó íntegramente el aumento de la alícuota por pagar del impuesto sobre la renta. Aunque hay quienes sostienen que se hizo bien con los que están empezando la carrera, hay quienes pensamos que se cometieron un par de injusticias mayúsculas.
    Por una parte, lo dado es pan para hoy, hambre para mañana. Y es que la gente de la ciencia se caracteriza por hacer carrera de vida. Su devenir no se puede reducir a una coyuntura. Tiene que ser parte de un proceso en donde el comienzo, como estudiante graduado o postdoctorante, es sólo un paso más de un largo trecho en que los conocimientos y la experiencia se acumulan para otorgar, hacia el final de la vida, el mérito de ser Titular. Cada paso de esa carrera es un eslabón al que hay que compensarlo con justicia salarial si se quiere tener un sistema integrado y funcional y evitar la perdida de talento.
    Por la otra parte, los hombres y mujeres que hacen la ciencia en este país no están concentrados en los centros e institutos de investigación dependientes del Estado. De hecho, ellos son apena una minoría; el 15% del gran total. La gran mayoría de ellos se encuentran dentro de los recintos universitarios y ellos no recibieron compensación alguna. Es más, siguen sometidos a salarios de miseria y hambre simplemente por defender su autonomía funcional. El haberlos excluidos es la mayor injusticia de ese desafortunado decreto dictado desde la sede del poder cubiche.
@jaimerequena
conciencia.talcual@gmail.com

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