El
cambio requerido implica reflexión, concienciación, espiritualidad, rescate de
los valores, combate al relativismo, que es el mal como algo normal.
“La realidad
que vivimos en Venezuela y en el mundo potencia la polarización,
particularmente, cuando se trata de la dignidad de la persona humana, allí se
extrema, genera en los que creen en su propia dignidad y en la dignidad de los
otros la reacción a defenderla. A mayor mal, mayor es la conciencia de la
importancia del bien. Pretender eliminar esta conciencia, es asumir el
relativismo como conveniente, lo cual potencia la negación de la dignidad”. (Constanza
Espinel).
Como
manifestación del relativismo, se habla
abiertamente de la no-dignidad como algo normal, se estimula la
aceptación del aborto, la eutanasia y el consumo de los estupefacientes; se
ignora el tráfico humano; las naciones son indiferentes ante la instauración de
los totalitarismos y la pérdida de la libertad; se promueve el hedonismo y la
indiferencia ante el mal, hasta que éste toca a la propia persona como hoy en
Cubazuela, donde la violencia es un asunto sentido y genera rechazo.
Nuestra
patria no escapa a esta polarización entre el bien y el mal y desconocerlo e
ignorarlo, no resuelve el problema de su existencia, desorienta e inmoviliza a
los que lo están viviendo y lo perciben. No se puede seguir calificando a este
régimen maligno como un mal gobierno. El mal no puede combatirse con
complicidad, quienes han asumido la representación de los demócratas tienen la
responsabilidad de desnudar el mal y entrar en sintonía con un porcentaje alto
de venezolanos que no lo comparten, que no lo desean y que no lo aceptan.
Los
venezolanos decentes quieren un cambio que se base en el respeto a la dignidad
de la persona humana; pero esto no será posible mientras rojos y amarillos
promuevan los mecanismos de control social del régimen como planes socialistas
convenientes. Las misiones niegan la libertad de conciencia y el derecho a una
educación libre y de calidad, promueven la vagancia, la violencia y niegan el
trabajo implícito a la responsabilidad humana. El genocidio que se practica
mediante la inseguridad no es por ineficiencia y tiene responsables. La injusticia
roja posibilita la violencia, la manifestación del mal y ante eso la
polarización es bienvenida. Polarización no significa violencia, durante 14
años se ha hecho resistencia masiva pacífica de múltiples formas, en la calle,
absteniéndose de votar y con el voto, confiando en la dirección política de la
oposición democrática; pero ojo, no se confundan, no se desea cambiar un
gobierno ineficiente y efectivo del mal por un gobierno eficiente y efectivo
del mal.
Podemos
hacer realidad lo que pensemos, deseemos con fuerza y esperanza: democracia -libertad, justicia, igualdad y paz-,
certeza en el futuro, y vendrá el cambio.
elmon35@gmail.com
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