domingo, 15 de abril de 2012

ARGELIA RÍOS/ LA SUCESIÓN EN VÍAS DE SOLUCIÓN

En el radar revolucionario se hallan bien colocados Diosdado, Jaua, Adán y Maduro, todos los cuales esperan impacientes la decisión del comandante, mientras se afanan -cada uno a su manera- en acumular méritos para convertirse en los usufructuarios del legado del Presidente. Nadie puede hablar hoy sobre la consistencia de estos liderazgos. Tampoco es posible determinar si éstos estarían en capacidad de preservarle el largo plazo a la revolución
Aunque se encuentra sólidamente unido alrededor del Presidente y de la revolución, el oficialismo sigue siendo un hervidero. Sus fuerzas endógenas continúan batallando entre sí para conseguir el beneplácito del comandante. El factor tiempo anima la efervescencia del debate sobre la sucesión, que poco a poco se acerca a su momento culminante.
Entre las idas y venidas que le ha impuesto su enfermedad, el comandante deshoja la margarita, mientras ve acercarse la hora decisiva. La situación ya no es la misma: pese a que persiste el temor al resquebrajamiento futuro del "proceso", los diez meses transcurridos desde que se conoció su grave padecimiento, no han pasado en vano. La campaña destinada a la fabricación del heredero político de Chávez ha dado sus primeros resultados provechosos. Siendo el indiscutible líder único de la revolución, otros rostros distintos al de él comienzan a despuntar como los nuevos referentes del campo bolivariano.
El esfuerzo desplegado para crear al chavismo sin Chávez ha apuntalado a cuatro figuras cuyos nombres lograron posicionarse en el mapa de las percepciones. Es cierto que ninguno posee las exuberantes condiciones personales del Jefe del Estado, pero cualquiera de ellos podría resolver los apuros que se le originarían al oficialismo inmediatamente después de una eventual ausencia absoluta del mandatario.
En el radar revolucionario se hallan bien colocados Diosdado, Jaua, Adán y Maduro, todos los cuales esperan impacientes la decisión del comandante, mientras se afanan -cada uno a su manera- en acumular méritos para convertirse en los usufructuarios del legado del Presidente. Nadie puede hablar hoy sobre la consistencia de estos liderazgos. Tampoco es posible determinar si éstos estarían en capacidad de preservarle el largo plazo a la revolución. Lo que sí está claro, sin embargo, es que el chavismo ya cuenta con un outsider a quien encargarle las responsabilidades de conducción, si las circunstancias sacaran de juego al Presidente.
Los porcentajes de respaldo que exhibe cada una de estas figuras hablan de un problema que ya no tiene la dimensión que tenía hace un año. También es relevante el amplísimo apoyo que el país chavista dice estar dispuesto a concederle a cualquiera de los sucesores posibles. El hecho no significa que "el proceso" pueda conservar el ritmo que sólo un liderazgo como el del comandante podía imprimirle. Lo que el dato implica es que los simpatizantes de la revolución se encuentran listos para acatar lo que su líder decida hacer para resolver la sucesión... El panorama, como se ve, no favorece los cálculos de algunos sectores opositores que, rechazando y dejando solo a Capriles, le apuestan a una hipótesis distinta a la del 7-O.
Argelia.rios@gmail.com

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