El
frágil equilibrio del sistema eléctrico nacional, nuevamente asedia la vida
nacional. Se reviven los temores de la crisis de 2011 cuando el país se vio
abatido por recurrentes interrupciones del servicio de electricidad. Resulta
ahora descabellado, y con sobrada razón, que el país petrolero que es Venezuela
tenga que padecer de este tipo de problema. Sobre todo, en tiempo de elecciones
cuando el oficialismo, con el derroche de recursos que exhibe, está empeñado en
prometer un mundo colmado de “bienestar y progreso” con la crisis encima que ha
contribuido a consolidar.
La
mentada “empresa eléctrica socialista”, Corpoelec, deja ver la incompetencia de
una gerencia que desconoce las realidades que gravan al país por cuanto
escasamente está entregada a paliar situaciones solamente con la intención de
disimular una gestión técnica que no termina de entender ni atender. Ahora
Corpoelec, a decir del estilo interventor establecido por el gobierno central
para controlar el proceso de elaboración y toma de decisiones dado el interés
por concentrar el devenir administrativo nacional, como en las mejores
dictaduras, fusionó las catorce empresas eléctricas que existían en Venezuela.
Así acabará por desplomarse el sistema eléctrico nacional.
Además
de representar una “institucionalidad fallida”, tan tétrico invento no podrá
actuar como ente coordinador ni operador de condiciones y demandas totalmente
diferenciadas en términos de anomalías técnicas, culturas organizacionales,
necesidades sociales y requerimientos industriales. Pero sobre todo, de
expectativas políticas por cuanto las complicaciones que surgen de tan
desatinada fusión obedecen a una complejidad imposible de sistematizar y
reorganizar desde una jefatura única. Sin la autonomía de toda índole que exige
un manejo operativo de tanta especificidad, como en efecto es el actual sistema
eléctrico nacional, la labor de Corpoelec será sencillamente catalizadora de
mayores dificultades.
La
vulnerabilidad en seguridad energética que presenta el país, es un factor que
no ha sido considerado al momento de armar tan ilógico parapeto. Es como un
acertijo cuya resolución no puede sujetarse a decisiones centralizadas debido a
que contradice las leyes científicas de la administración moderna cuando
plantean la necesidad de acción de acuerdo a las condiciones que confluyen ante
realidades puntuales.
Frente
al problema que encierra la creación de dicha “empresa eléctrica socialista”,
Víctor Poleo, docente de postgrado de Economía Petrolera en la UCV, expresa que
detrás de ello se esconde el propósito de instaurar “un único patio de
confrontación, hecho a la medida del gobierno para someter a su clase
trabajadora y profesionales del sector eléctrico apostando al desgaste inducido
por las potenciales disimilitudes entre
sus varias culturas históricas” (Mariela León. El Universal. 9 Abril 2012, p.
1-11).
Ahora
Corpoelec, lejos de demostrar que puede responder a un modelo económico de
organización sustentable en lo administrativo y operativo, ha comenzado a
presentar insolvencias de caja lo cual aumenta el déficit que mantiene
convirtiéndose así en otra empresa gubernamental dependiente de las compulsivas
transferencias del fisco tanto como de la abusada renta petrolera.
Indudablemente, una empresa con tales deficiencias apunta a ser una carga
pesada para la movilidad del país. No sólo por la precariedad de su capacidad
boicoteada por las imposiciones de un gobierno que sólo busca ordenar sin
razonar o medir consecuencias. Sino también, por el enorme riesgo a que lleva
cuando por esta misma causa se violan límites de operación en labores de
transmisión de electricidad apostando a que el país vuelva a alumbrarse a punta
de velas.
VENTANA
DE PAPEL
A
LOMO DE MULA
La
falta de sentido alrededor del significado de gobernar, ha llevado al país al
desastre. Al menos, es lo que se aprecia cuando se advierte el estado de las
carreteras que atraviesan y entrelazan la geografía venezolana. Lejos de
haberse consolidado la red de vías de comunicación que contaba Venezuela para
1999, año éste en que se inició la actual gestión gubernamental, la situación
ha empeorado. No tanto por causa del mantenido invierno que en los últimos años
ha azotado al país, como por culpa de la desidia de los entes oficiales que
tienen bajo su conducción la solución de estos problemas. Sólo que al momento
de sacar cuentas, no ha habido el empeño necesario para superar tan crítico
estado de desatención.
Aunque
al parecer, no ha sido por falta de recursos pues cada decisión vociferada por
parte del alto gobierno deja ver que por ahí no va la cosa. Entre lo
presupuestado a su momento y los créditos de emergencia cada momentos
aprobados, se advierten importantes cantidades supuestamente dirigidas a resolver
tan enrevesadas situaciones. Entonces, ¿dónde está la razón de tan dramático
cuadro de precariedades? No es difícil deducir que la respuesta se encuentra en
el nivel de corrupción que domina todos los niveles de la Administración
Pública.
En
medio de tan grave desorden, un ámbito afectado, entre otros tantos, son las
vías de comunicaciones nacionales y regionales. Actualmente, buena parte de las
carreteras están desmoronadas. Muchas veces desaparecen. Mientras tanto, el
gobierno central sigue animando falsas esperanzas al crear figuras de
organización militar (Estado Mayor de Infraestructura Vial) como si se tratara
de ordenar a la naturaleza que cese sus embestidas. Quedaría pensar que
transitar la geografía nacional o regional, sólo podrá hacerse a lomo de mula.
CON
LOS VALORES REVUELTOS
Mucha
letra, y poca acción. Mucho discurso para nada, pues las realidades están
caóticas. No sólo en lo administrativo. Peor aún, en lo moral. Y es que este
gobierno, se quedó sin moral para dar algún ejemplo por el cual el país
político, el país social o el país cultural, pudiera enrumbarse por el mejor
camino. Pero nada se ha logrado en esa dirección. Es decir, en la ruta de los
valores morales, sociales y políticos. Por el contrario, el país viene andando
a la deriva. Cuando no, en retroceso.
Tristemente,
el país ha venido funcionando sobre fundamentos equivocados en manos de quienes
ostentan y detentan el poder político. Para este grupo de obnubilados, la
conducta del pueblo está pautada por los intereses de la revolución. De una
revolución cuya irracionalidad ha revuelto tradiciones y confundido
sentimientos para que finalmente la vida se entienda según lo declara un
socialismo carente de principios de justicia y virtudes humanas ya que todo lo
determinan las coyunturas gubernamentales. Ni siquiera porque existe una
Constitución que propugna valores como la libertad, la solidaridad, la
democracia, la responsabilidad y el pluralismo político. Venezuela está
perdida.
El
devaneo político con sociedades despóticas como lacubana, la rusa, la bielorusa
o la iraní, la ha llevado al lugar que hoy la caracteriza en el concierto de
países distanciados del respeto a los valores morales. Desde el gobierno está
creyéndose que las atribulaciones o berrinches del presidente-candidato, están
por encima de la moralidad y la civilidad. Mientras esto persista, el país
andará con los valores revueltos.
MÁS
CONFLICTOS
Viene
un nuevo primero de Mayo, fecha ésta cuyo significado exalta reivindicaciones
de justicia y de economía social que apuntalan al sector laboral en sus más
recónditas necesidades de vida y desarrollo profesional. Sin embargo el
miltarismo imperante hoy día, no lo entiende. Hace maromas para hacerse pasar
por un gobierno demócrata sin corregir los entuertos que la dinámica socio
económica y sociopolítica causan en el plano de los desajustes que vienen
acentuándose.
Precisamente,
por el afán absurdo de conquistar espacios que, por obvios sentimientos de
libertad, le son impropios al verticalismo del cual se vale el actual gobierno
para imponer sus descalabradas intenciones, ordena reformar la Ley Orgánica del
Trabajo (LOT) la cual, sin dar a conocer de manera amplia de cara al debate
necesario que merece un cambio de tal naturaleza, termina aplicándola sin
considerar los inminentes problemas que sus efectos devendrán.
Sin
que este señalamiento sea premonitorio de mayores problemas sociales, políticos
y económicos, no puede soslayarse que con leyes inconsultas e impuestas a golpe
y porrazo el futuro se torne incierto más allá de las probabilidades esperadas
desde la democracia. De ahí que con suma preocupación, por culpa de tanta
obstinación militarista, habrá que advertir que están por venir más conflictos.
@ajmonagas
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