La Humanidad es un santuario bajo el incesante asedio de políticos
enfermos de codicia, mercaderes de la muerte, apropiadores de riquezas ajenas y
engendros armados que siempre están (por ilícita paga u honores) listos para
oprimir a sus semejantes: empero, la Naturaleza, que no admite
recusaciones ni súplicas, siempre
tendrá la última palabra con las inclemencias que nos depara
Pese a mi condición de ciudadano de un país
subdesarrollado, una de las perversidades de gobierno que jamás sospeché
experimentaría ha sido la alteración de los sentidos de toda una Nación mediante la inescrupulosa y
anti ética manipulación del Situado Constitucional.
En extremo, es doloroso mirar y escuchar a un ¿dignatario? amenazar con obstaculizar el envío de recursos financieros a ciertas regiones
del País que infaustamente
gobierna: y sólo porque la mayoría de sus pobladores, humildese indefensos, se
habría rehusado adherirse a su proyecto personal (de corte tiránico) u ovacionarlo porque los lastimaba con sus constantes discursos del
desquicio.
Esa conducta, violatoria de los Derechos Humanos e
insólita en cualquier Primer Magistrado durante lo que yo defino Pre y Post Moderna Era, suscita lo
que se conoce como una Alteración Colectiva de los Sentidos: comparable a la
que sienten los jóvenes bajo los efectos de la Cannabis, el Peyote
u otras drogas alucinógenas en los conciertos de mass media: donde cualquier cosa puede suceder, desde suicidios
en grupo, orgías, riñas tipo motín, acciones de la piromanía, saqueos o crímenes purga pasiones.
Cuando la Instigación al Suicidio, Conducción a
la Locura o Negligencia Criminal, entre otros delitos, proceden del Funcionariado Mayor de Gobierno, no resta a los habitantes algo distinto que
la denuncia internacional. Para la corrección de tan aborrecibles asuntos, ya
existen tribunales penales universales.
Es, realmente, insostenible que personas electas
para gobernar con la promesa de acatar y hacer cumplir la Constitución y Leyes que rigen a determinada Nación degeneren: en infractores de
los más elevados Principios y
Preceptos de la Humanidad, que es un Santuario ensuciado por sus falsos feligreses. Esos descarados
no pueden espetarnos con ningún pretexto. A los cuales evoco, desde la mía
vejada Patria, el Título Primero (específicamente el Art. 2) de nuestra
Constitución:
"Venezuela se constituye
en un Estado democrático y social de Derecho, y de Justicia, que propugna como
valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la
libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la
responsabilidad social y, en general, la preeminencia de los Derechos Humanos,
la ética y el pluralismo ideológico" (Caracas, 1999).
No podrá admitirse, nunca, que los que cometen
desacato convoquen concilios de supuestos «sabios jueces» para que diserten
respecto a la «inconstitucionalidad» o «legalidad» de actos indiscutiblemente
delictivos.
Todo gobernante que persiga, hostigue, criminalice,
excluya, segregue o extermine a quienes se resistan a convertirse en militantes de sus creencias políticas es imputable. Es axiomático que, en
todas las capitales o provincias de Estado,
todos los ciudadanos somos iguales ante las leyes y debemos recibir los
recursos necesarios para satisfacer nuestras necesidades fundamentales: Salud, Alimentación,
Trabajo, Vivienda, Producción, Educación, Cultura, Recreación, Deportes, Protección
y Justicia.
[*] jimenezure@hotmail.com
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