lunes, 16 de abril de 2012

ANALÍTICA PREMIUM / EDITORIAL / EL BLOQUEO DE LA CUMBRE

Cabe preguntarse si Cartagena será la última Cumbre de las Américas. Es evidente que los temas políticos en América Latina lucen más importante que los económicos y persiste en la mayoría de los mandatarios una posición ambivalente con respecto a los EE. UU

Mucho se habla del bloqueo norteamericano a Cuba pero poco se dice del bloqueo político que algunos países impusieron en la cumbre. Pareciera como si  fuese más importante la presencia de Cuba en la cumbre de las Américas que la reafirmación de la democracia como sistema político.

Por eso cabe preguntarse si Cartagena será la última Cumbre de las Américas. Es evidente que los temas políticos en América Latina lucen más importante que los económicos. Persiste en la mayoría de los mandatarios una posición ambivalente con respecto a los EE. UU., por un lado hay tratados de libre comercio con 9 países de la región, una relación de intercambios comerciales en muchos casos favorables y  un creciente deseo de muchos pobladores del subcontinente de emigrar hacia el norte. Pero al mismo tiempo hay remanentes de admiración irreflexiva hacia Fidel Castro por haberse enfrentado a  una docena de presidentes norteamericanos y sobrevivido en el intento. Eso pesa más en el inconsciente colectivo que la existencia de un régimen dictatorial dinástico que está en el poder desde hace 53 años.

Mientras nuestros países no superen el complejo de ser victimas del imperialismo y no sigan buscando en él las excusas para justificar la pobreza, la desigualdad y la falta de competitividad, no lograremos vencer el subdesarrollo que es  no solo económico sino también mental.

Hoy vivimos en un mundo diferente en el que no hay una potencia dominante, lo que no quiere decir que las nuevas potencias no tengan los mismos o peores defectos a los que se le han achacado a los EE. UU. Pensar que China, Brasil, la India, Rusia y la Unión Europea van a llevar a cabo sus relaciones políticas y comerciales con los países más pequeños de manera diferente a las que en su tiempo tuvo los Estados Unidos es una prueba de ingenuidad política e histórica.  Sólo tratando de mejorar nuestra educación y estableciendo sistemas políticos democráticos que promuevan el empleo, la justicia y la lucha por erradicar la pobreza podremos enfrentar exitosamente el reto de ganar espacio en un mundo que sigue controlado por muy pocos actores.

Esperamos que los dirigentes políticos que estén al frente de nuestros países dentro de tres años sepan utilizar la VII cumbre, si se celebra, para promover el desarrollo económico y social de todos los miembros del continente y no para ponerle trabas a la rueda del progreso

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Fecha: 16 de abril de 2012 08:03           

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